2012-09-23 Radio Vaticana
(RV).- El Cardenal Tarcisio Bertone, Secretario de Estado del Vaticano, viajará el próximo martes a Barcelona para recibir de manos del rey Juan Carlos el IV Premio Internacional Conde de Barcelona, que otorga la fundación del mismo nombre, vinculada al Grupo Godó.
Reproducimos la entrevista que el Purpurado concedió al periódico La Vanguardia el pasado miércoles 19 de septiembre en el Palacio Apostólico, en cuya conversación explicó su pasión por el fútbol –teniendo en cuenta que es sacerdote salesiano– y su afición al cine. Días antes había vuelto a ver Vacaciones en Roma...
"Creo que en la película sale un antiguo corresponsal de su diario en Roma...".
¡Julio Moriones, saludando a Audrey Hepburn!
¡Ciertamente!
Gran seguidor de la Juve, el cardenal Bertone no le quita el ojo al Barça, equipo preferido por sus colaboradores más inmediatos. Un guiño a la ciudad que le acogerá dentro de unos días.
Benedicto XVI ha visitado España cuatro veces en cinco años. ¿Cómo ve hoy la Santa Sede la vieja España católica?
Miren, no estoy de acuerdo con este calificativo. España, hoy, no es vieja y continúa siendo católica. A pesar de las dificultades, los católicos, según estadísticas recientes, representan casi el 75% de la población, por tanto una clara mayoría. Los obispos españoles, en el plan pastoral 2011-2015, escriben que han podido experimentar en las frecuentes visitas de Benedicto XVI, de manera muy viva, su cercanía, y están muy agradecidos, ya que él ha sembrado abundantemente en un terreno que, como sucede en general en Occidente en las últimas décadas, está atenazado por una mentalidad relativista y laicista, y tiene la pretensión de construir una sociedad sin Dios. Un síntoma evidente de este fenómeno es la caída drástica de las vocaciones en el país, especialmente al sacerdocio. Este campo, antes fertilísimo, ahora es árido. El relativismo y el laicismo van configurando una sociedad que choca con los valores fundamentales de la cultura católica, minando por ejemplo instituciones como el matrimonio y la familia y socavando los fundamentos de la vida moral. El episcopado español está movilizando todas las fuerzas de la Iglesia de España para hacer frente a esta situación y reevangelizar la sociedad. Es mi deseo y rezo para que esta obra tenga un éxito total.
El Papa está muy preocupado por la actual crisis económica y habla con frecuencia de ello ¿Cree que Europa y el mundo occidental en su conjunto tienen una estrategia adecuada para afrontar los problemas? ¿Existe una línea católica frente a la crisis?
Su Santidad ha expresado su preocupación, desde los inicios de la actual crisis, en la encíclicaCaritas in veritate (La caridad en la verdad). Ha examinado algunas de las causas y en particular ha puesto en guardia ante formas de individualismo egoísta, reclamando la necesidad de un aliento ético en la economía. Esto significa, en primer lugar, favorecer una mayor asunción de responsabilidad personal, mediante el "compartir deberes", más que en la "reivindicación de derechos". En segundo lugar, es necesario plantear políticas sociales que promuevan la solidaridad. Estoy convencido de que Europa sabrá afrontar y salir de la crisis que atraviesa, que no es sólo económica. Pero lo podrá hacer tanto más eficazmente cuanto más sepa descubrir la centralidad de estos valores, humanos y cristianos, que la han edificado y hecho grande en la historia. Deseo subrayar la inmensa obra de caridad y sostén a los más débiles que la Iglesia católica realiza en España y muchos otros países. La acción de Caritases directa y capilar, ante necesidades urgentes a las que otras agencias estatales no logran dar respuesta.
La crisis golpea sobre todo a Portugal, Grecia, Irlanda, España e Italia, países -excepto Grecia- de profunda tradición católica. ¿Existe un gen católico en la crisis europea? ¿Estamos, otra vez, ante la vieja contradicción entre capitalismo anglosajón y la moral católica?
