lunes, 24 de septiembre de 2012

LOS TRITURADORES; POR ALFONSO USSÍA.

La razón


   
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Los trituradores; por Alfonso Ussía
Diccionario Inteligente
23 Septiembre 12 - - Alfonso Ussía
En los informativos de las radios y las cadenas de televisión, han crecido como enanos los trituradores del lenguaje. O por analfabetos, o por cursis o por obediencia y seguimiento de consignas nubladas. Estos días, se han referido muy habitualmente a la incomprensión entre «España y Cataluña», equiparando a España con Cataluña en la pretensión de nación de la segunda. Cataluña es España, y si existen diferencias –lo que es evidente–, la incomprensión se establece entre «Cataluña y el resto de España», o entre el Gobierno autonómico de la Generalidad de Cataluña y el Gobierno español. En nuestro idioma común la Generalidad no es la «yeneralitat», ni el consejero el «conseiller», ni la Junta  la «Xunta», ni Finisterre «Fisterra», ni Fuenterrabía «Ondarribia» ni los Mozos de Escuadra los «Mossos D’Esquadra». Bienvenidos sean los usos locales cuando los idiomas autonómicos se hablan, pero desde TVE, Antena-3, Telecinco, Onda Cero o la COPE semejantes cursilerías semánticas no son admisibles. Los editores y redactores de los informativos harían muy bien en saberlo, y mejor aún, en reparar la cursilería buenista de su lenguaje. Años atrás, cuando el terrorismo de la ETA nos regalaba un asesinado cada día, los medios –con especial entusiasmo los inmersos en el conglomerado de Prisa–, se referían a la «lucha armada», eufemismo utilizado con perseverancia por los allegados al terrorismo para suavizar el impacto de la expresión. Y lo consiguieron con plenitud, porque una buena parte de nuestros más afamados líderes mediáticos, cayeron en la trampa de la «lucha armada». Quizá, el día que la ETA voló la Casa-Cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza y se comprobó que los niños asesinados por la metralla y la Goma-Dos tan sólo llevaban en sus mochilas, camino del colegio, lápices, libros, cuadernos y un «donuts», algunos informadores y opinantes se apercibieron de su infame uso del lenguaje. 

Otra moda que se extendió como una epidemia en el muy mejorable idioma periodístico fue  la persistente aplicación errada de la voz «humanitario o humanitaria». «Mueren más de trescientas personas en el terremoto de Guatemala. El Gobierno de España enviará ayuda para combatir esta catástrofe humanitaria». La catástrofe sería humana, porque habría afectado a trescientos seres humanos, pero jamás humanitaria, por cuanto lo humanitario es aquello que beneficia a la humanidad. «El fuego acaba con la vida de diez personas. Un desastre humanitario y ecológico». De acuerdo. Ecológico sí, humanitario no, porque nada que signifique un desastre resulta beneficioso para la humanidad, y más aún si mueren diez personas intentando apagar las llamas. Y en las retransmisiones deportivas, las futbolísticas, se habla mucho del palo corto y el palo largo, cuando ambos palos miden exactamente lo mismo con el fin de no traicionar la estructura rectangular de la portería. 

Pero estos modismos infectados apenas tienen importancia comparados con los que contagian a tantos,  incomprensiblemente. Entre Cataluña y España no puede existir ningún conflicto. Cataluña es España. Otra cosa es «Cataluña y el resto de España», o «Extremadura y el resto de España», si son los extremeños en el futuro los que pretenden incorporarse a Portugal y separarse del resto de España. «El contencioso entre Euskadi y el Estado español no encuentra una vía de salida». Es lógico porque «Euskadi» es parte fundamental del Estado español y los contenciosos no se plantean desde un solo lado. Pero lo de «Cataluña y España» me está tocando las narices. Bastante, sinceramente.

 

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