martes, 17 de julio de 2012

LOS "CALIENTASILLONES".

Hoy quiero hablarles de un espécimen humano del que llevo mucho tiempo queriendo escribir y describir.

Hoy quiero traer a este blog a los conocidos como "calientasillones". Así se les denomina, en una sola palabra,  a la persona que basa su vida en calentar el sillón, que están situados tras la mesa de un señor o señora que ostenta un cargo menor, y que su función se remonta en agradar los oídos del personaje, mediocre donde los haya, que ostenta una responsabilidad y que esos "calientasillones" ven que pueden sacar rédito personal o para hacer fructificar mil ideas que no son capaces de sacar adelante por ellos solos, porque ello ante todo y sobre todo "no quieren protagonismos".

El mediocre que ostenta el cargo se vale de esos personajes para realizar su actividad y así brillar en algo en su cometido que sin estos sería irrisorio. El mediocre "carguillo" es una persona "comodona", no habituada a trabajar mucho, le gusta mucho el chismorreo, la crítica fácil, el destrozar al otro cuando hace asomar su duda o dudas sobre aquél que haya tenido la ingrata suerte de cruzarse por su camino. Los vilipendiados por estos personajes que ostentan ese área de poder, ínfimo a todas luces, suelen ser personas de valía, con gran capacidad resolutiva, con cierto carisma, queridos, agradables y respetuosos, es decir, personas que le pueden hacer sombra al ostentador del cargo en cuestión y que por eso es eliminado con infundios y hasta cierto maltrato hasta que  cansado abandona la labor que estaba realizando en pos del bien común y en actitud de servicio para que el ínclito personaje se quede tranquilo. Lo peor de la historia es que las personas valiosas se van y lo hacen con la idea de no volver porque se sienten utilizados y a la vez maltratados por unos mediocres que no han visto una actitud de leal colaboración sino que con el buen hacer lo que han hecho es poner en duda el ejercicio de su nula responsabilidad.

Pues bien, esas personas que ostentas ese pequeño ámbito de poder, en cualquier parte, necesita de los mencionados "calientasillones" que suelen ser igual o más mediocre que ellos, que escuchan sus críticas y participan de ellas, se ríen de los demás al son de las carcajadas del que se sienta en su despacho, que le hacen el trabajo, pero no le quitan un ápice de protagonismo a esos memos y que con la realización de esa labor, muchas ideas suyas en manos del carguito en cuestión, le ponen una medalla que no merecen a la persona que le ha dado su confianza.

Los "calientasillones" pueden ser víctimas del iracundo carácter de su mentor porque, en muchas ocasiones, está cansado de "hacer" cosas, la mayoría de las veces firmar cartas o realizar alguna, muy pocas, llamadas teléfonicas. En esos casos los "calientasillones" son menospreciados, pisoteados, humillados hasta el extremo y se van del despacho con la cabeza baja, los hombros hundidos y alguna lágrima en los ojos. ¡Cómo puede ser con todo lo que he hecho por él! ¡Con toda la dedicación y el trabajo que he prestado para que se me trate como una fregona! Frases muy  escuchadas a los "calientasillones" cuando su iracundo "amigo", que  no puede jactarse ni ofender a otros, le amonesta o abronca de forma desproporcionada. En un gesto de dignidad dicen: ¡De mí que se olvide! Pero lo que le pasa a los "calientasillones" es que ese arrebato de orgullo dura lo que dura en hacer una llamada de teléfono al orondo cargo que está sentado en su "trono" para limar asperezas. Después todo vuelve a ser igual, como antes, como siempre.

Cuando cierro los ojos veo un despacho, por detrás de la mesa el mediocre carguillo sentado en su poltrona y delante de él una o dos sillas ocupadas por los correspondientes "calientasillones" que con voz baja mantienen su secreta e importante conversación y cuando entra una persona extraña al círculo hablan como si tal cosa con algún que otro chascarillo o broma, que suele ser de mal gusto, para hacer que tu presencia sea lo más incomoda posible y la visita sea fugaz.

Hoy en día los "calientasillones" no están en su mejor momento porque cuando el cargo en el que han puesto toda sus iniciativas, que en definitiva es su vida, deja de ostentar el mismo ven su futuro muy negro porque cuentan con la consideración de muy pocos y con la desconfianza de muchos. 

Si el panorama es desolador para todos los españoles por las crisis económicas y de valores que estamos padeciendo, más si cabe es para los "calientasillones" que ven que su futuro es más negro que el que Mariano Rajoy nos muestra a diario. Ya se sabe que los cambios de poder no les sienta nada bien a los "calientasillones".

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