Morín «huyó» hace un año a la isla por el escándalo de los abortos ilegales. Vive en una urbanización de lujo, en un piso valorado en 850.000 euros
MADRID- El doctor Morín y su esposa, María Luisa Duran, han buscado un retiro dorado en la isla de Menorca. Acusados de 101 abortos ilegales el primero y de 66 la segunda, decidieron hace un año hacer las maletas y dejar Barcelona, ciudad en la que hicieron fortuna con cinco clínicas abortistas (Ginemedex, TBC, Emece, Barnamédic y TBC) y se retiraron a la isla, fuera de los focos, para prepararse para el juicio que se inició hace dos semanas en Barcelona, en el que el Ministerio Fiscal pide 309 años de cárcel para Morín y 204 para su esposa. En el caso, también están imputados diez empleados, uno de ellos en busca y captura.
Son muchas las sombras que rodean a este caso. Nadie sabe muy bien qué ha pasado con la fortuna de la familia Morín. Mientras su abogado defiende que están arruinados, durante la instrucción del caso, el imputado declaró que poseía una sociedad patrimonial con todos sus bienes, que fueron valorados en 1,7 millones de euros. Además, la vivienda del matrimonio, ubicada en el municipio de Sant Cugat del Vallès, tenía un precio estimado de cuatro millones de euros. Sin embargo, cuatro años después de la declaración, los Morín proclaman abiertamente que no tienen propiedades y que viven de alquiler. Según confirmó a LA RAZÓN María Luisa Duran, esposa de Carlos Morín, «tuvimos que venderlo todo y ahora no tenemos propiedades a nuestro nombre. Es mentira que nos hayan retirado las titulaciones y que nos expropiaran, lo vendimos todo».
«Una casa normalita»
Para defender la supuesta vida austera que llevan, Duran explica que «hace un año nos vinimos a vivir a Menorca, una isla que ya conocíamos, en busca de paz y tranquilidad. La casa de Sant Cugat no era una vivienda de lujo, como se ha dicho, era una casa normalita y tuvimos que venderla». Ahora, Carlos Morín vive con su esposa en un piso de alquiler que comparten con la hermana de Duran, por el que pagan una renta de unos 700 euros. La casa «normalita» de Sant Cugat de la que habla Duran es una vivienda adosada, de 400 metros cuadrados, con un olivo centenario en la parcela, ubicada en una urbanización exclusiva que da a dos calles y que tiene vistas a un campo de golf. Tampoco su residencia actual en Menorca es ni mucho menos un estudio. Las viviendas de nueva construcción de esta urbanización en el Paseo Marítimo de Ciudadela están valoradas en cerca de 850.000 euros.
¿Están arruinados o es sólo una estrategia? Una de las imágenes más llamativas de la semana fue ver el pasado jueves al doctor Morín entrar en la Audiencia de Barcelona con la misma ropa del día anterior y una gran mancha en el polo. ¿Realmente tienen problemas económicos? El abogado del «Doctor Muerte», Fernando Martínez, mantiene que sí y que esto los ha hecho cambiar su estilo de vida de forma radical: «Los bancos se han quedado con todas sus propiedades. Además, ninguna de las clínicas eran suyas, estaban todas alquiladas».
Entonces, ¿dónde ha ido a parar todo el dinero? La Fundación Tomás Moro estimó que los ingresos de sus clínicas rondaban los 12 millones de euros, sin contar con el dinero negro, que superaba con creces al oficial. En opinión de Martínez, además de llevar un alto tren de vida, Morín «gastaba mucho dinero en material médico, que es muy caro». Sobre la situación económica actual, fue tajante: «Están arruinados. Cobran una pensión de 1.300 euros y tienen una parte embargada. El piso de Menorca les cuesta unos 700 euros al mes y cada semana cambian de hotel en Barcelona porque buscan el más barato». Estas afirmaciones no se sustentan si nos atenemos al último hotel en el que se han alojado, ubicado en Comte d’Urgell, un establecimiento de cuatro estrellas, renovado y moderno, en el que la habitación más barata ronda los 100 euros la noche. Se da la circunstancia de que el hotel es del grupo Núñez y Navarro, el mismo que tenía en propiedad el edificio de la Via Augusta en el que se alojaba Barnamédic, la clínica que Morín cerró en 2008 por los problemas económicos derivados del proceso judicial.
Optimismo
A nivel judicial, la estrategia es clara. Martínez trabaja para demostrar que su cliente no mantuvo una conducta delictiva, sino que, en todo caso, «habría cometido irregularidades sanitarias», lo que conllevaría su absolución en el ámbito penal y que el caso se dirimiese en la vía administrativa. «La jurisprudencia en este caso es muy clara. La mala utilización de los sellos de los médicos, la falta de algún papel o la existencia de historias clínicas incompletas son infracciones administrativas, no delitos. Además, hay que recordar que el primero en interponer una denuncia fue el doctor Morín, que puso en conocimiento de la Generalitat el caso de la periodista que se hizo pasar por una embarazada de 26 semanas».
Martínez pretende lograr el mismo resultado de los anteriores procesos. En 1989, Morín pasó por la cárcel por prácticas ilegales en una clínica de Alicante, pero finalmente fue absuelto. En julio de 2010, el titular del Juzgado de Instrucción número 33 de Madrid exculpó al médico de las acusaciones de aborto ilegal y falsedad documental basándose en la ley del aborto impulsada por la ministra socialista Bibiana Aído.
Este mensaje ha calado en los Morín, que se muestran optimistas por lo visto en estas dos semanas de juicio, en las que sólo han respondido a las preguntas de su abogado. «Esperamos que tras cinco años en espera de juicio las cosas vayan bien. Somos inocentes y confiamos en la Justicia», sentenció María Luisa Duran. Sea cual sea el resultado, tanto Carlos Morín como su esposa no pasan por el mejor momento. El doctor, infectado con el virus del VIH, ha aprovechado sus visitas a Barcelona para someterse a chequeos médicos. El último, el pasado martes en el Hospital San Pablo de Barcelona, donde ya estuvo ingresado en 2004 por una hemorragia cerebral. A pesar de que su mujer dijo a este periódico que «mi marido está muy bien; los dos tenemos ya una edad y cada uno tiene sus cosillas, pero nada serio», la realidad es que se le ha visto muy desmejorado. Durante el juicio, costaba entenderle cuando hablaba, algo que preocupa a su abogado: «Está muy jodido. Al sida y al cáncer de piel hay que añadir cómo le está afectando el proceso penal. Es muy duro tener que revivir las denuncias, los cierres de las clínicas...».
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