lunes, 30 de noviembre de 2020

* PELÍCULAS DE NAVIDAD

 



 

Con la que está cayendo la gente parece estar aburría...

Dimes y diretes, crípticos mensajes con intención de joder, perdón, molestar al personal...

Enciendes la tele, la radio o abres algún periódico y te encuentras a la mansalva de políticos haciendo sus componendas para seguir en el "candelabro"..

Y mientras las redes sociales arden porque ya hace tiempo perdieron el norte  y en vez de un lugar de encuentro y comunicación es un espacio de desencuentro...

Ante esto lo tengo fácil. Apago el móvil y el ordenador mientras enciendo la televisión para ver una cándida película de Navidad que haga, aunque sea de forma irreal, creer en el género humano tan alejado de los valores, de la bonhomía, de la bondad...

De eso escribo en mi semanal tribuna en Andalucía Información.

Jesús Rodríguez Arias


PELÍCULAS DE NAVIDAD

Me he levantado canturreando el villancico “blanca Navidad” y no es porque estemos a semanas de revivir de nuevo el Nacimiento del Niño Dios sino que antes de acostarme una idea revoloteaba en mi cabeza en forma de tímida inspiración.

Os confesaré que aun estando informado de cuanto pasa en España y en el mundo intento alejarme de esa vorágine, de esa guerra sin cuartel, que se ha convertido la política donde los actores principales representan sus papeles con total “credibilidad” y los espectadores, es decir nosotros, nos enfrascamos en batallas cainitas que ponen fin, en el peor de los casos, a amistades de años así como enrarece la relación con nuestros semejantes que era ciertamente buena hasta que nos entregamos a participar en el gran circo que se muestra tras las pantallas, en las hojas de los periódicos ya sean en papel o virtual o por las redes sociales.

Pienso que los españoles de a pie, que somos tú, yo y el resto, estamos hartos de tanta intoxicación, de tanta manipulación, de tantas malas noticias, de estar enfadados con nosotros mismos y también con el resto. La vida es mucho más sencilla, más amable, más normal y corriente que como nos las quieren pintar. Por eso cuando estoy sobrecargado busco relajarme con una imagen de la vida, también del mundo, que aun siendo un poco exagerada existe de verdad. Por eso de un tiempo para acá aparte de leer, escuchar música, pasear, conversar, rezar, escribir, lo que hago es visualizar cómodamente películas de Navidad.

En las películas de Navidad, las americanas, siempre hay una trama amable que te indica que durante estas fechas todo te puede ocurrir, los sueños se pueden cumplir, familias a lo mejor algo alejadas por mil problemas ponen de su parte para encontrarse, el amor nunca encontrado, perdido o destrozado se hace visible y se puede llegar a reconstruir, las personas, los vecinos, dejan apartadas su diferencias y todas luchan por su pueblo o por el lugar donde estén para que la Navidad sea Navidad. Son películas que sabes que van a acabar bien, que no tienen cabida dramas incorregibles, que la bondad natural del ser humano existe, donde todos están unidos en hacer el bien.

Sí, son las películas de Navidad un estudio sociológico que deberíamos prestar más atención ya que estas nos muestran unos valores que existen en nuestras vidas pero nosotros por nuestras prisas e intereses los hemos ido aparcando y así nos va. ¿Ya quién tiene tiempo para escuchar a su semejante sin prisas ni mirar reloj? ¿Quién tiene tiempo para ofrecer a su prójimo una palabra de auxilio, apoyo o consejo? ¿Quién es el que sirve a la comunidad desde la generosidad y el altruismo para engrandecer su pueblo o ciudad? ¿Quién pone sus dones para que nuestras tradiciones y devociones no se pierdan según pasan los años?

Mucho criticamos a los anglosajones su forma de vivir la Navidad pero nos hemos preguntado: ¿Cómo vivimos la nuestra? ¿Nos preparamos? ¿Está nuestro corazón acondicionado para ser portal del Niño? ¿Somos capaces de hacer el Bien sin mirar a quién?

