sábado, 1 de septiembre de 2012

"THE RED HUNTER"; POR ALFONSO USSÍA.

La razón



Hay que agradecerle a Cañamero su buena voluntad para ayudar al derrumbamiento de los tópicos. Cazador y de la extrema izquierda
 
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«The red hunter»; por Alfonso Ussía
Diccionario Inteligente
31 Agosto 12 - - Alfonso Ussía
Deploro las etiquetas simplonas. Amar y respetar a la Bandera es de derechas. Rechazarla, de izquierdas. Los toros son de derechas y los antitaurinos de izquierdas. Los cazadores, de derechas; los adversarios de la caza, de izquierdas. De ahí que los ejemplos que rompen la monotonía de los tópicos resulten reconfortantes. El Coronil, sur de la Campiña sevillana, camino hacia la sierra sur que se funde con la sierra blanca de Cádiz.

Los que hemos leído desde niños libros de aventuras en África, hemos tenido la tentación, o mejor escrito, el sueño, de ser cazadores blancos, el «white hunter», ese personaje mítico e imprescindible de los safaris. En su versión cinematográfica, el cazador blanco se caracteriza por seducir a la bellísima mujer del millonario americano que sólo piensa en un buen trofeo de búfalo y olvida que su propia cornamenta está a punto de brotar de su frente. Alexander Lake, Galvao, Cabral, Pratas, Fenikovy, y nuestros Sánchez Ariño y Borja Rosillo, entre otros, activos en la actualidad. Los grandes cazadores blancos, principiando por Selous, pertenecen a la primera historia de los safaris, en el entresiglos del XIX y el XX. El Coronil, sur de la Campiña sevillana, camino verde hacia la sierra sur que se funde con los pueblos blancos de Cádiz .
La caza menor siempre se ha considerado en España, y en Andalucía principalmente, caza de «señoritos». Pero los que así la consideraban despectivamente y compartieron una jornada de caza con esos supuestos «señoritos», se convirtieron en magníficos y eficaces cazadores. De liebres, conejos, tórtolas emigrantes, y sobre todo, de la perdiz roja española, la brava, muy abundante en las provincias de Cádiz y Sevilla. Un buen cazador de perdices rojas es también conocido como un «red hunter», un cazador rojo. El Coronil, sur de la Campiña sevillana, hogar abierto de la perdiz brava y roja de España.

A solas o con sus amigos «señoritos», el «red hunter» por antonomasia de los campos del Coronil no es otro que Cañamero, el número 2 de la Banda del asaltador de supermercados. Gran tirador. Ha bajado del primer andamio del aire a miles de perdices, porque cuando ha sido invitado, no ha rechazado la cómoda facilidad de los ojeos. Soy defensor de la caza, de la importancia económica que la caza procura, de los puestos de trabajo que la caza dispone, y de la indudable influencia que tienen los cazadores de verdad para que la caza exista. No hay amante de la naturaleza más apasionado que un buen cazador, y ahí no entran ni las ideologías ni las estancas etiquetas que la política impone. Octubre a un paso, vuela una perdiz brava, impetuosa y magnífica raseando la piel de la Campiña, El Coronil al fondo, y un disparo interrumpe su vuelo, voltea su cuerpo y cae derribada. –Buen tiro, Cañamero–; –gracias, señor marqués–.

La caza, además de un deporte y un sano ejercicio, siempre abrazado a la naturaleza, es hacedora de vínculos y amistades. Nada tiene de negativo que Cañamero sea un gran cazador de perdices, liebres y conejos, un auténtico «red hunter», y departa amigablemente al calor de la chimenea, con sus compañeros de caza, ricos, menos ricos o nada ricos, que la afición une y no mira los patrimonios. Lo malo que tiene Cañamero lo sabe él y nos lo ha hecho saber a todos, fundamentalmente su amistad con el de Marinaleda y su sentido de la obediencia soviética que éste establece en sus egocéntricos comportamientos. Para mí, que no lo conozco personalmente, Cañamero haría bien en elegir entre los asaltos a los supermercados y la delicia de la caza, porque las dos aficiones ejercitadas simultáneamente, tienen que resultar agotadoras. 

Hay que agradecerle a Cañamero su buena voluntad para ayudar al derrumbamiento de los tópicos. Cazador y de la extrema izquierda. Allá en el Coronil, Campiña de Sevilla, vía hacia las tierras de Cádiz, con sus bravas perdices rojas intentando esquivar los plomos de su pericia. Cañamero, «the red hunter».

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