Sección - Marinero en tierra
El
cafelito del funcionario
Hace unos días, el secretario de Estado de Administraciones
Públicas afirmó en una conferencia que los funcionarios deben olvidarse del cafelito
y de leer el periódico. Aunque este ha sido el titular de agencia con el que se
ha difundido la noticia, en la conferencia se presentaban las medidas de ajuste
que su departamento pondría en marcha. Llegó a cifrar la cantidad en 2.500
millones de euros y afirmó que los trabajadores públicos deberán ser más
productivos, trabajar con responsabilidad y humildad. Incluso afirmó: “nada
será como antes”.
Es fácil hacer chistes con este tema, incluso continuar
cierta demagogia electoral que atribuía a los funcionarios la ineficiencia de
las administraciones o el descontrol de las cuentas públicas. Como si saliera
gratis el tiro al funcionario, los políticos estaban dispuestos a disparar
contra este colectivo porque su estabilidad les permitirá resistir mejor el tsunami de la crisis. Además de rebajar
el sueldo, incrementar las horas, suprimir complementos, destrozar carrera
profesional y padecer la impericia de analfabetos incompetentes, el funcionario
debe aceptar con humor y resignación la bromita del cafelito.
Este deporte de tiro al funcionario donde algunos políticos
y sindicalistas alternan medalla de oro y plata, tiene la sencilla finalidad de
distraer a la opinión pública para evitar un diagnóstico adecuado de lo que
está pasando en la administración. El profesor Nieto mostró con claridad que
los políticos han entrado a saco en el Estado, han rebañado en beneficio propio
y se han aprovechado, como malos pastores, de la lana del rebaño común. Lo
llamaba organización del desgobierno y
mostraba cómo los servicios públicos han sido sometidos, por un puñado de malos
políticos y malos sindicalistas, a una organización deliberadamente perversa.
Para evitar los daños que durante estas décadas han
producido, es importante que la sociedad se alíe con los buenos funcionarios,
los respete, los valore y hasta presuma de ellos. De la crisis no saldremos con
frivolidades, patrimonializaciones partidistas y visiones cortoplacistas.
Tampoco acentuando el masoquismo hispano proclive a la demagogia despiadada. Políticos
y sindicalistas deben tener en cuenta que la acción política debe estar al
servicio de los bienes públicos, y no al revés. Va siendo hora de que unos y
otros cumplan las leyes y respeten el derecho, de lo contrario, como decía San
Agustín, ¿qué diferencia hay entre un
Estado sin justicia y una cuadrilla de bandoleros?
Agustín DOMINGO MORATALLA
Para el viernes 20 de Abril de 2012, en LAS PROVINCIAS.
GRUPO VOCENTO
No hay comentarios:
Publicar un comentario