Ahora todos estamos indignados porque no vamos a poder celebrar la Navidad como toda la vida aunque sepamos que este virus está destrozando todo. Sé que es difícil no cenar o almorzar con toda la familia, sé es difícil no nos podamos ver, sentir, tocar, llorar o reír porque tenemos que guardar las normas y lo más es hablarnos vía telemática. Muchos dicen que este año no hay Navidad, algunos incluso desearían que esto fuera cierto, pero siento llevaros la contraria porque va a celebrarse como todos los años, con condiciones distintas, Ya que Jesús Niño nos volverá a nacer en la madrugada del 25 de diciembre para traernos a este mundo, que ni siquiera quiere luces que iluminen y alegren nuestros días, Amor, Paz, Fe y Esperanza, de las que estamos tan escasitos.

Por eso intento envolver mi día a día con los buenos sentimientos que marcan las películas de Navidad mientras el mundo se emputece cada día más viciado de tan malas noticias que nos llenan de resentimiento.

“Oh, blanca Navidad, sueños/ que todo es blanco alrededor/ blanca Noche Buena/ mi mensajera/ de Paz y de buen Amor.”

Jesús Rodríguez Arias

lunes, 23 de noviembre de 2020

*ENFADOS VÍA WHATSAPP

 


 

Que la sociedad, que el mundo que conformamos tú, yo y todos los demás, está fatal no hace falta ni decirlo...

Una sociedad que se relaciona por medio de las redes sociales, WhatsApp y demás aplicaciones de mensajería refleja hasta que punto vivimos en la irrealidad, la nuestra no la de otros...

Y si nuestra vida se desarrolla en lo virtual nuestras afinidades, relaciones y enfados también. 

Pues de eso va mí semanal tribuna en Andalucía Información San Fernando.

Jesús Rodríguez Arias 


ENFADOS VÍA WHATSAPP

Es de todos conocido que existen lugares para palpar como está la sociedad. Existen sitios donde te puedes sentar para disfrutar de ese momento solo o en compañía y que con solo observar puedes dirimir lo que sienten, piensan u opinan los demás. Son las plazas y parques de ciudades y pueblos así como las terrazas de cafeterías y bares ventanas perfectas para saber cómo anda el mundo.

Un ejemplo: El otro día tuve que ir a una localidad de la Bahía de Cádiz pues tenía que firmar unos documentos que había dejado pasar con el tema de la pandemia y que ya no podían esperar más. Una vez concluido el trámite, que es más engorroso si cabe con la cantidad de normas ahora establecidas, nos sentamos Hetepheres y yo en la terraza de un bar para tomar algo que nos sirviera de aperitivo y poder así disfrutar del solecito y del muelle pesquero que se abría a nuestras miradas mientras escuchábamos el graznido de las gaviotas. Cómo soy observador y aprovechando que mi mujer hacía innumerables gestiones telefónicas del negocio familiar vi como se acercaban a la mesa contigua a la nuestra, separada con la medida distancia de seguridad, dos señoras de cuarenta y tantos largos que iban conversando de un tema que no le presté atención porque carecía de interés aunque su tono normal de voz era más bien alto.

Vino el camarero, pidieron, y fue ahí cuando empieza una trama y un “drama” que me sirvió para reflexionar. Una de ellas, la que más hablaba, recibe una llamada de una persona que le informa de sopetón que “noséquién” la había echado del grupo de WhatsApp. ¿Qué? ¿Cómo? ¿Pero esa que se ha creído? ¡A mí no me echa nadie! La amiga observaba calladamente, no le quedaba otra, y entonces haciendo caso omiso a la caña de cerveza y el platito de aceitunas empieza a escribir por el móvil, me imagino a la administradora del grupo, mientras hace aspavientos porque la misma pasa de ella y entonces llama por teléfono y a grito pelado le explica a quién le informó antes: “No me responde “lahijadelagran…” ¿Qué jarcheo? ¿Eso ha dicho? ¡Qué se quede con el grupo, con el “guasa” y con todas sus castas! Se palpaba la tensión y el mal ambiente en la hasta entonces tranquila terraza.

