lunes, 30 de diciembre de 2019

* SIGNORE DELLE CIME





Termina un nuevo año y por consiguiente comienza otro...

Termina un año que habrá tenido de todo, como en botica, y de cuyas enseñanzas sería conveniente aprender pues luego caemos infinitamente en la misma piedra...

Mi último artículo de este año 2019 tiene una especial dedicatoria y lleva por título "Signore delle cime".

Con él os deseo todo lo mejor para 2020.

Jesús Rodríguez Arias 






SIGNORE DELLE CIME



“Señor de las cumbres” es una conocida canción italiana de plegaria fúnebre  compuesta por el conocido compositor, organista y director Giuseppe De Marzi en 1958 cuando tenía 23 años en homenaje a Bepi Bertagnoli que había muerto por un alud en la montaña en 1951.

Es una canción extraordinariamente bella, de esas que te embelesa el alma siempre y más cuando te hayas sentado en la cima de una montaña admirando  cómo se abre el horizonte ante ti, donde los árboles se quedan pequeños, sientes como el viento hecho brisa rompe contra la roca y observas el lento planear de los buitres que hacen piruetas en ese cielo que está demasiado cerca de ti.

Sí, Signore delle cime es ideal para escucharla siempre pero adquiere todo su sentido, su vigencia, si tienes el inmenso privilegio de poderla degustar sentado en la cima de cualquier montaña.

Debo reconocer que alguna vez la había escuchado pero siempre de pasada como otras cosas en la vida pero supe de su real belleza tanto en la música como en el canto cuando una vez estando subido a “nuestra” montaña mientras permanecía absorto en mis pensamientos, admirando la envoltura natural del horizonte que se abría imponente ante  mí y ese buitre rompía el aire con su majestuoso vuelo. Si, fue entonces en el silencio más absoluto cuando empecé a escuchar esta canción que hizo encoger el alma a base de sentimientos y hondas emociones. No sabía de dónde venía, estaba tan abstraído en mi mundo que me había olvidado del resto.

Y allí estabas tú, sentada en unas rocas más abajo, con la mirada también perdida en tus pensamientos mientras rezabas la particular oración que es en sí la letra de esta canción. Allí estaba tú saboreando tu momento en la que consideramos “nuestra” montaña, tan ausente de todo y todos, tan entregada a tus recuerdos, vivencias y emociones que forman en sí la Esperanza. La pusiste varias veces más, menos mal que a esa altura todavía había cobertura, y en esos minutos, no me preguntes cuantos fueron, el tiempo se paró cuando te volviste con una sonrisa y esos ojos siempre alegres y me miraste como si me dijeras en silencio: Escucha y siente lo que yo siento…

Por eso cada vez que escucho esta canción que para nosotros no tiene ese originario carácter fúnebre sino más bien espiritual me tengo que acordar de ti a la fuerza porque en tu sonrisa, en tu mirada, se pierde ese horizonte que hasta entonces nunca alcanzaba.
Queda poco tiempo para que finalice este 2019 que ha sido difícil y ciertamente correoso, un año no tanto para saborearlo sino recordarlo para sacar las oportunas enseñanzas que nos ha ofrecido, un año para olvidar en muchos sentidos, un año más en el camino de nuestras vidas.

Y lo mejor de este 2019, que se irá cuando fenezca el 31 de diciembre con sus festivas campanadas y las doce uvas de rigor formen parte de nuestra historia particular has sido tú, Hetepheres, porque me has recordado lo que es sacar fuerzas de flaquezas,  plantar cara a la vida, intentar abrir esa recóndita ventana que ilumine esa oscuridad que muchas veces nos envuelve. Eres una mujer admirable, positiva, amable, cálida, cercana, que se coge a la mano de Dios para que no la suelte cuando se desmorona incluso los cimientos  de la propia fe…

Te decía el otro día que tu mirada lo iluminaba todo y esa mirada es la que me cautivó hace más de catorce años, cuando te conocí por vez primera, la que se encontró con la mía ese 1 de septiembre de 2007 cuando recibimos el sacramento del Matrimonio en la jerezana Iglesia de San Juan Bautista de Los Descalzos, esa mirada que me buscó cuando sentados en lo más alto de “nuestra” montaña sonaba esta canción o esta misma mañana en la Atalaya cuando nos dimos nuestro particular beso de buenos días.

Sí, quería dedicarte mi último artículo de este año 2019 pero no sabía la forma, es muy difícil escribir de quien amas, pero supe como cuando cerré los ojos y te vi en lo alto de la montaña escuchando para tus adentros Signore delle cime.

Feliz 2020 a todos sin excepción.

Jesús Rodríguez Arias


FELIZ 2020


HIMNO DE LOS TERCIOS VIEJOS ESPAÑOLES, FLANDES

¡VEN! ES VILLALUENGA


LAS IGLESIAS DE TIERRA SANTA SE REÚNEN PARA FELICITARSE LA NAVIDAD





El intercambio de felicitaciones por las fiestas navideñas es, cada año, una oportunidad de encuentro entre los líderes de las Iglesias de Tierra Santa, importante para construir un diálogo fraterno. También lo fue el viernes 27 de diciembre, cuando las distintas delegaciones de las comunidades cristianas ortodoxas fueron al convento de San Salvador de Jerusalén para llevar su felicitación de Navidad.  Durante la jornada, el Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, junto a otros franciscanos de la fraternidad, recibió a los greco-ortodoxos, armenios, coptos y sirios, y a una representación del Patriarcado Latino de Jerusalén. Ese mismo día, los frailes fueron a visitar el Patriarcado Melquita.

