jueves, 5 de abril de 2012

SEVILLA: MIÉRCOLES SANTO COMPLETO.

Diario de Sevilla



SEMANA SANTA 2012

Los nazarenos del arrabal

San Bernardo tiene la virtud de compendiar todo un concepto de Semana Santa en la primera jornada plena de 2012, aunque de cielo gris y con un amenazante aire frío.
CARLOS NAVARRO ANTOLÍN /VÍDEOS: AINHOA ULLA SEVILLA | ACTUALIZADO 05.04.2012 - 07:57
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En la imagen, una multitud contempla la cofradía del Baratillo a su paso por calle Rioja. / Antonio Pizarro
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Las manos de los nazarenos hablan. Y sus acompañantes también. Las manos ofrecen una información callada, en sigilo, que hay que interpretar. Por las manos de un nazareno se puede calcular su edad. Por su acompañante se pueden intuir muchas más cosas. Los cordones de las medallas también hablan. Los niños llevan cordones nuevos y medallas relucientes. En los cordones de los mayores se nota el desgaste, la pátina. El color blanco se ensombrece, los azules se desgastan. La plata se ensucia, señal de que lo es. Lo mejor de la Semana Santa consiste en muchas ocasiones en fijarse en todos esos detalles. Igual que cuando llega un paso resulta muy enriquecedor centrar la atención en cómo lo ven los demás, en ese micromundo que se forma alrededor de un paso, que tiene una vida muy corta, lo que duran los instantes que dura la arriá y que se esfuma en cuanto suena el golpe de martillo. Ese mundillo de revoloteo de nazarenos de la presidencia, de instrucciones del fiscal al capataz, del tío de la caña, del naveta que revuelve el incienso con la cucharilla...

San Bernardo es cofradía para ser vista varias veces, es una buena cofradía para aprender de cofradías. Porque hay cofradías que tienen el valor de compendiar cierto concepto de Semana Santa. Verbigracia: la Amargura por Cuna. O San Bernardo desde que corona el puente, entra en la umbría Santa María la Blanca y alcanza la Alfalfa. San Bernardo es cofradía de arrabal, que es mucho más profundo que ser de barrio. Sus nazarenos van muy bien vestidos en la inmensa mayoría de los casos. Muchísimos van acompañados, pero sin ruidos, ni griterío, ni estridencias. Llama la atención cómo esta cofradía de capa pasa en sigilo con sus cientos de nazarenos y sus decenas de acompañantes.  Hay acompañantes de toso tipo: novias, madres, padres, abuelos, amigos, músicos... Caminan al lado del nazareno. Porque la peregrinación es larga y el futuro incierto. El nazareno combate la soledad como puede. Hay acompañantes que conversan con el nazareno. Otros van en silencio, ni se miran entre ellos, e incluso los hay que van un paso atrás del nazareno. Estos acompañantes tienen mucho de cirineo, de ayudar a llevar la carga de las horas. Estos acompañantes dan de beber al nazareno sediento, aunque ayer ninguno traía el rostro moreno del sol que antaño pegaba en el puente de las farolas bonitas, porque hubo un tiempo en que en los días de Semana Santa hacía mucho calor, se usaban las gafas de sol y los nazarenos de los barrios llegaban a la estrechez de las calles del centro con ansiedad por hidratarse.  Pero estas Semanas Santas feas, grises y con un frío peligroso han dejado en el olvido aquellas otras. 

Los nazarenos de San Bernardo siempre parecen sacados del ayer. Será porque tenemos muy interiorizadas las imágenes en blanco y negro de la cofradía. Son elegantes y fotogénicos estos nazarenos, con esos cirios rojos, con esos tonos morado y negro. Hay un nazareno que empuja el cochecito de un bebé nazareno. Otro que va en silla de ruedas.  Muchos van en soledad, perdiendo la vista al cielo o con los ojos  distraídos en el pabilo.  Caminan con disciplina. Hay momentos en que parece que no está pasando una cofradía. Hay un silencio grande en muchos instantes. Un silencio que impresiona, que no lo rompen ni los niños a la llamada del tío de los globos. San Bernardo pasa y con esta cofradía se va un concepto de Semana Santa elegante y popular. San Bernardo se va y aparece Lipasam junto a los personajes inflados de Bob Esponja y Dora la exploradora. Lo que ocurre inmediatamente después de que pasa una cofradía es otro micromundo realmente curioso. Siempre hay unos pocos, los menos, que retienen la mirada en el paso de palio durante varios minutos, a los que gusta ver cómo se marcha el paso. Probablemente hay pocas cosas más bellas en Semana Santa que ver alejarse un palio como se va perdiendo un barco en alta mar que acabamos de despedir en puerto al mismo tiempo que ir oyendo la melodía de una misma marcha en los distintos instrumentos que van pasando.

A San Bernardo la buscamos por el Salvador y ahí siguen los cientos de nazarenos con sus acompañantes peregrinos. Ahí siguen los devotos de la Virgen del Refugio. Uno de ellos va en silla de ruedas con una mano continuamente sobre el manto. Son los detalles de la Semana Santa auténtica que se pierden los abonados de la carrera oficial, que ven las cofradías sin devotos, sin tíos del carro ni aguaores. Y todo porque el vicario impide que pasen por este itinerario obligado. Los abonados se lo pierden, porque todos esos auxiliares son manos que hacen posible la Semana Santa.

El público espera parado en ciertas calles cuando aún queda más de una hora para que pase la cofradía. Ayer muchos aguardan comiendo pipas en la Cuesta del Rosario, sentados en sus sillas plegables o en los portales. Muchísimos de ellos eran jóvenes que prefieren esperar antes que ir a la búsqueda de la cruz de guía. Se trata de un público estático, acomodado quizás. Un público que pagaría lo que fuera por una silla en la carrera antes que dejarse llevar por las calles y dejarse sorprender por los mil y un detalles de la Semana Santa. Un público que no debería estar tan cansado, pues esta Semana Santa -salvo ayer-  no está siendo propicia para patear el callejero. Prefieren comer pipas a comerse la ciudad. Les gusta convertir la espera en un camping improvisado de bocadillos y laterío. Público de consumo al fin.

Los nazarenos de San Bernardo ya deben ir por Santa Cruz cuando los nazarenos de la Piedad serpentean por San Pablo. Estas túnicas del Arenal, tan originales, también hablan de los años de carencia. Lleva la Piedad claveles rojos y una elegante cornetería.  

Los nazarenos bien merecen la atención. Ellos son la Semana Santa y los protagonistas de un día en que salieron todas las cofradías. Porque puede haber hasta cofradías sin paso, pero nunca puede haberlas sin nazarenos. Una lógica que no se debe olvidar.

Salida de la Lanzada:

 
Vídeo: Ainhoa Ulla.

El Baratillo por Rioja:


Vídeo: Ainhoa Ulla.

Salida de Los Panaderos:

 
Vídeo: Ainhoa Ulla

Madre de Dios de La Palma (Cristo de Burgos) por Los Panaderos:

Vídeo: Ainhoa Ulla.


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