domingo, 22 de abril de 2012

ALCALDES VITALICIOS.

La Gaceta


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    LLEGARON CON FRANCO

    Alcaldes vitalicios

    22 ABR 2012
    Los hay que son alcaldes de su pueblo desde la juventud y han vivido a su manera, por tanto, medio siglo de la historia de este país. Son los casos, entre tantos, de Licinio Prieto, el más longevo de España, y José María Mendes.
  • Licinio y José María gozaban de una vida tranquila dedicándose a sus trabajos privados cuando fueron elegidos para llevar las riendas de sus respectivos pueblos. Y ha llovido mucho desde entonces. En 1954, cuando Licinio Prieto (1922) fue alentado por sus vecinos para que accediese al cargo de alcalde de Casares del Valle (Ávila), Hemingway ganaba el Premio Nobel de Literatura, Elvis Presley grababa su primer disco, EEUU mandaba armas a la España franquista y Alemania ganaba el Mundial de Suiza.
    En 1974, año en el que José María Mendes (1935), llegó a la alcaldía de Villares de la Reina (Salamanca) con sólo 32 años, el mundo se convulsionaba con la dimisión de Richard Nixon como presidente de los EE UU a raíz del escándalo del Watergate, en Portugal estallaba la revolución de los claveles y fallecía en Argentina Juan Domingo Perón.

    Llegaron a la alcaldía con franco y vivieron después la transición con un partido
    Son dos políticos que llevan la mayor parte de su ya larga existencia ocupando el sillón presidencial de sus respectivas localidades de origen, a las que han entregado su vida en cuerpo y alma. Ambos vieron llegar la democracia a España desde su privilegiada posición y se supieron amoldar perfectamente a los nuevos tiempos. Licinio, salvo dos legislaturas que decidió no presentarse, lleva 50 años gestionando un precioso pueblo de poco más de 500 habitantes situado en la ladera de la sierra de Gredos. Ostenta el honor de ser el regidor más longevo de España, como ya quedó claro, en el verano de 2009, con la visita que le brindó por ese motivo el actual presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. En el caso de José María, son 38 años seguidos, sin ningún descanso en su mandato al frente de una localidad de más de 6.000 habitantes casi colindante con Salamanca.

    Cuando llegaron a sus puestos, gobernaba Franco y la política municipal giraba en torno al Movimiento, partido único en un régimen al que aún le faltaban muchos años para ceder el testigo a la democracia.
    Licinio, que cumplirá 90 años en mayo, relata en su modesto despacho cómo llegó al puesto que ha marcado su vida: “Yo no quería presentarme porque no me interesaba mucho la política. Además, en aquella época no había elecciones. Me convencieron los vecinos y accedí. No había comicios y todo dependía del gobernador. Luego, ya con la democracia, no me apetecía seguir y me quería ir, pero me presenté en las primeras elecciones democráticas por UCD. Lo que pasa es que era amigo personal de Adolfo Suárez, que se portaba de maravilla conmigo, y yo con él, que conste... Me dijeron que hiciese una candidatura de la UCD y todos querían entrar en las listas, pero a la hora de la verdad no se atrevían y sólo querían que estuviese yo a la cabeza. Y así fue... Me presenté y ganamos. Mi trayectoria se resume muy rápido: empecé con Franco; luego, gracias a Suárez, pasé a UCD, luego al CDS, y de este partido, directamente al PP...”.
    José María Mendes también rememora con nostalgia su llegada al consistorio de Villares de la Reina: “Antes de alcalde fui concejal elegido por el tercio de los padres de familia. Lo designaba un tercio del pueblo democráticamente, antes de que se hubiese instaurado la Democracia en España. Este pueblo empezó a crecer gracias a un polígono industrial a principios de los setenta.
    En el 74, siendo concejal, el alcalde dimitió y quiso que yo ocupase su puesto. Me lo pensé y no estaba conforme. Era muy joven y estaba recién casado, por lo que valoré que con ese compromiso podía complicarme la vida. Yo siempre he pensado que los cargos son cargas y por eso en principio no quería. Pensaba mucho en mi familia, pero al final cedí. Y ahora, casi 40 años después, estoy orgulloso de mi decisión”.
    Vista atrás
    Cuando ambos alcaldes miran hacia atrás, son miles de recuerdos los que les vienen a la cabeza. Licinio, delicado de salud, con la voz quebrada y ojos llorosos, recuerda su periplo por varios partidos y la relación que mantuvo con los grupos de otro signo político: “De la UCD tengo buenos recuerdos, muy gratos.
    Con 90 años, Licinio, el alcalde más longevo, se retirará: “más que nada por mi edad
    ”Siempre me atendieron muy bien y gracias a este partido el pueblo empezó a modernizarse. Con los socialistas igual, a pesar de las discrepancias lógicas. Yo siempre me he llevado muy bien con todo el mundo y he pretendido hacer el bien a todo el que he podido, sin mirar colores políticos. Todo el mundo es igual. ¡Claro que he tenido enemigos! Pero no eran de Licinio, sino del alcalde. Si dejo de ser alcalde, dejo de tener enemigos. Me he llevado bien con comunistas, socialistas, derechistas, con todo el mundo. Nunca he mirado a nadie por encima”.

