Óscar González Esparragosa
Delegado Episcopal para la Familia, Defensa de la Vida y C.O.F.
Óscar González Esparragosa
Delegado Episcopal para la Familia, Defensa de la Vida y C.O.F.
Pregunta- Llega usted a una delegación que ha estado dirigida durante treinta y dos años por seglares ¿Qué dirección va a tomar ahora la delegación con su nombramiento?
Respuesta-La única dirección posible: la que marca el magnífico Directorio de Pastoral Familiar de la Iglesia en España, que es la dirección en la que nuestra Diócesis ha venido trabajando con ilusión en los últimos años. Y todo ello dentro de la llamada a la Nueva Evangelización que el Espíritu está dirigiendo a la Iglesia a través de los dos últimos Papas.
P.- ¿Cuál es la herencia que le han dejado sus antecesores en el cargo?
R.- Muchas y muy valiosas han sido las aportaciones de Maxi y Pruden a la vida y la misión de la Iglesia de Cádiz y Ceuta. Yo destacaría, sobre todo, que, junto a su equipo de colaboradores, han conseguido trasmitir a la Iglesia diocesana el sentimiento y la convicción de que la evangelización y la pastoral de las familias constituyen hoy una de las prioridades más urgentes de la Iglesia en España.
P.-¿Ha podido hablar con Maximiliano de la Vega y Prudencia Alonso, antiguos delegados de Familia? ¿Le han dado algún consejo?
R.- Hemos tenido ya algún contacto, pero nos queda aún mantener un diálogo más detenido, para que pueda adquirir un conocimiento más detallado de la realidad y los proyectos de la Delegación. Por supuesto, cuantos consejos y sugerencias pueda recibir de mis predecesores serán bienvenidos, y los consideraré una preciosa ayuda para el desempeño de mis futuras tareas.
P.- En cuanto al C.O.F. (Centro de Orientación Familiar) ¿Qué novedades va a haber? ¿Cuál va a ser la forma de trabajar en este campo?
R.-Aún es prematuro hablar de una realidad de la que sólo tengo el conocimiento que pueda tener cualquier otro sacerdote de la Diócesis. Sólo puedo decir que el respeto a las orientaciones del magisterio de la Iglesia en este campo, y la experiencia de quienes vienen colaborando en esta institución eclesial, serán las luces que habrán de señalar las líneas de trabajo del C.O.F. Es un deseo ferviente de nuestro Obispo que el C.O.F. siga funcionando y desarrollándose como un instrumento precioso de ayuda a las familias.
P.- A nivel personal, ¿cómo se siente ante esta misión que le encarga el Obispo diocesano?
R.- Fue una verdadera sorpresa recibir este encargo del Obispo, y le agradezco, de corazón, la confianza que ha depositado en mi persona para desempeñar un ministerio tan atrayente. Confío que, con la ayuda de Dios, pueda llevar a cabo, con fe, ilusión y generosidad, la tarea que me ha sido encomendada.
P.-Por otro lado, usted deja de ser párroco de San José y es trasladado a la parroquia de San Antonio ¿Cómo afronta el cambio de pasar de una gran comunidad de feligreses, con una enorme actividad a otra con menos?
R.- Marcho de la Parroquia de San José con una inmensa gratitud hacia el Señor, que me ha concedido vivir unos años extraordinariamente apasionantes y fecundos. También siento inmensa gratitud hacia mis hermanos de la Parroquia de San José, sacerdotes, religiosos y seglares. De todos he recibido muchísimo cariño y una colaboración ejemplar por su generosidad y lealtad. El amor a esa espléndida comunidad irá siempre en mi corazón. Ahora el Señor me pide servir a otra Parroquia de la que también guardo un especial cariño, pues fue el seno materno en el que despertó y creció mi fe, y también mi vocación sacerdotal. Espero servirla con el mismo amor y dedicación que he dedicado a las demás comunidades a las que he tenido el honor de servir.
P.- ¿Piensa instaurar el modelo de parroquia que tenía en San José a San Antonio?
R.- Cada parroquia tiene sus peculiaridades, sus posibilidades y sus necesidades. No se pueden clonar modelos concretos. Pero sí me empeñaré en trabajar pastoralmente en la línea que el Espíritu está pidiendo a la Iglesia del siglo XXI: una Iglesia apasionada por Jesucristo, que se hace discípula en la escucha atenta de su Palabra; una Iglesia corresponsable, donde el laicado posee una misión activa e insustituible; una Iglesia misionera, que sale al encuentro del hombre y la mujer de hoy, para ayudarles a descubrir el Evangelio; una Iglesia samaritana, que se entrega al servicio de los que sufren, para ofrecerles el testimonio palpable de la presencia del Reinado de Dios; y una Iglesia abierta a la gracia, que encuentra su fuerza y su alimento cotidiano en el Pan de la Eucaristía.
P.- ¿Cómo se ha tomado el cambio la comunidad de San José?
R.- No han faltado, lógicamente, sentimientos de sorpresa y cierta tristeza, pues todos estamos muy unidos y nos queremos mucho. Pero la comunidad de San José es una comunidad madura y adulta, que no trabaja en función del párroco de turno, sino de Cristo, que es el centro en torno al cual gira la vida de la Parroquia. Por eso, el P. Salvador Rivera va a ser recibido con mucho cariño y disponibilidad, más aún teniendo en cuenta que muchos de aquí ya le conocen y saben de sus virtudes humanas y de sus cualidades como buen sacerdote.
P.- ¿Qué mensaje le gustaría transmitir a su nueva feligresía de San Antonio?
R.- A la feligresía de San Antonio quisiera expresarles mi alegría por la oportunidad que me ofrece el Señor de incorporarme a una comunidad parroquial tan señera, con tanta y tan rica historia de fe y de caridad a sus espaldas. Y también quisiera hacerles patente mi propósito de serviles con generosidad y entusiasmo. Pido al Señor me conceda la gracia de estar a la altura de los dos grandes párrocos que les han acompañado tan ejemplarmente en las últimas décadas: D. Vicente Gaona (q.s.g.g.) y D. Enrique Arroyo, a quien tendré el honor de suceder.