Los países que han citado no son los únicos mayoritariamente católicos en nuestro continente, y de todas formas presentan notables diferencias internas. Me parece que la crisis ha golpeado a toda Europa, aunque en distinta medida, evidenciando los puntos débiles de cada país, así como los límites estructurales de la actual arquitectura política y económica de la Unión Europea. Por tanto, la tesis que quiere hallar un "factor religioso y cultural" en las primas de riesgo (sobre la deuda) puede parecer sugestiva; sin embargo, no sólo no parece históricamente justificable, sino que además corre el riesgo de llegar a ser un pretexto para no buscar soluciones adecuadas. Lo que seguramente tienen en común los estados que ahora la están sufriendo más es la falta de confianza, con el predominio de un miedo general ante futuro. Uno de los problemas de base y muy dramáticos es el bajo índice de natalidad. La disminución de los nacimientos plantea serios interrogantes sobre quien podrá en el futuro pagar las deudas de algunos países, favoreciendo así las incertidumbres y las tensiones de los mercados. La crisis no puede ser por tanto afrontada sólo con soluciones técnicas y paliativas. Es necesaria una reflexión antropológica más profunda.
La nueva evangelización de los países de antigua tradición cristiana es un desafío para la Iglesia de nuestro tiempo. Benedicto XVI ha creado un nuevo dicasterio. ¿Es optimista?
La expresión nueva evangelización fue acuñada por el beato Juan Pablo II, durante su primer viaje como pontífice a Polonia, en 1979. Por tanto, es algo que lleva en sí ya una larga gestación, llegando a ser en tiempos recientes una cuestión más actual y urgente. A la nueva evangelización será dedicada además la próxima asamblea ordinaria del Sínodo de los Obispos, este octubre en el Vaticano. El propósito de la nueva evangelización no es el de preparar nuevas técnicas, sino de relanzar la vida de fe en aquellos lugares que, a pesar de conocer el mensaje de Cristo desde hace tiempo, están ahora marcados por un fuerte secularismo, que tiende a separar la fe de la vida.
En otras regiones del mundo, por desgracia, el desafío para los cristianos es mucho más dramático: persecuciones, terribles atentados. ¿La libertad religiosa y la supervivencia de los cristianos es una cuestión crucial para el Vaticano?
La persecución o las dificultades que sufren los cristianos en distintos países es ciertamente una cuestión importante para la Santa Sede desde siempre, no sólo por el bien de los cristianos sino también de las naciones a las que pertenecen y a cuyo bien contribuyen de diversas maneras. Pensando, por ejemplo, en la situación en Oriente Medio, estoy convencido de que la disminución de la presencia cristiana no es sólo un daño para la Iglesia sino que es también una pérdida para toda la sociedad, como reconocen muchos musulmanes. Por eso es tan importante la libertad religiosa, que está en la base del respeto de los otros derechos humanos. La promoción de la libertad religiosa es la mejor garantía para el progreso de la sociedad.
Recientemente ha visitado Líbano con el Santo Padre. ¿Qué opina de la crisis siria? ¿Está en peligro la comunidad cristiana?
Durante el viaje a Líbano la mirada estaba puesta, en cierto sentido, en toda la región, ya que la visita estaba motivada por la entrega de la exhortación apostólica postsinodal Ecclesia in Medio Oriente. Por desgracia, Oriente Medio conoce diversos conflictos, algunos desde hace tiempo, que todavía esperan una adecuada solución. En particular es causa de preocupación la crisis en Siria, que ha provocado ya casi 30.000 muertos y numerosos heridos y desplazados, sin olvidar los centenares de miles de exiliados y refugiados. Es una crisis complicada en la que se entremezclan distintos factores y en la que está en peligro no sólo la comunidad cristiana sino toda la sociedad. Los cristianos, que están presentes en Siria desde los comienzos del cristianismo, desean seguir contribuyendo, como han hecho a lo largo de la historia, al bien común de la sociedad. En la Siria del mañana la presencia de los cristianos como constructores de paz y artífices de reconciliación será siempre fundamental. Invitamos al cese inmediato de la violencia, venga de donde venga, y a dar prioridad a la vía del diálogo y de la reconciliación. Es importante salvaguardar la unidad el país, en el que todos, incluidas las minorías tengan un papel fundamental para contribuir al bien de la sociedad.