El patriarca greco-ortodoxo, Teófilo III, en su discurso de felicitación mencionó la colaboración positiva para abordar la segunda fase de la restauración del Santo Sepulcro y reiteró la importancia de mantener el carácter cristiano de Jerusalén: «La vida del mundo depende de mantener Jerusalén como lugar de esperanza para todas las personas de buena voluntad, donde se pueda coexistir en el respeto mutuo». En su respuesta, fray Patton aseguró el apoyo de la Custodia para lograr justicia en el caso del edificio de la Puerta de Jaffa y en otros casos similares. 
El padre Siwan, vicario del patriarca armenio de Jerusalén, destacó la importancia de las visitas recíprocas con motivo de las fiestas, para que Dios ayude a fortalecer cada vez más las relaciones entre los cristianos. «Espero que llegue el día en que mostremos al mundo que la Iglesia de Jerusalén es realmente una sola», respondió el Custodio de Tierra Santa.

Después, representantes del Patriarcado copto y del Patriarcado sirio fueron recibidos juntos en el convento de San Salvador. «Deseo un año nuevo lleno de bendiciones a todos los enfermos, a los que sufren y, sobre todo, a los hermanos de Siria y de Irak», expresó el representante de la comunidad siria.  El Custodio trasladó su deseo de paz a los hermanos de la Iglesia copta y a los que viven en Egipto, y su cercanía a la Iglesia siria, asegurándoles su oración por la paz en Siria. Los franciscanos y los melquitas, durante el encuentro para felicitarse la Navidad, destacaron el significado profundo de la Navidad y la importancia de rezar por la unidad de los cristianos en Tierra Santa.

Por la tarde, los frailes de la Custodia recibieron a los hermanos de la Iglesia etíope. «Más allá del protocolo, estas son reuniones verdaderamente fraternas», afirmó el Custodio.
Después llegó una delegación del Patriarcado Latino para devolver las felicitaciones de Navidad que los franciscanos habían llevado en su visita del 19 de diciembre al Patriarcado. «Que la luz del Señor ilumine a cada uno de vosotros por el valioso servicio que la Iglesia os ha confiado – dijo monseñor Pizzaballa –. Vuestro servicio os permite conocer personas que han venido de todo el mundo a Tierra Santa para encontrarse con Dios quien, al revestirse de nuestra carne, nos revistió de su luz. ¡Feliz Navidad!».

Beatrice Guarrera

PSOE Y PODEMOS ANUNCIAN PROGRAMA: EXPROPIACIONES A LA IGLESIA, EUTANASIA, BLINDAR LOS ABORTORIOS...

Un programa con fundamentos pro-masónicos...

Esto es la Coalición Progresista que gobernará España.

Jesús Rodríguez Arias




Pablo Iglesias y Pedro Sánchez, líderes de Unidas Podemos Y PSOE, ya han firmado el acuerdo programático

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, es decir, PSOE y Unidas Podemos, han llegado a un acuerdo programático y este lunes han anunciado las medidas conjuntas del futuro Ejecutivo. En sus 50 páginas ambas formaciones anuncian las medidas que llevarán a cabo en coalición y que previsiblemente recibirán el apoyo puntual y el sostén de otras formaciones de extrema izquierda y nacionalistas.
El acuerdo programático es marcadamente ideológico y en él se establece un blindaje aún mayor del aborto, de la ideología de género, la legalización de la eutanasia, así como el ataque contra los católicos en distintos ámbitos anunciando incluso expropiaciones de bienes eclesiásticos.
Expropiaciones de bienes eclesiásticos
Los socialistas y los populistas de Podemos anuncian, por ejemplo, en uno de los puntos de su programa conjunto de Gobierno que realizarán “las modificaciones legislativas oportunas para facilitar la recuperación de los bienes inmatriculados por la Iglesia basadas en el privilegio de inscribir en el Registro de la Propiedad bienes a partir de simples declaraciones de sus propios miembros”.
Además, obviando la Constitución española así como el hecho de que un 70% de la población se declare católica y un 20% de los españoles adultos vaya a misa todos los domingos o varias veces al mes, el nuevo Gobierno asegura que aprobará “una Ley sobre Libertad de Conciencia que garantice la laicidad del Estado y su neutralidad frente a todas las confesiones religiosas”.
Ataque a la Religión en la escuela y a la educación diferenciada
En el ámbito educativo, el acuerdo entre PSOE y Podemos prevé un nuevo ataque a la asignatura de Religión afirmando que “será de carácter voluntario para los estudiantes, sin que haya una asignatura alternativa ni la nota sea computable a efectos académicos”.
Por otro lado, anuncia la retirada del concierto a los colegios que tengan educación diferenciada. En este acuerdo programático afirman que “promoveremos la coeducación en todo el sistema educativo, impidiendo la segregación educativa por razón de sexo en los centros sostenidos con fondos públicos”.
Y además ambos partidos han llegado a un acuerdo para “potenciar la educación afectivo-sexual dentro del sistema educativo, conforme a un enfoque de derechos, de igualdad y libertad”.
Eutanasia, "nuevo derecho"
Con este nuevo gobierno la eutanasia tendrá vía libre. Entre los considerados “nuevos derechos”, socialistas y comunistas hablan del “derecho a la muerte digna y regulación de la eutanasia”.
De este modo, en el acuerdo avanzan que “daremos una respuesta jurídica, sistemática, equilibrada y garantista a las demandas sostenidas de la sociedad actual en relación con el final de la vida. Para ello, impulsaremos una Ley de derechos y garantías de la dignidad de la persona ante el proceso final de su vida, así como la Ley Orgánica de Regulación de la Eutanasia, y su inclusión en la cartera común de servicios del Sistema Nacional de Salud”.
El aborto se blindará aún más con este gobierno, pues se afirma que el nuevo gobierno “favorecerá el acceso, a los últimos métodos anticonceptivos, a la anticoncepción de urgencia y a la interrupción voluntaria del embarazo de todas las mujeres, en el Sistema Nacional de Salud” volviendo a la Ley Aído de 2010.
Acabar con los rescatadores y con la ayuda a personas homosexuales
También se perseguirá a los grupos provida que rezan o informan a las mujeres que van a abortar al afirmar que “garantizaremos la intimidad de las mujeres que acuden a las clínicas IVE (interrupción voluntaria del embarazo, nda), su integridad física y moral, así como su derecho a la libre circulación”.
La ideología de género también tendrá un nuevo espaldarazo con el nuevo Gobierno. De este modo, anuncian leyes nacionales en las que se incluye “la prohibición a nivel nacional de las llamadas terapias de reversión”. Igualmente, se realizará “una ley trans que trabaje de forma efectiva para erradicar todas las formas de discriminación hacia las personas trans en todos los ámbitos”.