Esto que os he explicado es verídico y un reflejo de nuestra sociedad porque ya la gente se enfada vía WhatsApp o por las redes sociales. Sí, hemos creado un mundo lleno de individuos enchufados todo el santo día al móvil, al ordenador, donde transitan por las calles virtuales donde son muy conocidos pero que desconocen lo que es el mundo real. En el tren, en el metro, casi nadie habla con el otro, casi nadie lee, porque todos fijan su mirada en el mega móvil que tienen en las manos mientras escuchan música. Todos aislados de todos…

“Con lo bien que vivía yo sin Facebook”. Esta aseveración la he escuchado en más de una ocasión de personas queridas que se manejan muy bien por las redes. Mi respuesta: Sí y no. Sí porque Facebook, sobre todo, se ha convertido un patio de vecinos mal avenidos donde los insultos, chismorreos y puñaladas traperas están a la orden del día. Un lugar que podría ser un lugar de encuentro, que lo es, de información, de sano cachondeo, de compartir y de conocer a otras personas que son buenas de verdad lo hemos convertido en un pozo negro lleno de hedor. He visto, también lo he sufrido, como de la noche a la mañana la gente te quiere a rabiar y después te odia a muerte vaya usted a saber por qué…

Cada día que pasa soy más escéptico y no solo en las redes sociales, cada día que pasa me reafirmo en la idea que prefiero quedarme con las personas que quiero de verdad y lo demás se lo dejo a los demás.

Pobre mundo que necesita de un cacharrito, llámese móvil, tablet u ordenador, para relacionarse mientras olvida a quiénes tiene al lado. Por eso cuando se estropean nos damos patadas en el culo para comprar otro porque en verdad nuestra vida es tan plana, vana y efímera como la pantalla de un móvil…

Jesús Rodríguez Arias



lunes, 16 de noviembre de 2020

* ÁNGEL REVALIENTE



Hoy lunes dedico mi semanal tribuna en Andalucía Información a un periodista de raza, un profesional que ha hecho escuela desde su natural bonhomía y el rigor que le ha acompañado toda su vida, un jerezano que ama su tierra, un amante del deporte, de la vida...

Sí, hoy quiero dedicar este artículo a modo de humilde homenaje a la persona y la figura de Ángel Revaliente Domínguez que el pasado miércoles 11 de noviembre se jubiló tras casi 48 años contando lo que pasaba a nuestro alrededor.

Con mi admiración, respeto y cariño.

Jesús Rodríguez Arias

 

ÁNGEL REVALIENTE



Este pasado miércoles 11 de noviembre se jubilaba mi querido amigo, hermano en la Fe y en la Redención, Ángel Revaliente Domínguez tras casi cinco décadas dedicándose a la gran vocación de su vida como ha sido el periodismo cuyos estudios se pudo sacar gracias a que ya a los 17 años trabajaba para poder pagárselos. Estamos hablando de unos de esos periodistas de raza, de esos que lo aprendido en las aulas se complementan con la voz de la experiencia que da la calle. Nada menos que cuarenta y ocho años dedicado a un oficio con un rigor y un carisma que lo han convertido en uno de los grandes referentes en Jerez de la Frontera.

Permitidme haga hincapié en su luenga labor periodística pues pienso que además de generar interés es poner en valor una profesión cuya dedicación es casi exclusiva y que va mucho más de las publicaciones de corta y pega que componen el callejero cibernético y digital tan prolijo en la actualidad como se puede comprobar a diario en las distintas redes sociales.

Los inicios de Ángel Revaliente se remontan a 1972 en La Voz del Sur. Al cierre del periódico en 1984 fue transferido a la Junta y junto José María Pomar y José Alberto Chichón puso en marcha el primer gabinete de prensa de la Junta en la provincia de Cádiz. Este trabajo lo compaginaría con la corresponsalía deportiva de ABC. Fue en 1994 cuando se incorporó al grupo Publicaciones del Sur. También ha llevado las corresponsalías de As, Sport y Área11. Fue en 2013 cuando arranca también en Publicaciones del Sur un proyecto en la televisión con el programa Minuto 91 y Básico en Ondaluz Jerez, hoy 7TV.

