sábado, 26 de octubre de 2013

A JOSÉ CARLOS FERNÁNDEZ MOSCOSO Y AURORA RUÍZ RODRÍGUEZ: ¡AMIGOS Y HERMANOS DEL ALMA!

Juntos en el Taller de Emilio Barea, padre de nuestro querido amigo Berna.


¡Tenemos que dar tantas gracias a Dios!

Una de las gracias que el Señor te ofrece para que tu vida florezca en la armonía que Él te otorga es la AMISTAD. Sí, con mayúsculas. Amigos hay muy pocos y así tiene que ser. El que piense que tiene muchos o se engaña o lo engañan pues, después, a lo largo de la vida vas viendo por tus propios ojos, que esos no mienten, lo que es la somera, cruda y fiel realidad.

Tengo poco amigos y menos hermanos del alma. Doy gracias a Dios por ello porque en los mismos puedo confiar hasta mi vida porque sé que no me van a defraudar. Los amigos, hermanos, son los que comparte contigo tantas cosas y vivencias así como en otras ocasiones difieren en mucho de tus propios pensamientos u opiniones y aún así te quieren, te respetan, te protegen.

En este sentido tengo a orgullo, lo digo a boca llena, que tengo dos verdaderos amigos y hermanos del alma en las personas de José Carlos Fernández Moscoso y Aurora Ruiz Rodríguez.

En un mundo donde lo mediocres abundan y creen, en su necedad, que están ganando batallas aunque poco a poco vayan perdiendo la guerra decir y proclamar a boca llena que siento y quiero como verdaderos hermanos del alma a José Carlos y Aurora puede convertirse en una heroicidad porque todos los que proclaman en el desierto de la ignorancia, del miedo, de las maledicencias, de lo efímero de los más burdos sentimientos pueden poner su particular grito en el cielo, aunque después nadie los escuchen, pronunciándose en sus íntimos mentideros, nunca mejor dicho porque lo que proclaman  la mentira, de que de "tal palo tal astilla". ¿Has visto José Carlos nos pueden comparar con una astilla? ¡No hay nada más molesto que una astilla clavada en la piel!

Mis queridos José Carlos y Aurora, hermanos míos:

Estoy sentado en el salón de nuestra casa de Villaluenga, porque mí casa también es de mi familia y vosotros los sois, frente a la ventana que da a la montaña que corona ese pequeño árbolito que en la distancia es muy pequeño y cuando lo tienes delante puedes resguardarte en él,  con en campanario de la Iglesia rompiendo y completando ese hermoso paisaje que me puede trasladar a otros sitios, otros niveles, otra dimensión. Muchos dirán que estoy loco. Yo les digo:  ¡Divina locura!

Frente por frente al ordenador, con esta página en blanco que poco a poco se va llenando de palabras hasta que llena de significado un texto hecho desde el corazón para dos personas ejemplares por ser como son y por luchar cada día, cada minuto y segundo por su real derecho de estar en la vida. 

Quiero deciros que os admiro como pareja, como amigos y hermanos. No es fácil vivir en un mundo lleno de submundos cada cual más asquerosos y llenos de porquería. Rodear la inmundicia cuesta y más cuando no se está acostumbrado a vivir entre ella pues por familia y forma de ser dista mucho de la misma. 

Hermano, eres un ejemplo de persona valiente y coherente en la vida. Eres emprendedor y como buen profesional, no olvidemos que eres un periodista como la copa de un pino, no sirves para quitar manchas sino para ofrecer noticias veraces, independientes y llenas de rigor. Conozco, gracias a Dios, a muchos colegas tuyo y sé que por mantenerse en esa pulcra línea de honestidad se le ponen, en demasiadas ocasiones, las cosas cuesta arriba. ¡Es el precio que hay que pagar por ser un auténtico profesional del periodismo!

¡Os echo de menos! Recuerdo, como si os estuviera viendo, vuestras amenas y prolíficas conversaciones al calor del hogar. Risas, conversación amena e interesante, proyectos de futuro en el cual estaremos los dos inmersos, acontecimientos que están por venir y que, si Dios así lo quiere, lo pondremos en valor por el bien de todos y de todo.

Os digo más: ¡Villaluenga os echa de menos! Son muchos los vecinos, mis queridos convecinos, los que me han preguntado por vosotros, los que me han comentando que se han sentido emocionados por lo que el otro día tu corazón escribió sobre vuestra reciente visita al Pueblo. Hoy, por no ir más lejos, me han preguntado por vosotros en Misa Juani Moreno.

¡Ya aquí ha llegado el frío! ¡Ya se huele a leña en algunas casas y ya todo vuelve a tener el color de ese otoño-invierno que aquí lo envuelve todo! Los colores cambian, se huele distinto, se come, bebe y conversa de forma distinta! La cabra "preñá" de Pepe os está esperando para que la visitéis y, algún día, me gustaría que compartieras conmigo lo que es rezar en la más absoluta soledad e intimidad ante Jesús que cobijado en Su Sagrario nos espera en el primer y único Templo de este hermoso lugar. ¡Dios está en todos lados aunque en algunos sitios se deja sentir más que en otros!

Volveremos a comer y conversar en torno a una mesa o un sofá entre risas, anécdotas, charlas y amena conversación. Hermano, nosotros nos podemos llevar horas hablando porque nos gusta compartir nuestras vidas con las personas que queremos. ¡Somos así de especiales, de selectos, de exquisitos!

Después de tu artículo en días pasados quería deciros que os quiero, mejor dicho, os queremos y que estamos deseando que volváis por nuestro querido y pequeño gran Pueblo donde, en pocas horas, habéis conquistado tanto cariño a base de ser como sois. 

Hasta entonces, aunque nosotros estamos permanentemente comunicados, recibid nuestro cariño verdadero, nuestra admiración y la amistad de verdaderos hermanos que somos y lo demás..., lo dejo para los demás.

Recibe un fuerte abrazo de,

Jesús Rodríguez Arias

1 comentario:

  1. Querido hermano: Suena a tópico decir lo siguiente, pero es la verdad: nosotros no merecemos tantos elogios, solo somos personas normales, con nuestros pocos méritos y muchos defectos, que cada día que nos levantamos tratamos de vivir sin hacer daño a nadie y cumpliendo con lo que tenemos que hacer en nuestra cotidianeidad. Solo intentamos cuidar a nuestros amigos y tenerlos lo más cerca posible en este alocado mundo de prisas y obligaciones que nos alejan del cariño personal y directo hacia quienes apreciamos y queremos como es vuestro caso. Muchas gracias de corazón, estamos deseando regresar para volver a disfrutar de horas de enriquecimiento en todos los aspectos: el que da la buena conversación sobre muy variados temas, ampliar conocimiento sobre tu querido pueblo, conocer a su gente, ennoblecer el espíritu... Un fuerte abrazo en esta preciosa amanecida de domingo en la que ya estamos de pie, hay mucho que trabajar aunque sea el Día del Señor.

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