AUNQUE CAMINE POR UN VALLE OSCURO



El peligro más insidioso para el alma en la noche oscura del espíritu es el de... percatarse de que se trata, precisamente, de la noche oscura


Por: P. Raniero Cantalamessa | Fuente: Predicaciones



Un día, Francisco de Asís exclamó: «Carlo emperador, Orlando y Oliviero, todos los paladines y bravos guerreros que fueron valientes en los combates, persiguiendo a los infieles con mucho sudor y fatiga hasta la muerte, lograron sobre ellos una gloriosa y memorable victoria, y por último estos santos mártires cayeron en batalla por la fe de Cristo. Pero hay muchos que, sólo narrando sus gestas, quieren recibir honor y gloria de los hombres» [1].
En una de sus Admoniciones, el santo explicó lo que había querido decir con aquellas palabras: «Es una gran vergüenza para nosotros, siervos del Señor, el hecho de que los santos actuaron con los hechos y nosotros, relatando y predicando las cosas que ellos hicieron, queramos recibir honor y gloria» [2]. Estas palabras me vienen a la memoria como una austera señal en el momento en que me dispongo a ofrecer la segunda meditación sobre la santidad de Madre Teresa de Calcuta.

1. En la oscuridad de la noche
¿Qué ocurrió después de que Madre Teresa diera su «sí» a la inspiración divina que la llamaba a dejar todo para ponerse al servicio de los más pobres entre los pobres? El mundo ha conocido bien lo que sucedió en torno a ella –la llegada de las primeras compañeras, la aprobación eclesiástica, el vertiginoso desarrollo de sus actividades caritativas--, pero hasta su muerte, nadie ha sabido lo sucedió dentro de ella.
Lo han revelado los diarios personales y las cartas a su director espiritual, hechas públicas con ocasión del proceso de beatificación: «Con el inicio de su nueva vida al servicio de los pobres, una opresiva oscuridad vino sobre ella» [3]. Bastan algunos breves fragmentos para dar una idea de la densidad de las tinieblas en las que se encontró:
«Hay tanta contradicción en mi alma, un profundo anhelo de Dios, tan profundo que hace daño, un sufrimiento continuo –y con ello el sentimiento de no ser querida por Dios, rechazada, vacía, sin fe, sin amor, sin entusiasmo... El cielo no significa nada para mí, me parece un lugar vacío» [4].
No ha sido difícil reconocer inmediatamente en esta experiencia de Madre Teresa un caso clásico de lo que los estudiosos de la mística, detrás de San Juan de la Cruz, suelen llamar la noche oscura del espíritu. Taulero hace una descripción impresionante de esta etapa de la vida espiritual:


«Entonces somos abandonados de tal forma que ya no tenemos conocimiento de Dios y caemos en tal angustia que ya no sabemos si hemos estados en el camino justo, ni sabemos ya si Dios existe o no, o si nosotros mismos estamos vivos o muertos. De suerte que sobre nosotros cae un dolor tan extraño que nos parece que todo el mundo en su extensión nos oprime. Ya no tenemos ninguna experiencia ni conocimiento de Dios, e incluso todo lo demás nos parece repugnante, de forma que nos parece estar prisioneros entre dos muros» [5].
Todo permite pensar que esta oscuridad acompañó a Madre Teresa hasta la muerte [6], con un breve paréntesis en 1958, durante el cual pudo escribir gozosa: «Hoy mi alma está llena de amor, de alegría indecible y de una ininterrumpida unión de amor» [7]. Si a partir de cierto momento ya no habla casi de ello, no es porque la noche se haya terminado, sino porque ella se ha adaptado a vivir en ésta. No sólo la ha aceptado, sino que reconoce la gracia extraordinaria que encierra para ella.
«He comenzado a amar mi oscuridad, porque creo que ésta es una parte, una pequeñísima parte, de la oscuridad y del sufrimiento en que Jesús vivió en la tierra» [8].
La flor más perfumada de la noche de Madre Teresa es su silencio sobre ésta. Tenía miedo, al hablar de ello, de hacerse notar. Las personas más cercanas a ella no sospecharon nada, hasta el final, de este tormento interior de la Madre. Por orden suya, el director espiritual tuvo que destruir todas sus cartas y si algunas se salvaron es porque él, con permiso de ella, hizo una copia para el arzobispo y futuro cardenal T. Picachy, las cuales se encontraron tras su muerte. El arzobispo, afortunadamente, rechazó la petición que le hizo también a él Madre Teresa de destruirlas.
El peligro más insidioso para el alma en la noche oscura del espíritu es el de... percatarse de que se trata, precisamente, de la noche oscura, de aquello que los grandes místicos vivieron antes de ella y, por lo tanto, formar parte de un círculo de almas elegidas. Con la gracia de Dios, Madre Teresa evitó este riesgo escondiendo a todos su tormento bajo una eterna sonrisa.


«Todo el tiempo sonriendo, dicen de mí las hermanas y la gente. Piensan que mi interior está lleno de fe, confianza y amor... ¡Si sólo supieran cómo mi apariencia gozosa no es sino un manto con el que cubro vacío y miseria!» [9]
Los Padres del desierto dicen: «Por grandes que sean tus penas, tu victoria sobre ellas están en el silencio» [10]. Madre Teresa lo puso en práctica de forma heroica.

2. Madre Teresa de Calcuta y Padre Pío de Pietrelcina
Con ocasión de la canonización de Padre Pío de Pietrelcina, los observadores laicos expresaron el parecer de que la del místico Padre Pío era una santidad arcaica, a diferencia de la de Madre Teresa, la santa de la caridad, que sería una santidad moderna. Ahora descubrimos que también Madre Teresa era una mística (que Padre Pío era también un santo de la caridad bastaba para demostrarlo la obra que él realizó en el «alivio del sufrimiento»).
El error es contraponer estos dos rasgos de la santidad cristiana que vemos, al contrario, con frecuencia unidos admirablemente, esto es, altísima contemplación y intensísima acción. Santa Catalina de Génova, considerada como una de las cimas de la mística, fue desde Pío XII proclamada patrona de los hospitales en Italia por su obra y la de sus discípulos a favor de los enfermos y de los incurables, que recuerda de cerca la de la Madre Teresa en nuestros días.
En un bello artículo, escrito con ocasión de la beatificación, un autor indio define a Madre Teresa como «una hermana para Gandhi» [11]. Ciertamente muchos rasgos reúnen a las dos grandes almas, los dos Mahatma, de la India moderna, pero es aún más justo, creo, ver en Madre Teresa «una hermana para Padre Pío». Les une no sólo la misma veneración de la Iglesia, sino también un mismo ciclón de gloria de parte de la opinión pública mundial. Una se distinguió sobre todo en las obras de misericordia corporales, el otro en las obras de misericordia espirituales. Pero fue precisamente Madre Teresa la que recordó al mundo de hoy que la pobreza peor no es la de los pobres de cosas, sino la de los pobres de Dios, de humanidad y de amor, la pobreza, en suma, del pecado.
El rasgo que más acerca a estos dos santos es, tal vez, precisamente la larga noche oscura en la que vivieron toda la vida. Siempre recordaré la impresión que tuve al leer, en el coro de San Giovanni Rotondo, donde está expuesto en un marco, el relato con el que Padre Pío describía a su padre espiritual el hecho de los estigmas. Él terminaba haciendo suyas las palabras del salmo que dice: «Señor, no me corrijas en tu enojo, en tu furor no me castigues» (Sal 38, 2). Estaba convencido, y esta convicción le acompañó toda la vida, de que los estigmas no eran un signo de predilección y de aceptación de parte de Dios, sino, al contrario, de su rechazo y del justo castigo divino por sus pecados. Fue aquello lo que me abrió los ojos sobre la estatura mística de este hermano mío del que, hasta entonces, me había interesado poco.
Para irradiar luz, estas dos almas tuvieron que pasar la vida en la oscuridad, convencidas, además, de «engañar a la gente». San Gregorio Magno dice que la característica de los hombres superiores es que «en el dolor de la propia tribulación, no descuidan la conveniencia de los demás; y mientras soportan con paciencia las adversidades que les golpean, piensan en enseñar a los demás lo necesario, semejantes en ello a ciertos grandes médicos que, afectados ellos mismos, olvidan sus heridas para atender a los demás» [12]. Esta señal resplandece en grado eminente en la vida de Madre Teresa y de Padre Pío.