Aunque su labor se ha centrado en el periodismo deportivo en Jerez de la Frontera, donde es considerado un verdadero referente, también ha metido  manos en los manojos hablando de cofradías o de la vida social y política de la ciudad a la que ama y conoce al cien por cien.

Con la jubilación de un periodista de la clase de Ángel Revaliente se marcha una especie en vía de extinción pues ha sido educado en esa clase de valores que es investigar desde el rigor ese hecho que puede ser noticiable y ofrecerlo al resto del mundo tal cual es sin interpretaciones torticeras y maledicentes que distraen más que informan. Esa es la diferencia entre los comunicadores y periodistas con mayúsculas de los que no lo son.

Pienso, querido Ángel, que el primer día después del de tu jubilación laboral, pues periodista lo serás toda la vida, te habrás encontrado raro pues no tienes la obligación de seguir ese rastro que te lleve a la exclusiva, no tienes que mirar el reloj para ir a la redacción, no tienes ya que anteponer el ejercicio de tu profesión a los compromisos familiares, de tu hermandad o de otros ámbitos de la vida. Estarás algo más relajado pero seguro que echas de menos ese gusanillo que hacía te acostaras y levantaras cada día pensando en ejercer la que ha sido tu profesión desde esa clase de honradez que siempre ha sido en ti tan característica. Ahora toca descansar, disfrutar más de los tuyos, cuidarse y seguir colaborando en Andalucía Información o donde te llamen porque hay que seguir aportando esa necesaria visión de las cosas que solo se adquiere cuando uno acrisola una gran experiencia y madurez en la vida.

Nuestra amistad llegó como llegan las cosas que vienen de Dios. Fue gracias a la Exaltación de la Navidad de 2018 y que realizó nuestra querida amiga y hermana Ana María Gutiérrez que me propuso que la presentara, cosa que hice encantado. Gracias a esa llamada pude conocer a una joven cofradía que es en sí una gran hermandad como la Redención Salesiana de Jerez y los buenos cofrades que la integran como Agustín Llamas, su Hermano Mayor, Rafa López Ruiz, Jesús García Cantalejo, Juan Evangelista, Raúl Vargas, Domingo del Castillo entre muchos otros.

Hoy he querido rendir mi homenaje a Ángel Revaliente con el que tengo el honor de seguir colaborando en las páginas de Publicaciones del Sur. Él en Jerez y el que suscribe en San Fernando.

Gracias Ángel por tu amistad y enseñanzas. Nos debemos una buena tertulia en Villaluenga del Rosario.

Jesús Rodríguez Arias

lunes, 9 de noviembre de 2020

*¡LA CASERÍA NO SE TOCA!

 


 

Comienza una semana en la que se podría escribir de multitud de temas, todos de candente actualidad, todos importantes y que llegaría a todos los niveles. 

Pero he optado por escribir de uno más íntimo como es la agresión de la Demarcación de Costas hacia La Casería que por regenerar la playa son capaces de llevarse todo por medio incluido las coloristas casetas de pescadores, el restaurante "La Corchuela" o la mítica "Cantina El Titi" que es viejo navío cuyo capitán es nuestro buen amigo Bartolo Muñoz.

Pues de eso escribo y ya me conocéis que soy bastante claro pues hay temas que hay que defenderlos a cara descubierta y no con diplomáticas ambigüedades.

Jesús Rodríguez Arias


¡LA CASERÍA NO SE TOCA!

No salimos de una para meternos en otra. En esta enferma y preocupada España con un virus que campa a sus anchas dejando enfermos, muertos y familias destrozadas, en un país donde los sanitarios se enfrentan a una pandemia de inusitada virulencia donde el número de contagiados y fallecidos no importa tanto en el terreno personal sino como simple estadística que será más o menos real según el gobierno, central o autonómico, que le toque gestionar esta debacle social, económica y sanitaria.

En esas estamos cuando el pasado jueves nos llega la noticia de que la Demarcación de Costas en Andalucía - Atlántico se quiere cargar literalmente La Casería. Con el objetivo de regenerar la playa ha notificado a los dueños de las casetas así como a la mítica “Cantina El Titi-Bartolo como a La Corchuela que en el plazo de diez días tienen presentar documentación requerida o abandonar las instalaciones con la pretensión de derruir todo. La fría burocracia se vuelve gélida cuando atentan contra la vida de muchas personas y también con los sentimientos de toda una ciudad.

