viernes, 27 de abril de 2012

SÍ, HOY MÁS QUE NUNCA, TENEMOS QUE SER VALIENTES.



Sed valientes. Hoy más que nunca estamos obligados a serlo porque nuestras creencias más insondables, nuestros valores están en seria duda, en grave peligro.

Como dice el título de este post: “Sí, hoy más que nunca, tenemos que ser valientes”.

Cuánto más tiempo pasa, cuando ya llevamos camino recorrido y este blog se ha consolidado como un vehículo defensor y difusor de nuestra fe, nuestras creencias, de la Santa Madre Iglesia, porque es profundamente eclesial y sigue al detalle los dictámenes que emanan del Santo Padre Benedicto XVI, me voy dando cuenta que éste y las opiniones que pueda verter en el mismo pueden, sin tener esa pretensión, soliviantar a algunos que no tienen la misma opinión.
  Esto no es nuevo porque me ha sucedido en repetidas ocasiones y de ahí que he sufrido en propias carnes graves y grandes persecuciones de ciertos estamentos y personas relativas a los mismos. ¡Bueno, este es el precio que hay que pagar por ser coherente con uno mismo!

Sed Valientes, no es una expresión concreta en un momento determinado, por más que alguno defienda esa visión particular, sed valientes es una exhortación a nuestras propias conciencias para que veamos, con absoluta claridad, como estamos actuando, que es lo que se espera de nosotros. Es una llamada hecha para que cada uno de nosotros, los que estamos instalados en nuestras casas o en nuestros palcos viendo pasar la vida desde la comodidad que me da el no vivir en continua persecución simplemente por defender tu fe o tener opinión propia.

Las cosas desde aquí se ven muy fáciles. Basta con ejercer nuestro apostolado sin grandes complicaciones aunque en este mundo “desarrollado” la persecución también existe porque quieren recluirnos a los cristianos y más concretamente a los católicos a la esfera de la privacidad quitando todo sentido a la evangelización que estamos obligados a realizar. El mirar para otro lado, el no implicarte en defender tus creencias, a la Madre Iglesia en este contexto por temor a perder no se qué “estatus” o “prebendas” es propio de cristianos vergonzantes o lo que es lo mismo; cristianos vergonzosos. Un ejemplo: Europa, en su Constitución, ha eliminado todo vestigio de sus raíces cristianas que fundamentaron su creación como tal y lo hemos permitido.

Esta invitación o exhortación no está hecha para los cristianos que viven en Lahore (Paquistán), Cuba, Etiopía, Egipto, Irak, China o cualquier otro país o pueblo donde ser discípulo de Cristo se paga con la misma vida. Estos son un ejemplo de valentía sin necesidad de grandes aspavientos. Solo el levantarse todos los días y vivir desde la coherencia más profunda la fe ya nos están dando un valor ejemplarizante y una línea de actuación para ser y vivir nuestras creencias.

Creo que estamos obligados a conocer la realidad, no la que vemos asomados a la ventana de nuestra propia comodidad. No, debemos ser conscientes de lo que está pasando y le está pasando a muchos hermanos nuestros. No podemos vivir ensoberbecidos en nuestros propios criterios sin querer mirar otros horizontes, no podemos levantar el dedo acusador contra nadie diciendo lo que nos venga en gana, de lo que se nos pueda ocurrir en esos momentos de “lucidez” que lo enturbian todo y decir, sin salir del ámbito geográfico en los que residimos, que todos los esfuerzos van para nobles cometidos. No dudo que así sea, pero para que esta invitación a ser valientes no se quede en esa expresión de un momento concreto y sin ningún tipo de finalidad tenemos que saber, conocer, aprender, investigar y salir de nuestros agujeros para ver, con nuestros propios ojos, la verdadera dimensión de la realidad que nos rodea a todos los que profesamos una misma fe, unas mismas creencias así como a todos los que por razón de su forma de pensar o de opinar y de actuar son, cuando menos, humillados, vilipendiados y puestos al escarnio público y en otros países donde no conocen el significado del respeto a los demás el solo hecho de emitir juicios propios es igual a prisión e incluso muerte.

Sin lugar a dudas estamos obligados a ser valientes, estamos obligados a tener conocimiento de causa para defender en todos los ámbitos que seamos requeridos nuestra fe, nuestras creencias o nuestros pensamientos, por más que le molesten y le duelan a unos cuantos que a estas alturas no ven más allá que una miope visión de “su” limitado y oscuro horizonte.
           

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