3. No sólo purificación
¿Por qué este extraño fenómeno de una noche del espíritu que dura prácticamente toda la vida? Aquí hay algo nuevo respecto a lo que vivieron y explicaron los maestros del pasado, incluido San Juan de la Cruz. Esta noche oscura no se explica con la única idea tradicional de la purificación pasiva, la llamada vía purgativa, que prepara a la vía iluminativa y a la unitiva. Madre Teresa estaba convencida de que se trataba precisamente de esto en su caso; pensaba que su «yo» era particularmente duro de vencer, si Dios se veía obligado a tenerla durante tan largo tiempo en ese estado.
Pero esto no era cierto. La interminable noche de algunos santos modernos es el medio de protección inventado por Dios para los santos de hoy que viven y trabajan constantemente bajo los focos de los medios. Es el traje de amianto para quien debe ir entre las llamas; es el aislante que impide a la corriente eléctrica salir, provocando cortocircuitos...
San Pablo decía: «Para que no me engría con la sublimidad de esas revelaciones, fue dado un aguijón a mi carne» (2 Co 12,7). La espina en la carne, que era el silencio de Dios, se reveló eficacísima para Madre Teresa: la preservó de todo arrobamiento en medio de todo lo que el mundo decía de ella, también en el momento de recoger el premio Nobel de la paz. «El dolor interior que siento –decía— es tan grande que no me afecta nada toda la publicidad y el hablar de la gente».
También esto une a Madre Teresa y a Padre Pío. Un día, Padre Pío, mirando por la ventana a la multitud reunida en la plaza, preguntó maravillado al hermano que tenía al lado: «¿Por qué han venido todos éstos?», y a la respuesta: «Por usted, Padre», se retiró rápidamente suspirando: «Si sólo supieran...».
Pero existe una razón aún mas profunda que explica estas noches que se prolongan durante toda una vida: la imitación de Cristo, la participación en la oscura noche del espíritu que envolvió a Jesús en Getsemaní y en la que murió en el Calvario, gritando: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?». En la carta apostólica Novo millennio ineunte, a propósito del «rostro doliente» de Cristo, el Papa escribe:
«Ante este misterio, además de la investigación teológica, podemos encontrar una ayuda eficaz en aquel patrimonio que es la «teología vivida» de los Santos. Ellos nos ofrecen unas indicaciones preciosas que permiten acoger más fácilmente la intuición de la fe, y esto gracias a las luces particulares que algunos de ellos han recibido del Espíritu Santo, o incluso a través de la experiencia que ellos mismos han tenido de los terribles estados de prueba que la tradición mística describe como «noche oscura». Muchas veces los Santos han vivido algo semejante a la experiencia de Jesús en la cruz en la paradójica confluencia de felicidad y dolor». [13]
La carta cita la experiencia de Santa Catalina de Siena y de Teresa del Niño Jesús; ahora sabemos que se podría citar también el ejemplo de Madre Teresa. Ella llegó a ver cada vez más claramente su prueba como una respuesta a su deseo de compartir el «Sitio» de Jesús en la cruz:
«Si la pena y el sufrimiento, mi oscuridad y separación te da una gota de consolación, Jesús mío, haz de mí lo que quieras... Imprime en mi alma y vida el sufrimiento de tu corazón. Quiero saciar tu sed con cada gota de sangre que puedas hallar en mí. No te preocupes de volver pronto; estoy dispuesta a esperarte toda la eternidad» [14].
Sería un gran error pensar que la vida de estas personas sea toda sombrío sufrimiento. La Novo millennio ineunte, hemos oído, habla de una «paradójica confluencia de felicidad y dolor». En el fondo del alma, estas personas gozan de una paz y alegría desconocidas para el resto de los hombres, derivadas de la certeza, más fuerte que la duda, de estar en la voluntad de Dios. Santa Catalina de Génova compara el sufrimiento de las almas en este estado al del Purgatorio, y dice que éste «es tan grande que sólo es comparable al del infierno», pero que existe en ellas una «grandísima alegría» que sólo se puede comparar a la de los santos en el Paraíso [15].
La alegría y la serenidad que emanaban del rostro de Madre Teresa no eran una máscara, sino el reflejo de la unión profunda con Dios, en quien vivía su alma. Era ella la que se «engañaba» sobre sí misma, no la gente.

