Revista Ecclesia.
Monseñor Vincent Nichols, arzobispo de Westminster, ofició una misa el pasado 28 de julio en la Catedral para dar gracias a Dios por los Juegos Olímpicos celebrados en Londres, donde dio un mensaje claro a los atletas: “Usen su cuerpo para dar gloria a Dios”.
Así, el alto prelado retomó el tema central de este año de la Jornada por la Vida en el Reino Unido, y recordó a los fieles que nuestros cuerpos son templos del Espíritu Santo, sublimando así el sentido más profundo de los logros del deporte, como es dar “gloria a su Creador”.
Hablando de los altos ideales que sostienen los Juegos Olímpicos, el arzobispo se refirió a la equidad en la competencia, la amistad entre los adversarios, los logros individuales y el orgullo nacional. Y también habló de cómo estos ideales, con el fin de ser eficaces, deben ser puestos en práctica. Parte de ello implica lo que el beato Juan Pablo II dijo a los competidores en los Juegos Europeos de 1985 para Ciegos: “Sus logros deportivos son una muestra de sus grandes capacidades humanas. No se dejen vencer por las dificultades, sino estén decididos a vencerlas. En esto, ustedes muestran valentía y grandes dones de mente y voluntad”.
En su homilía, monseñor Nichols reflexionó en los ’100 días de paz’, alentando a las escuelas para entrenarse para la paz, igual que los atletas han estado entrenando para sus eventos. “Las virtudes clásicas de la templanza, la fortaleza, la justicia y la valentía son fundamento de la verdadera realización humana, ya sea en la ciudadanía o en el deporte”. Destacó también la reciente creación en este país de la Fundación Juan Pablo II para el Deporte, lanzada por el papa Benedicto XVI durante su visita al Reino Unido en 2010, que puede ser “el vehículo a través del cual la comunidad católica puede ayudar a nuestra sociedad a construir un legado digno de estos Juegos”.
Concluyó alentando a los fieles reunidos, “a despertar en nosotros la convicción de que nuestros cuerpos son siempre hermosos a los ojos de Dios, y que están destinados a elevarse de nuevo a la vida eterna, en el momento de la Venida, cuando todo será nuevo en el poder de Cristo Jesús, Dios y Señor nuestro”.
Precediendo a la homilía, el arzobispo Vincent Nichols leyó un mensaje del santo padre Benedicto XVI para los Juegos Olímpicos 2012, dado durante el Ángelus en Roma el 22 de julio de 2012.
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