domingo, 2 de septiembre de 2012

LA FONTANA DI TREVI Y SU "DOLCE VITA"

Sociedad | La Gaceta



  • La Fontana di Trevi y su ‘dolce vita’
    LUGAR MÍTICO

    Cristina Martín
    Se cumplen 250 años desde que esta hermosa fuente romana se mostró al público por primera vez.
  • Es uno de los lugares imprescindibles para el turista que recorre la ciudad eterna, ya que es un icono de la capital italiana y un sitio mágico de obligada visita. La recomendación es verla como mínimo dos veces, una de día, cuando está abarrotada de gente y se debe tener más cuidado con los carteristas, y otra por la noche, ya que se encuentra muy bien iluminada y hay mucha más calma. Además, en este rato de tranquilidad el viajero puede escuchar desde las calles aledañas el rumor del agua y deleitarse con su dulce y fresco sonido mientras se va acercando a esta hermosa estampa escultural. 
    Esta famosa fuente es uno de los monumentos más conocidos del mundo y, aparte de su belleza, todos los que la admiran destacan el gran contraste entre su monumentalidad y la estrechez de la plaza en la que se encuentra, a la que la propia fuente da nombre. Asimismo, suscita caras de asombro en sus visitantes, pues se halla escondida entre callejuelas de la colina del Quirinal y es todo un regalo para los sentidos descubrirla. Este año celebra su 250 cumpleaños, ya que el 22 de mayo de 1762 se mostró al público por primera vez tal como la conocemos en la actualidad, aunque su historia tiene antecedentes milenarios.
    César Augusto y la doncella
    La historia de la mayor fuente barroca de Roma se remonta a tiempos del emperador Augusto, el primero que ostentó este cargo en el Imperio romano. Cuenta la leyenda que una misteriosa joven indicó a los sedientos soldados el lugar del manantial. Para traer el agua a la ciudad el general Agripa mandó construir en el año 19 a. C. un acueducto de 20 kilómetros de longitud que, según la leyenda, se denominó Aqua Virgo en honor a la doncella, pero también se dice que su nombre viene de la pureza del agua.
    Este acueducto acababa en una fuente y era uno de los muchos que suministraban agua a la Roma imperial. Estuvo en funcionamiento durante más de cuatro siglos hasta que, al igual que otros, fue arrasado por los godos cuando saquearon la ciudad en el año 410 d. C., un acontecimiento decisivo en la caída del Imperio que se data oficialmente en el 476.
    Los acueductos fueron de las obras más importantes de la arquitectura civil que realizaron los romanos y la costumbre de realizar una fuente en su punto final se retomó en el siglo XV con el Renacimiento y la vuelta al mundo clásico que se practicó en este movimiento cultural y artístico. El papa Nicolás Vmandó reparar esta construcción y el arquitecto Leon Battista Alberti levantó una pila para recoger el agua, ya que con anterioridad se había hecho una fuente dividida en tres tanques y él los unificó.
    La obra que hoy contemplamos se empezó a pensar en 1629, cuando el papa Urbano VIII pidió a su admirado escultor, arquitecto y pintor Gian Lorenzo Bernini, que estaba realizando el baldaquino de bronce de la basílica de San Pedro, algunas renovaciones en el monumento. Pero poco tiempo después el pontífice falleció y el proyecto se aparcó.
    Durante el Barroco se desarrollaron varios concursos para rediseñar fuentes y edificios. En 1730 se realizó uno organizado por el papa Clemente XII para realizar la fuente y, a pesar de que el arquitectoNicola Salvi perdió, fue quien ejecutó la obra con algunos toques que dejan ver la influencia del anterior proyecto de Bernini.
    Los trabajos comenzaron en 1732 y finalizaron 30 años después; sin embargo, el papa y Salvi murieron sin verla acabada y fue el arquitecto Giuseppe Pannini quien le dio fin.
    Este archiconocido monumento está situado en la confluencia de tres calles, de ahí le viene el nombre de Trevi (tre vie, que en italiano significa tres vías). Siendo propio del Barroco, en él se mezclan estilos; en concreto, el clásico de la fachada con las esculturas barrocas de la época. Está realizado en su totalidad en mármol de travertino y está adosado al Palacio Poli, dándole una nueva fachada sur de pilastras corintias con la altura de las dos plantas del edificio. Gracias a sus notables dimensiones –mide 25,9 metros de altura y tiene 19,8 metros de ancho–, se ha erigido como la fuente más grande de Roma.
    El tema central que se representa en ella es el dominio de las aguas y en su diseño se tuvo la idea de unir el líquido elemento y la roca para ofrecer una composición armónica. Las esculturas que la adornan en la escena principal llevan la firma de Pietro Bracci. Hay dos tritones, mensajeros de los mares según la mitología, que siempre acompañaban a Neptuno, el dios romano de las aguas. Estas criaturas guían la carroza con forma de concha de esta divinidad, que es tirada por caballos de mar y sobre la que se erige de forma imponente el propio Neptuno.

