domingo, 23 de septiembre de 2012

"QUERÍAMOS TENER UN SISTEMA DEMOCRÁTICO Y CONSEGUIRLO EN PAZ"; POR JOSÉ MANUEL OTERO NOVAS


La razón


José Manuel Otero Novas/ Ex ministro de Presidencia (72 años): «Queríamos tener un sistema democrático y conseguirlo en paz»


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Diccionario Inteligente
23 Septiembre 12 - - Alberto Rubio
Queríamos un sistema democrático. Y además, conseguirlo en paz. La Transición, básicamente, la hizo gente que no quería una nueva guerra civil tras la muerte de Franco. Éramos la generación siguiente a la que sufrió la contienda, la de nuestros padres. Pero por eso mismo no queríamos que se repitiera. Y aquel logro supone un gran orgullo, compatible, no obstante, con un cierto sentido crítico, porque no todo lo hicimos bien. Lo cierto es que todos mostraron un sentido común extraordinario. Entre ellos los más veteranos exiliados como Prat, Tarradellas y Ajuriaguerra, que tenían un concepto de Estado muy distinto del que hacían gala antes de la guerra. Recuerdo la paradoja de que Tarradellas me dijera «no ceda usted, el Estado tiene que actuar con más firmeza» mientras Suárez me animaba a hacer más concesiones. Y recuerdo que tuve que convencer a Prat para que el PSOE incluyera entre sus objetivos la nacionalización de la banca –¿qué izquierda hubiera sido si no?– mientras me decía que ya no creía en lo que defendía antes de la guerra.


Todos estábamos dispuestos a hacer concesiones. No por generosidad altruista sino por un «egoísmo» de lograr nuestro objetivo de democratización pacifica. Nosotros podríamos haber impuesto «nuestra» Constitución. Pero no queríamos caer en errores como el de Álvaro de Albornoz cuando explicó en las Cortes, con el respaldo de Azaña, que la Constitución se «impone» por quien tenga la mayoría, «y que si la minoría creía necesario hacer la guerra civil, que la hiciera, que eso era lo moral y lo fecundo».



Las mayores dificultades vinieron del PSOE de Felipe González. No de Carrillo, que colaboró espléndidamente para salvar al PCE. González fue el único que puso pegas. Hizo el juego del radicalismo, declaró marxista el partido (1976) para abjurar de ello sólo tres años después. Pero aceptaba la esencia. Suárez me lo dijo después de su reunión en agosto de 1976: «Felipe es un patriota». Pero tenía que demostrar que era más de izquierdas que nadie.



Ahora las cosas han cambiado. La sociedad española es mucho más hedonista. Y la clase política va acorde a la sociedad. Antes los políticos sabíamos que estábamos ahí temporalmente. Ahora son profesionales. No es una crítica, es la realidad. El Estado de las Autonomías ha llegado a ser un gran problema, pero no soy partidario de hacerlo desaparecer. Tenemos que volver al que está escrito en la Constitución. Y una reforma constitucional debería aclarar todo lo que se ha interpretado mal en estos años. Confío en que se pueda reconducir esta crisis. Mi esperanza es que, aunque vemos que vamos a chocar contra una pared, seamos capaces de frenar a tiempo, admitiendo las reformas necesarias y evitando políticas suicidas, como la Ley de Memoria Histórica o veleidades independentistas, que, despreciando la Historia, pueden reavivar odios peligrosos o repetir graves traumas ya vividos.


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