lunes, 30 de octubre de 2023

* EL VIEJO CEMENTERIO

 

No recuerdo donde estaba, solo sé que era un viejo cementerio...

En mi semanal artículo de todos los lunes en San Fernando Información os lo cuento.

Jesús Rodríguez Arias



EL VIEJO CEMENTERIO

No recuerdo donde estaba, solo sé que era un cementerio muy antiguo.

El pueblo, que ahora no soy capaz de situarlo geográficamente, era bonito, se veía que estaba habitado por muy pocas personas. La Iglesia era antigua y el cementerio viejo.

No era muy grande, no había nichos como estamos acostumbrados sino tumbas de granito o enterramientos en tierra. Estos son los que más me impresionaron pues hacen ver a los que estamos vivos eso de que al final en polvo nos convertiremos.

Todo el que me conoce sabe que no soy mucho de ir a tanatorios y cementerios, pero cuando viajo y llevo una vida algo itinerante ofrezco la penitencia de visitar cada camposanto de los pueblos y lugares que recorra, así como rezar un Padrenuestro por las almas de los difuntos. No hay bofetada de lo que es la realidad que visitarlos y comprobar cuál va a ser el final físico de nuestros días.

El viejo cementerio del que os hablo, que estaba resguardado con muros de piedra, con un portalón muy antiguo de madera y una cruz arriba de esta, me llamó mucho la atención no tanto los enterramientos en mausoleos sino la tumba cavada en tierra, con una cruz de finales del siglo XIX o principios del XX, de hierro y sin ningún nombre que detallara la persona que allí descansaba en paz.

Todas las demás tenían su ramo de flores ya sea del tiempo como artificial pero la tumba sin nombre no lucía más que una seca margarita sobre ella. Recé por todos y especialmente por quién estuviera bajo tierra por los siglos de los siglos en el mayor de los anonimatos.

La tumba sin nombre me hizo reflexionar…

Cuando dejamos este mundo nos entierran y rotulan nuestros nombres en la lápida para que sirva de recuerdo permanente, para que nos recen nuestros seres queridos. Es una forma de no pasar al olvido cuando en verdad casi todos lo estaremos pasado un tiempo prudencial.

Me llegué a plantear esta última cuestión que incluso he llegado a compartir esta reflexión con Hetepheres. Me gustaría ser enterrado, cuando Dios decida que ya no hago nada en esta vida, en una tumba sin nombre. El lugar, la verdad sea dicha no me importa, pero puesto a elegir me gustaría un camposanto más bien pequeño y si es en un pueblo olvidado pues mucho mejor.

No soy hombre de ir a cementerios, salvo cuando llevo una vida errante por estos mundos de Dios, y por eso sé que es mejor que te recuerden y recen por ti desde donde esté cada uno que ir al camposanto a limpiar el polvo a la tumba mientras se renuevan las florecillas, aunque respeto y admiro a quién lo haga.

Cuando pasen los años, incluso las décadas, y ya nadie recuerde de mi existencia seguro que si visitan ese viejo cementerio también entonan una oración por aquella tumba sin nombre como yo hice, lo sigo haciendo, cuando visito pueblos que también tienen un vetusto cementerio.

La vida hay que vivirla y aprovecharla para amar, para hacer mucho por los demás, para dedicarse a servir a todos sin excepción desde el ámbito de actuación que cada uno tenga asignado. Desperdiciamos muchos días en vivir pensando únicamente en nosotros mismos, en nuestras particulares apetencias, como si el prójimo no existiera o no nos interesase. Después cuando uno cierra los ojos a este mundo ya no hay arreglo pues lo hecho y lo dejado de realizar serán las credenciales que presentemos ante Dios y que dirimirá si somos merecedores o no del descanso eterno.

Una bonita tumba, con los nombres grabados con arte y esmero, de nada sirve porque al final, cuando la pátina del tiempo repose también en nuestros quebrados huesos, nadie nos recordará y si lo hacen es por herencia familiar.

Pienso que es mejor reposar en una tumba sin nombre en un olvidado, perdido, y viejo cementerio…

Este próximo jueves es el día de los difuntos y por eso te ruego reces por los fieles difuntos, los de tu familia, los olvidados y las benditas almas del purgatorio. Es un acto de caridad que siempre obtiene recompensa.

Jesús Rodríguez Arias


lunes, 23 de octubre de 2023

* DÍA DEL CERRO

 


 

Mis recuerdos del día del Cerro tienen olor a frutos secos y frutas de temporada...