4. Al lado de los ateos
En lugar de santos «arcaicos», los místicos son los más modernos entre los santos. El mundo de hoy conoce una nueva categoría de personas: los ateos de buena fe, aquellos que viven dolorosamente la situación del silencio de Dios, que no creen en Dios pero no se jactan de ello; experimentan más bien la angustia existencial y la falta de sentido de todo; viven también ellos, a su modo, en una noche oscura del espíritu. Albert Camus les llamaba «los santos sin Dios». Los místicos existen sobre todo para ellos; son sus compañeros de viaje y de mesa. Como Jesús, ellos «están sentados a la mesa de los pecadores y han comido con ellos» (Cf. Lc 15,2).
Esto explica la pasión con la que ciertos ateos, una vez que se han convertido, se han lanzado sobre los escritos de los místicos: Claudel, Bernanos, los dos Maritain, L. Bloy, el escritor J.-K. Huysmans y muchos otros sobre los escritos de Angela de Foligno; T. S. Eliot sobre los de Giuliana de Norwich. Allí encontraban el mismo paisaje que habían dejado, pero esta vez iluminado por el sol. Este año se celebra el 50º aniversario de la primera representación de «Esperando a Godot», el drama más representativo del teatro del absurdo, pero pocos saben que su autor, Samuel Beckett, en su tiempo libre leía a San Juan de la Cruz.
La palabra «ateo» puede tener un sentido activo y un sentido pasivo. Puede indicar uno que rechaza a Dios, pero también uno que –al menos así les parece— es rechazado por Dios. En el primer caso, se trata de un ateismo de culpa (cuando no es de buena fe), en el segundo de un ateismo de pena, o de expiación. En este último sentido podemos decir que los místicos, en la noche del espíritu, son los a-teos, los sin Dios. Madre Teresa tiene palabras que nadie habría sospechado en ella:
«Dicen que la pena eterna que sufren las almas en el infierno es la pérdida de Dios... En mi alma yo experimento precisamente esta terrible pena de la pérdida, de Dios que no me quiere, de Dios que no es Dios, de Dios que en realidad no existe. Jesús, te lo ruego, perdona mi blasfemia» [16].
Pero se da cuenta de la naturaleza distinta, de solidaridad y de expiación, de este «ateísmo» suyo:
«Quiero vivir en este mundo tan lejano de Dios y que ha dado la espalda a la luz de Jesús, para ayudar a la gente, cargando con algo de su sufrimiento» [17].
Los místicos han llegado a un paso del mundo donde viven los sin Dios; han experimentado el vértigo de precipitarse hacia abajo. Escribe Madre Teresa a su padre espiritual:
«He estado a punto de decir “no”... Me siento como si algo, un día u otro, se tuviera que romper en mí». «Ruegue por mí, para que yo no rechace a Dios en esta hora. No quiero hacerlo, pero temo que pueda hacerlo» [18].
Por esto los místicos son los evangelizadores ideales en el mundo post-moderno, donde se vive «etsi Deus non daretur», como si Dios no existiera. Recuerdan a los ateos honestos que no están «lejos del reino de Dios»; que les bastaría dar un salto para encontrarse en la orilla de los místicos, pasando de la nada al todo. Tenía razón Karl Rahner al decir: «El cristianismo del futuro, o es místico o no será». Padre Pío y Madre Teresa son la respuesta a este signo de los tiempos. No debemos «desperdiciar» a los santos reduciéndolos a dispensadores de gracias o de buenos ejemplos.

5. Nuestra pequeña noche
Los místicos tienen sin embargo algo que decirnos a los creyentes, y no sólo a los ateos. No son una excepción, o una categoría aparte de cristianos. Muestran más bien, como de forma ampliada, lo que debería ser la plena expansión de la vida de gracia. Una cosa aprendemos especialmente de la noche oscura de los místicos, y en particular de la de Madre Teresa: cómo comportarnos en tiempo de aridez, cuando la oración se convierte en lucha, fatiga, un golpe de la cabeza contra un «muro de lamentación».
No es necesario insistir en la oración de Madre Teresa en todos aquellos años pasados en la oscuridad; la imagen de ella en oración es la que todos tenemos aún ante de los ojos. Una serie de bellísimas oraciones se encuentran entre la herencia más preciosa que ella dejó a sus hijas y a la Iglesia. De Jesús, el evangelista Lucas dice que «sumido en agonía, insistía más en su oración», factus in agonia prolixius orabat (Lc 22,44). Es lo que se observa también en la vida de estas almas.
La aridez en la oración, cuando no es fruto de disipación o de pactos con la carne, sino permisión de Dios, es la forma atenuada y común que adopta la noche oscura en la mayoría de las personas que tienden a la santidad. En esta situación es importante no rendirse y comenzar a omitir la oración para entregarse al trabajo, visto que se consigue bien poco estando en oración. Cuando Dios no está, es importante al menos que su lugar permanezca vacío y que no sea ocupado por algún ídolo, especialmente el que llamamos activismo.
Para impedir que esto ocurra es bueno interrumpir cada rato el trabajo para elevar al menos un pensamiento a Dios, o para sacrificarle sencillamente un poco de tiempo. En tiempo de aridez hay que descubrir un tipo de oración especial que la beata Angela de Foligno definía como la oración forzada y que dice haber practicado ella misma:
«Es bueno y muy agradable a Dios que tú ores con el fervor de la gracia divina, que veles y te fatigues al realizar toda acción buena; pero es más agradable y aceptable al Señor si, faltándote la gracia, no disminuyes tus oraciones, tus vigilias, tus buenas obras. Actúa sin la gracia como lo hacías cuando la poseías... Tú haz tu parte, hijo mío, y Dios hará la suya. La oración forzada, violenta, es muy agradable a Dios» [19].
Esta es una oración que se puede hacer más con el cuerpo que con la mente. Existe una secreta alianza entre la voluntad y el cuerpo y hay que usarla para reducir la mente... a la razón. A menudo, cuando nuestra voluntad no puede ordenar a la mente que tenga o no ciertos pensamientos, puede ordenar al cuerpo: a las rodillas que se doblen, a las manos que se junten, a los labios que se abran y pronuncien algunas palabras, por ejemplo, «Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo».
Un místico oriental, Isaac el Sirio, decía: «Cuanto tu corazón está muerto y ya no tenemos la mínima oración ni súplica alguna, cuando Él venga que nos encuentre postrados con el rostro en tierra perpetuamente». Madre Teresa conoció también esta oración «forzada».
«No puedo decirle lo mal que me sentí el otro día; hubo un momento en el que por poco rechacé aceptar. Entonces tomé decididamente el Rosario y lo recé lentamente y con calma, sin meditar ni pensar en nada» [20].
Simplemente permanecer con el cuerpo en la iglesia, o en el lugar elegido para la oración, simplemente estar en oración, es entonces el único modo que queda para continuar siendo perseverantes en la oración. Dios sabe que podríamos ir y hacer cientos de cosas más útiles y que nos agradarían más, pero permanecemos allí, consumimos en blanco el tiempo a Él destinado por nuestro horario o por nuestro propósito.
A un discípulo que se lamentaba continuamente de no poder orar a causa de las distracciones, un anciano monje, al que se había dirigido, le respondió: «Que tu pensamiento vaya donde quiera, ¡pero que tu cuerpo no salga de la celda!» [21]. Es un consejo que también nos sirve a nosotros, cuando nos encontramos en situación de distracciones crónicas que ya no está en nuestras manos poder controlar: que nuestro pensamiento vaya donde quiera, ¡pero que nuestro cuerpo permanezca en oración!
En tiempo de aridez, debemos recordar la dulcísima palabra del Apóstol: «El Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza...» (Rm 8,26 s). Él, sin que lo notemos, llena nuestras palabras y nuestros gemidos de deseo de Dios, de humildad, de amor. El Paráclito se convierte, entonces, en la fuerza de nuestra oración «débil», en la luz de nuestra oración apagada; en una palabra, en el alma de nuestra oración. Verdaderamente, como dice la Secuencia, Él «riega lo que es árido», rigat quod est aridum.
Todo esto sucede por fe. Basta que yo diga: «Padre, tu me has regalado el Espíritu de Jesús; formando, por ello, “un solo Espíritu” con Él, yo rezo este salmo, celebro esta Santa Misa, o estoy simplemente en silencio, aquí, en tu presencia. Quiero darte la gloria y la alegría que te daría Jesús, si fuera Él quien te orara aún desde la tierra». Con esta certeza, concluimos nuestra reflexión orando:
«Espíritu Santo, Tú que intercedes en el corazón de los creyentes con gemidos inenarrables, llama al corazón de tantos de nuestros contemporáneos que viven sin Dios y sin esperanza en este mundo. Ilumina la mente de aquellos que en este momento están delineando la fisonomía futura de nuestro continente; hazles comprender que Cristo no es una amenaza para nadie, sino hermano de todos. Que a los pobres, a los pequeños, a los perseguidos y a los excluidos de la Europa de mañana no les sea quitada, con culpable silencio, la garantía que hasta ahora más les ha defendido del arbitrio de los grandes y de la dureza de la vida: el nombre del primero de ellos, ¡Jesús de Nazareth!».