    El alcalde Villares de La Reina también recuerda con nitidez los mejores momentos al frente de su eterno mandato: “Llegué cuando no había partidos y sólo estaba el Movimiento. Luego, cuando muere Franco, el mal menor era UCD, que era una agrupación de políticos muy buenos. Estuve allí hasta que se disolvió el grupo. Era una mezcla muy variopinta que salió como salió. De UCD pasé ya al Partido Popular. No estuve en CDS... Los mejores momentos los vivo cada día al ver cómo ha cambiado el pueblo. Ahora tenemos las infraestructuras propias de una capital, no tenemos deudas y la gente joven, en vez de irse, viene a vivir aquí. Eso me llena de orgullo”.
    En pocas profesiones alguien puede permanecer 40 o 50 años al pie del cañón y más después de haber dejado de lado lo que hasta que el momento era su vida. Ambos se dedicaban a la agricultura antes de dar el salto al ruedo político. Licinio era pluriempleado, pero siempre, como dice él, a pequeña escala: “Me dedicaba a la agricultura, a la ganadería, tenía un pequeño negocio de construcción y también trabajé unos años para Banesto. Antes, y más en los pueblos, cada uno se ganaba la vida como podía, y más después de una guerra como la que vivimos”.
    José María también se dedicaba a la agricultura: “Tenía una sociedad con dos hermanos. Nos apoyábamos mucho. Tuve un hijo que dejó de estudiar. Y siempre he pensado que igual dejó los libros por culpa mía y por pedirle ayuda en el verano. Él estudiaba bien, pero en verano le cogía para trabajar y le enviaba con las máquinas. Le gustó y aparcó la escuela. Ya llevo tiempo jubilado, pero sigue siendo un entretenimiento que me da fuerzas. Es duro dejar lo que es tu principal modo de vida para dedicar muchas horas a la política municipal, pero cuando las cosas se hacen con cariño, pues todo compensa”
    Ambos muestran un respeto casi reverencial por sus mujeres, a las que consideran el principal punto de apoyo para que su vida política haya sido tan larga y fructífera. Son conscientes del tiempo que han dedicado a su pueblo en detrimento de la familia y por ello les están eternamente agradecidos. Licinio se pone nostálgico y evoca con mucho cariño cuando se declaró: “Hace 73 años, cuando yo tenía 17, le dije a la que ahora es mi mujer que estaba muy guapa y que si quería ser mi novia. Lo tengo grabado en mi memoria... Y fíjate, toda la vida a mi lado. Ahora está delicada de salud, como yo, que hago 90 años en unos días, ando como puedo como el bastón y tengo achaques... Pero nunca me ha reprochado nada. Me ha dejado ejercer como alcalde siempre con cariño, sabiendo que es algo que me llena de orgullo”.
    La opinión del regidor de Villares de la Reina es muy similar. “La familia ya está acostumbrada, sobre todo mi mujer, que ha sido un apoyo muy fuerte desde siempre. Tengo mucha suerte porque le gusta la política y me ha ayudado siempre con su cariño y su ánimo... Ahora cumplo en breve cuatro décadas como alcalde, más los años que estuve como concejal, y nunca me ha puesto una mala cara...”.
    ¿Hasta cuándo?
    José María Mendes sopesa su salida, pero aún no tiene claro para cuándo porque nota día a día el respaldo masivo de sus vecinos: “Ni estoy cansado, ni me aburre lo que hago y me sigue gustando presidir los plenos municipales. Además, cuento con el apoyo total de mis compañeros. Pero claro que muchas veces pienso que hay que parar, que ya son muchos años. Me sigue motivando ver cómo crece el pueblo, observar a los vecinos contentos con sus nuevas infraestructuras, ver a la gente de Salamanca o Valladolid que viene, el gran pabellón de deportes o las fantásticas piscinas cubiertas... Eso me llena de orgullo. Cuando llegué no había un metro pavimentado, ni servicios de ninguna clase. Ahora hay centro de salud, guardería, hay comprometido un instituto y económicamente, el futuro del pueblo está encarrilado con importantes planes y proyectos... pero que quede claro que sin tirar de cartera y midiendo al detalle cada inversión. Cada vez delego más en mis concejales, que siempre han contado con mi apoyo. Nunca he tenido problemas con los compañeros y hemos conseguido, con el trabajo de todos, tener un buen pueblo, con el segundo mejor polígono industrial de Castilla y León”.
    Por su parte, con 90 años, Licinio ve su retirada de Casares ya próxima, pero “más que nada por mis años, que ya pesan mucho. Tengo fuerzas y haré lo posible por cumplir la legislatura, aunque ya estoy muy mayor y veo que el final se acerca... Pero siempre he sido un luchador y espero aguantar. Lo que ha pasado es que siempre que he pensado en irme me he encontrado con la negativa de la gente de mi partido y del pueblo... Claro que hay relevo entre los concejales o el teniente alcalde, pero se empeñan en que yo siga de número uno, a pesar de mis años. No consigo encontrar quien me sustituya de una vez. Ahora miro para atrás y me acuerdo de cómo estaba mi pueblo en los años cincuenta y sesenta, cuando las calles eran de cantos, sin asfaltar y no había agua ni teléfono. Las gallinas, los burros y los cerdos correteaban por las calles junto a los chiquillos. A mí me ha tocado ir modernizándolo todo poco a poco. La llegada del agua supuso mucho, y se convirtió en el principal argumento para que el pueblo creciese. La gente antes vivía de los jornales y de sus modestas fincas, que eran minifundios”.
    A ambos políticos les adoran sus vecinos y les muestran su agradecimiento a cada paso que dan, como podemos observar al pasear por las calles de sus localidades. Felicitaciones por un lado, preguntas sobre el estado de salud por otro, recuerdos a la familia por aquí y detalles sobre cualquier problema municipal por allá. Ambos se detienen, charlan, se ríen con su gente, hablan confidencialmente al oído de unos y escuchan con atención a otros. Se les ve sinceros, llenos y, sobre todo, felices.

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