Tienen sabor a La Isla de mi infancia.

Hoy 23 de octubre, día de San Servando y San German, quiero escribo de este tema en mi semanal tribuna de todos los lunes de San Fernando Información.

Jesús Rodríguez Arias


DÍA DEL CERRO


Era el tiempo en el que mi madre iba a Tejidos Aparicio y Calzados Carmelín para hacer las compras que nos tenían que durar como mínimo todo el invierno. Pantalones, camisas de franela, calcetines de lana, algún que otro jersey. Al nacer el último y a años de diferencia con mis hermanos la ropa no la podía heredar como hubiera sido lo normal en una casa como la nuestra.

Los zapatos, estilo Gorila, se los compraba a Carmelín en su zapatería más adelante en la esquina de Manuel de Falla estaba situada la Pastelería Nuestra Señora del Carmen y sus tradicionales bollos de leche espolvoreados con azúcar. Cuando entrabas en el salón estaba dividido en el despacho de dulces y al final del mostrador una barra donde los habituales tomaban una copa de vino con una tapa de buen queso. Siguiendo por la misma acera te encontrabas Papelería “El Cano”.

El chaquetón en casa no se compraba pues se heredaba el de paño de la Marina. Mi abuelo Félix era coronel de Infantería de Marina y en casa sus chaquetones eran remendados para que nos sirvieran tanto a mi hermano como a mí.

Era octubre y el frío húmedo tan característico en nuestra tierra ya había hecho acto de presencia en la semana donde toda La Isla celebraría el Día del Cerro.

Recuerdo a mi madre María del Carmen y Tata, inseparables hasta el último día, preparar todo para que los niños vivieran la tradición con mayúsculas de ese día en que todo San Fernando se trasladaba al Cerro de los Mártires y allí celebrar la festividad de San Servando y San German que según dicen fueron martirizados hasta morir en ese lugar.

Frutos secos y frutas de temporada era lo que allí se consumiría. Fe y Tradición en el sentido más auténtico. Una de las fechas señaladas para todos los cañaíllas, festivo local. En el Cerro se podían ver desde la chiquillería venida de todos los lugares de San Fernando hasta adultos y ancianos pasando por jóvenes que reían y tocaban la guitarra. Era algo tan nuestro que, por muchos intentos, siempre loables, de recuperar la fiesta hoy en día ya nunca podrá ser lo que antaño fue.

El día del Cerro tal y como lo conocimos los de mi generación murió a manos de la celebración cada 24 de septiembre fecha de la sesión de Cortes Constituyentes de 1810 que tuvieron lugar en la Casa de Comedias, hoy Real Teatro de las Cortes.

Una fiesta que conmemora un innegable e importante hecho histórico defenestró casi al olvido durante algunos años al llamado día del Cerro que se celebraba tal día como hoy lunes en La Isla de León. Una vez más una fiesta laica de nuevo cuño se llevó por delante otra de origen cristiano como la de los copatrones San Servando y San Germán que hoy en día se pone en valor con un programa de actos cultuales y lúdicos que son de justicia reseñar.

Con este artículo solamente quiero reivindicar los recuerdos de miles de isleños que vivieron en primera persona lo que en tiempo fue el día del Cerro con sus condicionantes litúrgicos y devocionales, así como eminentemente tradicional. Seguramente, quién lo puede saber, la fiesta que se celebraba cada 23 de octubre estaba por aquél entonces destinada a morir como tantas otras tradiciones y que la celebración del 24 de septiembre ha puesto en valor el constitucionalismo de esta noble, invicta y bicentenaria ciudad, aunque hay que decir que esta efeméride también ha perdido algo de esencia en los últimos años.

En mi caso intento mantener en el cesto de los recuerdos que huelen a frutos secos como castañas, almendras, avellanas de los toros y frutas de temporada. Las vivencias cuando se observan con los ojos de la niñez siempre parecen más dulces pues todo queda remarcado con los colores que dan la inocente expectación y alegría. La vida, aunque en mi casa por aquellos tiempos era difícil, se puede decir que se desarrollaba desde la más absoluta normalidad.

Quiero dedicar este artículo a un querido amigo y hermano que hoy precisamente cumple años.

Jesús Rodríguez Arias

lunes, 16 de octubre de 2023

* CAÑAÍLLA ERRANTE

 

Pienso que ser cañaílla errante no es una condición sino un estilo de vida.