Irak, Siria, Egipto... ¿Los cambios en el mundo árabe, son un riesgo para el cristianismo?
La realidad en cada país es distinta, pero es verdad que la situación de los cristianos en algunos países no ha mejorado y se percibe el miedo de cara al futuro, que se está todavía definiendo. A un entusiasmo inicial por parte de muchos ha podido seguir una valoración más cauta. Desde otro punto de vista podemos ver estos cambios en el mundo árabe, más que como un riesgo para los cristianos, como una oportunidad o un desafío. En el origen de muchos de los cambios actuales se puede encontrar el deseo de mayor justicia y participación en la vida política, así como la aspiración al desarrollo de sociedades más democráticas, elementos que no pueden no encontrar una gran sintonía con los valores que ha promovido el cristianismo y que se han convertido en cierto sentido en un patrimonio universal. Me refiero a valores como los la dignidad de la persona, la importancia de la familia, etcétera.
Algunos sectores católicos piden reformas profundas. ¿Se puede esperar cambios en el futuro, como, por ejemplo, sobre el campo del celibato y la ordenación de las mujeres?
Más que reformas estructurales, preferiría insistir en la necesidad de renovación radical; es decir, de una renovación fundamental sobre las raíces de nuestro ser cristianos; sobre la fe en Jesucristo. En este año de la fe, intensamente deseado por el papa Benedicto XVI con ocasión del 50.º aniversario de la apertura del concilio Vaticano II y del 20.º aniversario del catecismo de la Iglesia católica, estamos invitados a reflexionar sobre el acto de la fe y sus contenidos para que podamos ofrecer al mundo el don de un testimonio seguro, alegre y atrayente. En este contexto, se podrá reflexionar sobre el ministerio sacerdotal, tan necesario para la vida de la Iglesia y del mundo. Como lo han confirmado los Papa Pablo VI y Juan Pablo II, respectivamente en los documentos Inter insigniores y Ordinatio sacerdotalis, no es posible contemplar la admisión de las mujeres al sacerdocio, porque la Iglesia, al estar vinculada por la voluntad de Cristo, no posee el poder de ordenar a la mujer. Con relación al celibato, por una parte, hay sacerdotes casados en la Iglesia. Algunos pertenecen a las venerables iglesias católicas orientales, mientras otros, después de haber ejercitado el ministerio como pastores casados en las comunidades eclesiales no católicas en Occidente, se han convertido al catolicismo y han sido ordenados sacerdotes. La Iglesia, basándose sobre el ejemplo y las palabras de Cristo, ha considerado el celibato como expresión del don total que el sacerdote hace de sí mismo al Divino Maestro, como un modo particularmente fecundo de participar en la construcción de la Iglesia. Por estos motivos, la Iglesia mantiene la disciplina del celibato para los sacerdotes de la Iglesia latina. Es verdad que la mies es mucha y los trabajadores pocos. Es necesario, pues, promover una renovada pastoral de las vocaciones. Las familias tienen un papel de primera importancia, educando en la fe y ayudando a concebir la vida en los términos del proyecto que Dios tiene para cada uno. Es necesario prestar más atención a las escuelas católicas y a la pastoral juvenil
Su Eminencia conoce bien la realidad catalana. La visita del Papa a Barcelona, en noviembre del 2010, fue un bello ejemplo de la sensibilidad de la Santa Sede hacia la lengua y la cultura catalanas.
La relación entre Dios y el hombre contemporáneo es el eje del magisterio de Benedicto XVI. Y Barcelona, con su majestuoso templo de la Sagrada Familia, en cierta medida representa en Europa occidental el símbolo de las relaciones entre lo humano y lo divino, entre la naturaleza y lo sobrenatural. Para Gaudí, el arte puede asumir el lenguaje teológico, es decir, hablarle al hombre de Dios. Por tanto, el arte se entiende en el fondo como instrumento de dialogo, de comunión entre naturaleza y gracia. También la lengua es instrumento de comunión que pone a los hombres en comunión con Dios y entre ellos. La historia de todos los pueblos, sus expresiones artístico-culturales y su lengua son realidades sublimes que tienen sentido en cuanto cada persona las ha recibido para conocer a través de ellas la presencia de Dios en la propia vida.
(MFB – RV).
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