miércoles, 4 de julio de 2012

"TRAS LOS PASOS DE JESÚS" 2ª PARTE: DEL MONTE DE LAS BIENAVENTURANZAS AL RÍO JORDÁN.

Lo mejor de relatar la vivencias y experiencias vividas en la Peregrinación a Tierra Santa que hemos realizado es que los recuerdos se agolpan en la mente y el corazón y  hace que sea muy difícil el poderlos plasmar todos en palabras. Gracias a esta serie de posts vuelvo a revivir y gozar todo.

¡Parece mentira que hace justamente una semana estuviéramos en la Tierra de Jesús!

El segundo día de nuestro peregrinar, de ir "tras los pasos de Jesús", nos hizo empezar el día en Tiberiades, donde pasamos la noche, la jornada empezó muy pronto, como todas, y  los teléfonos sonaron a las seis de la mañana. Teníamos que prepararnos para vivir con la máxima intensidad un nuevo día que nos llevaría a visitar lugares muy importantes en la vida de Jesús de Nazaret y, por consiguiente, para todo cristiano, todo católico que vive la fe con plenitud.

Tras desayunar salíamos  del "Hotel Restal" para encaminarnos al Monte de las Bienaventuranzas, lugar sagrado donde el Hijo de Dios nos dejó un Mensaje que se hace actual cada vez que lo leemos o escuchamos, donde nos acoge en Su Amor y nos indica el Amor que Dios tiene para con nosotros.

Visitamos el  Templo y oramos ante el Santísimo. En el jardín de dicho Monte celebramos la Eucaristía que correspondía al segundo día de peregrinar por los Santos Lugares.

Dijo el Padre Orta en su profunda homilía: "Las Bienaventuranzas no son mandamientos, es el anuncio de una alegría escondida a la mayoría de los hombres".

Después de comer el Cuerpo del Señor y celebrar juntos la Santa Misa nos encaminamos a la Iglesia donde se produjo el Milagro de la multiplicación de los panes y los peces, luego visitamos el lugar donde se conmemora el Primado de Pedro y pudimos observar la grandiosidad del Lago de Galilea. Los sentimientos se agolpaban en nuestras almas y en vez de sensación de pesadez ante todo lo vivido nos hacía estar más ligeros, hacernos más dóciles y  con unas ganas tremendas de conocer más y más todo lo que dejó Jesús por la tierras que tuvieron el orgullo de ser pisadas por su Benditos Pies.

Luego nos encaminamos a Cafarnaún para terminar la mañana dando un paseo en barco por el Lago de Galilea.

Después de almorzar en un restaurante de la zona, almuerzo de hermandad entre todos los peregrinos entre los cuales ya se empezaba a entablar sinceros sentimientos de amistad filial, pusimos rumbo a Caná de Galilea, donde se produjo el primer milagro de la vida pública de Jesús, para visitar la Iglesia donde sucedió dicho milagro. Allí los matrimonios hicimos la renovación del matrimonio. Os puedo asegurar que  fue un momento muy emotivo porque, Hetepheres y yo, cumplimos cinco años de casados y renovar las promesas del matrimonio en Caná de Galilea y presidiendo la Eucaristía el Padre D. Manuel Orta, nuestro director espiritual, ha supuesto un honor y un auténtico privilegio. Luego para celebrarlo fuimos invitados a brindar con vino de Caná de Galilea en una bodega que estaba enfrente de dicho Santuario.

Las horas iban pasando y todavía nos quedaban mucho por vivir. Tras dejar atrás, que nunca en el olvido, Caná de Galilea nos fuimos al Río Jordán, donde fue bautizado Jesús por San Juan Bautista, y allí, después de una meditación, todos los  peregrinos nos adentramos en sus aguas para renovar las promesas del Bautismo. Sentir esa cálida y, a la vez, fresca agua recorrer nuestras nucas tras ser impuestas en nuestras cabezas por las manos del Padre Orta queda grabado en lo más profundo de nuestra memoria y de nuestra alma. Allí pudimos comprobar los distintos ritos bautismales de cristianos venidos de todo el mundo.

Tras terminar en el Río Jordán cogimos, como era lo normal, nuestro autobús para que nos llevara, de nuevo, a nuestro hotel en Tiberiades. Después de una reconfortante ducha fría que hacía que nuestro cuerpo de nuevo volviera a la vida porque el calor húmedo que nos acompañaba en estos primeros días hacía que nuestro el mismo estuviera envuelto permanentemente en sudor y que litros de agua fuera consumida para poder así realizar todos los puntos previstos para la peregrinación con total garantía. 

Al terminar de cenar nos encaminamos al puerto de Tiberiades donde un  barco nos esperaba. En la oscuridad de la cálida noche nos adentramos en las aguas del Lago de Galilea y  allí en medio realizamos una hora santa donde el D. Manuel Orta nos hizo partícipes de una bella y profunda meditación. Con el sonido pausado de sus aguas, el bamboleo del barco y la quietud de todo cuanto visualizábamos, el Padre Orta hizo  con sus palabras que nos introdujéramos en profundas reflexiones que solo fueron cortadas por el ruido de los motores del barco cuando terminó la hora establecida. ¡Nunca pude imaginar que una hora durase tan poco!

Al llegar al hotel sobre las diez y media de la noche, echábamos el cierre al segundo día de transitar en Tierra Santa "tras los pasos de Jesús".


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