Y de esto os hablo en mi semanal tribuna de todos los lunes en San Fernando Información.

Jesús Rodríguez Arias



CAÑAÍLLA ERRANTE




 

Muchos son los que me han dicho, algunos con sorpresivo interés y otros con agrado, que les gusta lo que he escrito como estado en WhastApp: Cañaílla errante. Es mi carta de presentación pues así me siento.

Errante por decisión propia ya que un día nos liamos la manta a la cabeza y nos fuimos a vivir a la que es La Atalaya de nuestra vida en un pueblo único en todos los sentidos como es Villaluenga del Rosario. Errante porque desde el pasado año pasamos temporadas en este pueblo de la Cantabria interior, que tanto me está enseñando, con muy pocos habitantes, que está vivo gracias a los que residen todo el año y los hijos del lugar que tienen casa y segunda residencia. Errante porque soy y me siento Libre sin apenas ataduras.

Creo que esta condición personal es en verdad un estilo de vida. Ser un cañaílla errante para mí es ser un poco ciudadano del mundo sin perder de vista tus propias raíces. Podré vivir en muchos sitios, nutrirme de muchos lugares, aprender de todos y en todos los países, ciudades y pueblos que conozca, pero siempre seré, porque así lo quiso Dios, cañaílla y callejolero.

Cuando transito el camino de la madurez, cuando la vida ya va teniendo demasiados recuerdos, cuando ya puedes echar la vista atrás, cuando vas adquiriendo esa clase de experiencia vital que haces veas todo con distintos ojos, que la mirada aun pareciendo cansada todavía alberga grandes dosis de ilusión, Fe y Esperanza, cuando uno ya sabe lo que quiere, a quienes quiere, y lo que no, es el momento en el que comprendes que sin raíces no eres nada ni nadie.

Estoy orgulloso de ser originario de La Isla, de la Constitucional y Bicentenaria Ciudad de San Fernando, de un barrio humilde y marinero que tiene como Reina y Madre a la Santísima Virgen del Carmen Coronada. De una ciudad a la que querré mientras viva, aunque poco a poco vaya perdiendo su propia identidad. Esto no es un mal exclusivo, sino que por culpa de la globalización y de la programación de quienes lo agendan todo son ya muchos lugares los que paulatinamente han ido perdiendo su sello. Esto, gracias a Dios, no ha llegado todavía a los pequeños pueblos llámese Villaluenga del Rosario, llámese Loma Somera, o llámese como se quiera. Es verdad cuando se dice que en los pueblos se mantiene intacta la historia, las tradiciones, devociones, que son propias de nuestra bendita España.

Será por eso por lo que muchos para vivir elijan los pueblos a las ciudades, serán por eso busquen la pureza en los lugares que todavía son auténticos.

Yo soy inmensamente feliz donde esté mi Familia, es decir, Hetepheres. Mi mujer es pilar fundamental y aunque ella piense que es una exageración puedo decir sin temor a nada que es la que ha puesto el vibrante color del amor en mi propia existencia. No entiendo la vida sin ella para mí mayor alegría.

El sol cae meloso, el aire ya es más fresco que en días anteriores, el verdor empieza a predominar haciendo que la vista descanse en mullidos valles y montañas donde pacen las Tudancas. Enriqueta a la sombra en el patio mientras Hetepheres lee aprovechando los últimos rayos de sol y Fernanda entra y sale de la casa. Miro por la ventana de mi escritorio-cocina aquí en Loma Somera y observo como Carmen riega sus floridas macetas. Jesús, con sus quehaceres mientras Mastina sigue plácidamente sentada. Siempre tendré a Luna en mis recuerdos.

Por experiencia sé que la vida se dibuja mejor con los colores de la sencillez…

Jesús Rodríguez Arias

lunes, 9 de octubre de 2023

* JESÚS NARCISO NÚÑEZ CALVO

 


Mi semanal tribuna en San Fernando Información de este lunes 9 de octubre va dedicada a modo de carta abierta a mi buen y admirado amigo Don Jesús Narciso Núñez Calvo, coronel de la Guardia Civil (r) y doctor en Historia que hasta el pasado 27 de septiembre ha ostentado la jefatura de la Comandancia de Cádiz para pasar a la reserva.