    En el centro de la fuente sobresale un arco de triunfo que enmarca a la deidad, flanqueada por las alegorías que se encuentran en unos huecos a cada lado de Neptuno. Estas figuras representan a Abundancia, que vierte agua de su urna, y a Salubridad, que sostiene una copa de la que bebe una serpiente. Fueron hechas por el escultor Filippo della Valle y sobre ellas hay dos bajorrelieves que muestran el origen romano del acueducto que surte de agua a la fuente. En la actualidad este acueducto subterráneo sigue funcionando y también nutre de agua a la Fontana della Barcaccia, situada en la plaza de España, y a la Fontana di Quattro Fiumi, en la plaza Navona.
    En la parte superior se encuentra el escudo del papa Clemente XII tallado por Paolo Benaglia y en la balaustrada hay cuatro estatuas que simbolizan las cuatro estaciones del año, esculpidas por Corsini, Ludovisi, Pincelloti y Queirolo.
    Actriz de cine
    Fue gracias a la película de Federico Fellini La dolce vita, en 1960, cuando se convirtió en un símbolo de Roma. Sin duda, la escena en la que los actores protagonistas, encarnados por Marcelo Mastroianni y Anita Ekberg, se bañan en la fuente es una de las más famosas de la historia del cine.
    Y es que el séptimo arte también ha dado protagonismo a este icono romano. En 1953 apareció en el paseo urbano de Vacaciones en Roma, siendo escenario del amor entre los personajes a los que dieron vida los actores Gregory Peck y Audrey Hepburn. Un año después salió en el filme Tres monedas en la fuente y desde entonces se cuenta la leyenda urbana de que los visitantes que arrojen una moneda en ella volverán a Roma, los que lancen dos se enamorarán de un italiano o italiana y los que tiren tres se casarán con este amor.
    En Arrivederci Roma, estrenada en 1957, el actor y tenor Mario Lanza cantaba la canción del mismo título junto a Luisa Di Meo, una cantante callejera que fue invitada al rodaje después de que el cantante la descubriera desde la ventana de su hotel. En 1961 en Totòtruffa’62 el personaje Totò intentaba vender la fuente a unos ingenuos y confiados turistas y más tarde, en la película argentina Elsa y Fred la actriz principal, interpretada por China Zorrilla, se zambulló en ella para homenajear a Ekberg.
    Pero no sólo el cine ha utilizado la Fontana di Trevi como telón de fondo, también la música. Frank Sinatra grabó una canción denominada Tres monedas en la fuente en 1954 y también la banda estadounidense Bon Jovi lanzó en el año 2000 su canción Thank You For Loving Me, cuyo vídeo fue filmado junto a la fuente.
    Exenta de crisis 
    Esta maravilla arquitectónica esquiva la crisis económica gracias a los miles de monedas que los viajeros le arrojan cada día y que los voluntarios de Cáritas recogen semanalmente para destinarlas a fines benéficos. En los seis primeros meses de 2012 han recaudado ya 540.000 euros, una elevada cifra que permite anticipar este año una recogida histórica. Esta cantidad representa ni más ni menos que 17.395 kilos de monedas.
    El aumento registrado este año no se debe sólo a una mayor cantidad de turistas o a su gran generosidad, sino a la reducción del número de robos por la estricta vigilancia que tiene ahora la fuente.
    Reavivando el debate sobre la precaria conservación del patrimonio italiano, el pasado mes de junio varios fragmentos de la cornisa se desprendieron. El superintendente de Bienes Culturales, Umberto Broccoli, minimizó el asunto y aseguró que este suceso probablemente era consecuencia de la nieve caída en febrero. Pidieron fondos para protegerla de más daños, ya que precisa otro proceso de restauración a gran escala, pues el último se hizo en el año 1998.
    Los daños, valorados en unos 200.000 euros, bien podían haber sido sufragados por las monedas recaudadas, pero el alcalde de Roma, Gianni Alemanno, ha encontrado la misma solución que en el Coliseo, es decir, un patrocinador. En este caso será la empresa Acqua Claudia, productora de agua embotellada, quien corra con los gastos. 

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