lunes, 30 de abril de 2012

LA PRIMOGENITURA POR UN PLATO DE LENTEJAS; POR OCTÓVILO MATEOS MATILLA.



Esta mañana, mientras hacía las labores de la casa, me asaltó un pensamiento y me dejó tocado, y querría probar si escribiéndolo tendría el sentido que intuía. Pensaba yo en algunos de los post que he publicado, y me concentraba en la idea que se repite en muchos de ellos: el predominio de los derechos sobre los deberes y la crítica a diestra y siniestra sobre la autocrítica. 


Una crítica llamativa es la que se hace a la Iglesia, que no ejerce ningún poder material sobre los ciudadanos, sólo orienta, aconseja y acoge a quien quiere; pero, muchos, seguramente orquestados por alguien muy interesado en acabar con ella, no sólo la critican sino que la desprecian, la despojan de su esencia espiritual y la convierten por su mala intención en un poder que priva a los hombres de ser felices y ejercer su libertad, impidiendo a los ciudadanos y sus gobiernos legislar a su conveniencia y a organizar la sociedad a gusto de cada cual.


Es aquí donde me asaltó el recuerdo de la historia de Esaú y Jacob, en concreto el pasaje en que Esaú, hambriento, vende su primogenitura a su hermano Jacob por un plato de lentejas. Del mismo modo muchos hoy venden su alma, su libertad y su dignidad, por satisfacer su ansia de felicidad y también su hambre de pan; prefieren fiarse del poder de los hombres y se conceden el derecho a legislar sin tener en cuenta ciertos principios y aspiraciones universales, que han hecho avanzar a la sociedad de la barbarie a la civilización a lo largo de la historia. 


Esaú perdió su primogenitura, perdió su capacidad para dirigir al pueblo de Israel en beneficio de su hermano Jacob, quien sí supo renunciar a un plato de lentejas para merecer el honor de dirigir al pueblo de Israel según los mandamientos de Dios y mantenerlo así a salvo de los enemigos, aquellos pueblos que sacrificaban seres humanos, sus propios hijos inocentes, a sus dioses en medio de fiestas y bacanales sin freno.
Alguno me diría que la historia es cíclica…yo no quiero sacar conclusiones.

Publicado por Octóvilo

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