NOTAS
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[1] Leyenda Perusina, 72 (Fuentes Franciscanas, n. 1626)
[2] Admoniciones, VI (FF, n. 155).
[3] Fr. Joseph Neuner, S.J., On Mother Teresa’s Charism, “Review for Religious”, Sept- Oct. 2001, vol. 60, n.5 [En adelante abreviado: JN] (Los documentos citados en esta predicación me los ha puesto amablemente a disposición la Postulación general de la Causa de Madre Teresa).
[4] “There is so much contradiction in my soul, such deep longing for God, so deep that it is painful, a suffering continual - yet not wanted by God, repulsed, empty, no faith, no love, no zeal.... Heaven means nothing to me, it looks like an empty Place” (JN)
Juan Taulero, Homilía 40 ( ed. G. Hofmann, Johannes Tauler, Predigten, Friburgo en Br. 1961, p.305).
[6] Cf. Fr. A. Huart, S.J., Mother Teresa: Joy in the Night, “Review for Religious”, Sept.-Oct. 2001. vol. 60, n.5 [En adelante abreviado AH].
[7] “Today my soul is filled with love, with joy untold, with an unbroken union of love” (JN)
[8] “I have begun to love my darkness for I believe now that it is a part, a very small part, of Jesus’ darkness and pain on earth” (JN).
[9] “The whole time smiling - Sisters and people pass such remarks - they think my faith, trust, and love are filling my very being… Could they but know - and how my cheerfulness is the cloak by which I cover the emptiness and misery” (AH).
[10] Apophtegmata Patrum, Poemen 37 (PG 65, 332).
[11] G. Varangalakudy, A sister for Gandhi, “The Tablett”, 11 octubre 2003, p. 12.
[12] S. Gregorio Magno, Moralia in Job, I,3,40 (PL 75, 619).
[13] NMI, 27
[14] “If my pain and suffering, my darkness and separation give you a drop of consolation, my own Jesus, do with me as you wish… Imprint on my soul and life the suffering of your heart.... I want to satiate your thirst with every single drop of blood that you can find in me.... Please do not take the trouble to return soon. I am ready to wait for you for all eternity” (JN).
[15] Cf. S. Caterina da Genova, Trattato del Purgatorio, 4 (ed. Cassiano Carpaneto da Langasco, Sommersa nella fontana dell’amore. Santa Caterina Fieschi Adorno, vol. 2, Le opere, p. 96; cf. también vol. 1. La vita, pp. 49 s.
[16] “They say people in hell suffer eternal pain because of the loss of God.... In my soul I feel just this terrible pain of loss, of God not wanting me, of God not being God, of God not really existing. Jesus, please forgive the blasphemy” (JN).
[17] “I wish to live in this world which is so far from God, which has turned so much from the light of Jesus, to help them - to take upon myself something of their suffering” (JN).
[18] “I have been on the verge of saying - No … I feel as if something will break in me one day”. “Pray for me that I may not refuse God in this hour - I don’t want to do it, but I am afraid I may do it” (AH).).
[19] Il libro della Beata Angela da Foligno, ed. Quaracchi, Grottaferrata, 1985, p. 576 s.
[20] “The other day I can’t tell you how bad I felt - there was a moment when I nearly refused to accept - deliberately I took the Rosary and very slowly without even meditating or thinking - I said it slowly and calmly” (AH).
[21] Apophtegmi dei Padri, del manuscrito Coislin 126, n. 205 (ed. F. Nau, en “Revue de l’Orient Chrétien” 13, 1908, p. 279.