Jesús Rodríguez Arias



JESÚS NARCISO NÚÑEZ CALVO

Artículo San Fernando Información lunes 9 de octubre

Despedida del Coronel Núñez Calvo de la Jefatura de la Comandancia de la Guardia Civil de Cádiz 
el martes 26 de septiembre de 2023
Fotografía publicada en Tribuna Benemérita

Escribo este artículo, en la semana donde celebraremos el día de la Fiesta Nacional de España, de la Hispanidad, y de la Virgen del Pilar, Patrona de la Guardia Civil, a modo de carta abierta.

Mi querido amigo Jesús:

El pasado 27 de septiembre cumpliste la edad reglamentaria para pasar a la escala de reserva después de más de cuarenta y dos años sirviendo a España y a la Guardia Civil siendo tu último empleo el de coronel jefe de la Comandancia de Cádiz.

Más de cuatro décadas donde has servido en las Comandancias de Guipúzcoa, Móvil de Sevilla, Melilla, Santa Cruz de Tenerife, Algeciras y Cádiz, así como en la Jefatura del Servicio Fiscal y en el Gabinete del director general del Cuerpo.

También has tenido la oportunidad de prestar servicio como Guardia Civil en Venezuela, Bosnia-Herzegovina, Nicaragua, Irak, Líbano y Guatemala, unas veces en Operaciones de Mantenimiento de la Paz, formando parte de coaliciones internacionales de Naciones Unidas o de la OTAN, así como de Asistencia Técnica Policial y de Cooperación Policial, en los compromisos internacionales adquiridos por el Gobierno de España.

Opino al igual que Antonio Mancera, director de Tribuna Benemérita, en su columna del 27 de septiembre, que la noticia de tu pase a la reserva no es buena para la Guardia Civil ya que se ha dejado marchar un ejemplo de los valores ahumadianos durante todos estos años de servicio.

Soy de los muchos que piensan que tenías que haber continuado tu carrera como General de Brigada no siendo así por responsabilidad eminentemente política, dígase ministro del interior y director general, porque en el cuerpo contabas con todas las bendiciones.

Amigo Jesús, bien sabes que la virtud del honor, que es divisa en nuestra amada Benemérita, no es un valor al alza en una sociedad demasiada intoxicada. Nuestros gobernantes y los que interesadamente les rondan no valoran, ni por asomo, el valor, la disciplina, la lealtad y mucho menos la coherencia y el honor.

Has sido un guardia civil ejemplar que has estado siempre con los tuyos tanto en los momentos de alegría y en el dolor. Eres un verdadero discípulo de los valores del Duque de Ahumada haciendo tu itinerario de vida los puntos que se especifican en la Cartilla del Benemérito Cuerpo. Destacable y reseñable tu acto de despedida de la Jefatura de la Comandancia de Cádiz el 26 de septiembre que se desarrolló en la intimidad, solo asistieron una representación de los miembros que has tenido a tu cargo en los últimos años. Ningún representante civil, político o de otro estamento. Te has ido por la puerta grande, con grandes elogios, admirado y querido por los hombres y mujeres que han servido junto a ti.

Debo reconocer ante todos que eres ejemplo para mí en cuanto a virtudes como el sacrificio, el de servir a todos sin excepción, el cumplir con tu misión por encima de tu descanso y propios intereses. Toda tu vida ha estado dedicada, minuto a minuto, a la Benemérita Institución que fundara el Duque de Ahumada. El Honor nos unió hace ya algunos años, cuando un diputado, hoy parlamentario andaluz, cuestionó el tuyo en sede parlamentaria y escribí un artículo en tu apoyo. Enseguida te pusiste en contacto conmigo, como el caballero que eres, y desde entonces nació una buena amistad de la que me honro atesorar.

Gracias por estos cuarenta y dos años sirviendo a España, así como a la Guardia Civil. Gracias, en el terreno más personal, por estar siempre a nuestro lado, por presentar “Corazón verde” en Villaluenga del Rosario donde resido. Fue un verdadero regalo y un privilegio que llevaré grabado a fuego en el alma mientras viva.

Perdemos un gran guardia civil, pero ganamos al doctor en historia, escritor, académico, articulista, a un ilustrado intelectual, al querido y buen amigo que siempre está. Seguirás sirviendo a esta gran nación que nos une, al benemérito Cuerpo al que pertenecerás mientras viva por medio de tus investigaciones, ponencias, colaboraciones en medios.

Es un verdadero honor, querido Jesús, el contar con tu amistad. Ahora, cuando ya han pasado algunos días de tu pase a la reserva, te admiro mucho más.

Un abrazo grande y que la Virgen del Pilar te cuide siempre.

Jesús Rodríguez Arias