La puerta del monasterio está calcinada, madera negra, bisagras fundidas. En la pared, caracteres hebreos de spray naranja gritan: “Jesús es un mono”. Dos metros más allá, la pintura reivindica dos asentamientos, “Upper Migron” y “Maoz Esther”, tierra palestina ocupada. El ataque perpetrado ayer contra los monjes trapenses de Latrún, a 25 minutos de Jerusalén, ha consternado a la comunidad cristiana de Tierra Santa. Es el tercer incidente de vandalismo en 2012, después de que aparecieran insultos similares en la Congregación Baptista y en el monasterio greco-ortodoxo de la Cruz de Jerusalén, en febrero.
La reivindicación colona hace pensar a la Policía que es obra, como los anteriores, de jóvenes ultranacionalistas que desde otoño atemorizan a musulmanes y cristianos con sus acciones de price tag; sería algo así como el precio que los gentiles han de pagar por estar en la tierra que Dios legó a los judíos.
Ocho agentes investigan lo ocurrido. En ningún caso previo hubo arrestos. Un grupo de especialistas peinaba ayer el monasterio –levantado sobre un castillo cruzado a finales del siglo XIX, muy turístico– en busca de pruebas. Un monje se despertó a las 3.30 horas al oír ruido y vio la puerta ardiendo. Su rapidez evitó un mal mayor, en un área de madera y vegetación.
El Patriarcado Latino emitió un comunicado en el que constata su dolor. “¿Por qué seguimos siendo blanco de los poderes del odio? (…) ¿Qué pasa para que la sociedad israelí siga teniendo a los cristianos como chivos expiatorios y objetivo de su violencia?”, se pregunta el documento firmado por altos cargos de la Iglesia en Jerusalén. Dura nota, ni siquiera limita su crítica a minorías extremistas.
Denuncia que se enseña “el desprecio” a su comunidad y exige las autoridades que, tras esta “larga serie de ataques”, “actúen para poner fin a la violencia sin sentido”. El padre Louis, abad de Latrún, pedía que los cristianos no paguen el “enojo” colono.
“Vándalos”
El primer ministro Benjamin Netanyahu prometió un “severo castigo” para los culpables y reivindicó la libertad de culto. El líder de los colonos, Danny Dayan, marcó distancias con los “vándalos”. El negociador palestino Saeb Erekat acusó a Israel de “incitar al terrorismo” dejando sin castigo a diputados que amenazan con destruir la mezquita de Al Aqsa o arrancan hojas a un Nuevo Testamento. Recordó que las villas árabes que rodeaban Latrún fueron destrozadas en 1967, que ese suelo “es palestino”. 57 ataques de colonos se registraron en el último mes, añade.
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