EVANGELIO DEL DÍA Y MEDITACIÓN

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Primera lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 2, 12-17

Os escribo, hijos míos, porque se os han perdonado vuestros pecados por su nombre.
Os escribo, padres, porque conocéis al que es desde el principio.
Os escribo, jóvenes, porque habéis vencido al Maligno.
Os he escrito, hijos, porque conocéis al Padre.
Os he escrito, padres, porque ya conocéis al que existía desde el principio.
Os he escrito, jóvenes, porque sois fuertes y que la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al Maligno.
No améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, no está en él el amor del Padre. Porque lo que hay en el mundo —la concupiscencia de la carne, y la concupiscencia de los ojos, y la arrogancia del dinero—, eso no procede del Padre, sino que procede del mundo. Y el mundo pasa, y su concupiscencia.
Pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

Salmo

Sal 95, 7-8a. 8b-9. 10 R/. Alégrese el cielo, goce la tierra

Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor;
aclamad la gloria del nombre del Señor. R/.

Entrad en sus atrios trayéndole ofrendas.
Postraos ante el Señor en el atrio sagrado,
tiemble en su presencia la tierra toda. R/.

Decid a los pueblos: «El Señor es rey:
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente». R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 36-40

En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, ya muy avanzada en años. De joven había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día. Presentándose en aquel momento, alababa también a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.
Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, Jesús y sus padres volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él.

Reflexión del Evangelio de hoy

“El mundo pasa, pero quien cumple la voluntad de Dios permanece para siempre”

En estos días de la Octava de Navidad, la liturgia nos invita a reflexionar y orar los dos primeros capítulos de la primera carta del apóstol San Juan, carta que él divide en tres puntos: Caminar en la Luz, Vivir como Hijos de Dios, En las Fuentes de la Caridad y de la fe, encabezados por una bellísima y profunda introducción, que termina con una exhortación a orar por los pecadores junto con un resumen de la epístola.
Estos dos primeros capítulos de la Carta, están enmarcados dentro de la introducción y el primer punto: Caminar en la Luz. Y, a su vez, en este primer punto, el apóstol señala cuatro condiciones: romper con el pecado; guardar los mandamientos, sobretodo el de la caridad; guardarse del mundo y guardarse de los anticristos.
Concretamente, el texto que nos ocupa hoy, trata de la tercera condición: guardarse del mundo. Para este “guardarnos y defendernos del mundo” nos da unas claves y herramientas:
Su Nombre: En la concepción de los antiguos, el nombre es inseparable de la persona y participa de sus prerrogativas. Así, la invocación del Nombre de Jesús, evoca su poder. Jesús ha vencido al mundo y nosotros podemos vencerlo con sólo invocar su nombre.
Su Conocimiento: Cuanto más ahondemos en su misterio, nos acerquemos a Él para verlo, oírlo, palparlo y contemplarlo, menos fuerza tendrá el Tentador sobre nosotros.
Su Palabra: Que nos hace fuertes y da testimonio de su vida verdadera que permanece en nosotros.
Por último, nos exhorta a no amar el mundo ni lo que hay en él: la concupiscencia de la carne, de los ojos y el amor al dinero. Porque si amamos todo eso  el amor de Dios no está en nosotros, pues no se puede servir a dos señores(Mt 6,24), y es mejor servir a un REY que permanece para siempre, antes que a uno que pasa y se termina.

“Hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación”

El evangelio nos muestra dos momentos: por un lado, el gozoso encuentro de Ana, una mujer consagrada al servicio de Dios día y noche, con Jesús niño, en el templo. Eso le hace alabar a Dios y hablar del Niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén, imagen del pueblo elegido. Y en segundo lugar, nos muestra en breves pinceladas, la vida oculta de Jesús.
Son dos momentos de contraste; por un lado el cumplimiento de las promesas: la llegada del Mesías esperado. Pero, ¿cómo es ese Mesías? ¿Se ajusta a las expectativas de los hombres de entonces y de ahora? ¿Quiénes son capaces de reconocerlo? En este caso se nos habla de una mujer anciana. En otros serán unos pastores… El mismo Jesús, ya adulto, dirá: Te doy gracias, Padre, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla(Mt 11,25).
Por otra parte, el ocultamiento de ese “Mesías esperado” en la cotidianidad de la vida, en el desarrollo y evolución de un niño sometido a sus padres y al cumplimiento de la ley, nos muestra el misterio de la Encarnación de Dios que desmonta todas las falsas imágenes y expectativas que podemos tener de Él.
Señor, danos un corazón nuevo y sencillo para acogerte. Abre nuestros ojos para que podamos verte, pues eres el Dios-con-nosotros. Derrama tu gracia sobre nosotros y haz que no nos cansemos de hablarles a todos de ti.            

Monjas Dominicas Contemplativas
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Monasterio Santa María de Gracia-Casa Federal, Córdoba