La máxima autoridad de la ciudad ha comunicado al delegado del gobierno en Cádiz y la delegada del gobierno en Andalucía protesta oficial. Imagino que siendo todos del mismo partido esta actuación por parte de Costas no habrá sido una “sorpresa”. Vamos digo yo…

Lógicamente la respuesta ciudadana ha sido inmediata y hasta se ha creado una plataforma denominada “SOS Salva la Casería de Ossio” e incluso están pidiendo firmas contra el expediente iniciado por la Demarcación que no olvidemos es un departamento que depende del ministerio de Transición Ecológica y el Reto Demográfico que está dentro de la vicepresidencia cuarta del gobierno de España que ocupa Doña Teresa Ribera Rodríguez. Lo digo pues si al final atentan contra ese cachito tan de La Isla sepamos a quienes en verdad tenemos que pasar factura aunque espero y deseo que esta situación se reconduzca y todo quede en un mal recuerdo.

¿Os imagináis La Casería de Ossio sin las coloristas casetas de pescadores, sin la Corchuela y sin la Cantina El Titi-Bartolo? No, no lo podemos ni siquiera imaginar porque la imagen que todos tenemos de esta coqueta y sencilla playa es precisamente la que hemos visto desde siempre y que ahora está en peligro porque unos grises burócratas dirigidos por mediocres políticos quieren llevar a efecto el proyecto global del gobierno presidido por Pedro Sánchez a favor de la recuperación de todo el borde costero en línea con las actuaciones que se llevan a cabo en contra del cambio climático tal y como ha argumentado el mismo jefe de la demarcación D. Patricio Poullet días pasados. Ahora resulta que la culpa del cambio climático la tienen las casetas, La Corchuela, el Bartolo y La Casería. ¡Menos cuento caperucita!

Espero den decididos pasos para llegar a un “entente cordiale” porque si no es así San Fernando se va a poner en pie de guerra como lo hizo en antaño para defender lo suyo, porque con nuestra historia y con nuestras cosas no se juega.

Estamos hartos de que jueguen con nuestra salud, estamos hartos jueguen con nuestra economía familiar, estamos hartos de que quieran destruir todo lo que es tan nuestro como es La Casería, su playa tal y como la conocemos.

Los niños y jóvenes de mi generación todos hemos visto la inolvidable serie de “Verano azul”, incluso hay expertos en esta materia. Todos nos acordamos de Chanquete y con este caso que atenta contra La Casería me viene a la mente la canción que interpretaron aquellos chiquillos cuando intentaron despojar al viejo marinero de su barco anclado en tierra.

Nosotros podríamos cantar esta versión: “De la Cantina de Bartolo no nos moverán, de la Cantina de Bartolo no nos moverán porque en ella él tiene su vida no nos moverán”.

Y si nos mueven o lo que es peor si nosotros los ciudadanos de a pie no hacemos nada y el gobierno arranca un trozo del corazón de nuestra Isla habremos perdido más de lo que nos podemos llegar a imaginar, habremos perdido para siempre un lugar con inmenso sabor a cañaílla.

Todo mi apoyo a los afectados y en especial a mi buen amigo Bartolo y toda su tripulación.

Y ojo avizor pues #lacaserianosetoca

Jesús Rodríguez Arias 



martes, 3 de noviembre de 2020

* TOQUE DE QUEDA

 



 


Qué la situación está complicada no hay ni que salir a la calle para comprobarlo, qué mucha culpa la tenemos los españolitos de a pie eso es seguro pero también nuestros gobernantes que son de tirar la piedra y esconder la mano...

Estamos en una pandémica España que vive en un sempiterno estado de alarma con cierres perimetrales y toques de queda que serán la antesala del temido por todos confinamiento total que parece estar más cerca de lo que nos imaginamos.

Un vocabulario muy marcial es el que impera y que he querido exprimir en mi semanal tribuna en Información San Fernando que se publica en martes después del fuente festivo que hemos vivido y que la mayoría no ha disfrutado.

