Revista Ecclesia.
“Hay decenas de miles de familias desplazadas en la zona metropolitana de Aleppo, que han huido de los barrios donde se combate. Buscan refugio en las escuelas, iglesias, mezquitas, edificios públicos y en muchos otros reparos improvisados. Deben comer, beber, dormir, vestirse, curarse. Muchos voluntarios de nuestras comunidades se están ocupando de ellos, junto con otros grupos de voluntarios sirios”.
Así explica a la Agencia Fides el padre franciscano Georges Abou Khazen, OFM, Vicario Delegado del Vicariato Apostólico de Aleppo para los católicos de rito latino.
Las intervenciones de atención primaria son, según el padre Georges, la única acción colectiva que caracterizan a la comunidad cristiana como tal con respecto al conflicto armado entre los rebeldes y las fuerzas leales que desde hace dos meses están destrozando el área de la ciudad siria, entre ataques aéreos y combates callejeros por las calles.
Ante las noticias que circulan sobre grupos de cristianos que han decidido formar patrullas de autodefensa armada para defender a sus familias y sus hogares de los ataques que sufren por parte de los milicianos extranjeros, el franciscano Abou Khazen reacciona con firmeza: “La Iglesia – declara a Fides – no hace otra cosa que predicar el amor y la paz para todos, incluso en las situaciones trágicas como las que estamos viviendo. Después cada uno responde en conciencia. Pero la imagen puesta en circulación de grupos cristianos que se arman pueden tener efectos tremendos. Es como una señal: están armados, así que ir allí y matarlos a todos”.
La perspectiva “libanesa” de grupos y facciones que toman las armas en un escenario completamente fuera de control no puede encontrar la aprobación de la Iglesia. Precisamente el flujo de armas que llegan del exterior, según el padre Abou Khazen, es la prueba más elocuente de la responsabilidad internacional en el conflicto sirio: “Los demás países deberían obligar a los contendientes a la tregua y luego a ver juntos cómo se puede salir de esta tragedia. En cambio desde fuera no llegan ayudas para los desplazados. Sólo se envían armas que alimentan la muerte y la destrucción”.
El Papa Benedicto XVI, en el vuelo que lo llevaba a Beirut, calificó de “pecado grave” el tráfico de armas, señalándolo como el factor de alimentación constante de los conflictos del Medio Oriente. En esa ocasión, el Papa recordó la necesidad de “detener la importación de armas: ya que sin la importación de armas la guerra no podría continuar”. (GV) ( Agencia Fides 21/9/2012)
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