Jesús Rodríguez Arias


TOQUE DE QUEDA

Toque de queda, cierre perimetral, confinamiento, estado de alarma hasta el mes de mayo de 2021 que ya es decir, amén de toda una retórica que en el mejor de los casos pone la carne de gallina y todo porque entre unos y otros no hemos hecho las cosas como debíamos con la maldita pandemia que sigue asolando todo el planeta.

En estos momentos estamos respirando el miedo que nos han inoculado de marzo para acá y aunque la cosa es bastante seria hay algunos que viven sin vivir en sí por temor a ser contagiados. Pienso que no hay nada más malo que vivir con miedo, en ese eterno desasosiego de pensar en algo que puede ocurrir o no. Conozco muchos casos y hasta puedo entender esa sensación en personas mayores o con enfermedades crónicas pero hay otros que incluso no cumplen con sus obligaciones porque temen salir de la burbuja de su casa y esa es una forma también de estar enfermo pues está contagiado de ese virus llamado sinvivir.

Me vais a permitir que intente destensar la grave situación que estamos padeciendo porque no es bueno que estemos pensando constantemente en lo mismo.

Todos los conceptos de prohibiciones a las que estamos siendo sometidos los españoles tienen un carácter muy recio y marcial que en otros lares de esta piel de toro no estarán acostumbrados a ellas pero que en San Fernando es lo más normal y corriente pues esta Villa que se convirtió en 1813 en Ciudad está ligada por siempre a la Armada Española.

Para los isleños de mi generación, anteriores y posteriores, no le es nuevo la terminología castrense que con el paso de los años se ha ido convirtiendo en coloquial.

En La Isla Lepanto no solo es una batalla ni el nombre de un brandy sino el gorro blanco tradicional de la Armada y todos sabemos lo que es el peto o el mismo tafetán. Quién no se acuerda de esas expresiones, tan recurrentes en el día a día, como franco de ría o de paseo siendo la primera el permiso para los marinos y que se remonta a los tiempos antiguos de la Marina en la que los marineros disponían de permiso para lo cual tenían que llegarse en bote a puerto franqueando la ría desde la embarcación fondeada en la costa. Franco de paseo, como su nombre indica, es el permiso para los marinos para bajar a tierra pero volver a dormir en la embarcación.

Los que hemos hecho la mili y lo decimos nos estamos convirtiendo en unos excéntricos. Soy del 5º del 88, que ya ha llovido, y desde aquí envío un recuerdo a todos mis compañeros de curso por si alguno me está leyendo en estos momentos. En mi época de instrucción salíamos a pasear todos los días del cuartel revestidos con uniforme aunque debíamos volver a dormir y estábamos deseando que llegara el ansiado viernes, si no teníamos guardia, para que nos dieran franco de ría. Visto lo visto pienso que ha sido un error el quitar el servicio militar porque nos inculcaban sentimientos patrios, besábamos la bandera juramentando defender a España amén de ser una escuela de valores que se transmitían a las nuevas generaciones y que ahora no se dan por ningún lado. Hemos creado unos jóvenes, no se puede generalizar, descreídos, egoístas, solitarios, hedonistas y tiquismiquis a los que no se les puede decir nada porque creen saberlo todo.

Haciendo uso del léxico marino a nuestra España le están dando por babor y estribor y no solo la pandemia sino la gestión de algunos incorregibles depredadores llamados políticos que nos están llevando literalmente a la ruina.

España necesita que todos nos integremos a modo de zafarrancho de combate para vencer al Covid y después mandar a sus casas, algunos con carcelario confinamiento, a tantos sinvergüenzas que manejan nuestras vidas e intereses a su antojo porque si no lo hacemos ni gritarán “hombre al agua” cuando estemos ahogándonos en la enfermedad pues estaremos contagiados por el virus de la pobreza, de la indolencia y de la soberana estupidez.

Dios quiera que entre todos podamos vencer a esta pandemia así como a la crisis económica que tenemos encima para volver a ser lo que fuimos aunque eso será si nos dejan…

Jesús Rodríguez Arias