Dhaka – La práctica cruel de la venta de órganos en Bangladesh comenzó en 1982, y poco después se desencadeno un auténtico comercio. Sólo en 1999, el Parlamento del país ha aprobado la Ley de Trasplante de Órganos, que prohíbe el tráfico y la publicidad de los vendedores de los mismos. De acuerdo con la ley, los trasplantes son legales sólo entre la familia y los esposos. Sin embargo, el mercado negro sigue proliferando debido a los mediadores que identifican a los vendedores y compradores. Las operaciones se realizan en los hospitales privados en Bangladesh, donde los médicos están de acuerdo, o en países como la India y Singapur, donde el sistema de salud es mejor . Los intermediarios falsifican pasaportes, y producen certificación 'legales' que certifican que el donante y el receptor de los órganos trasplantados son parientes. Actualmente, además del tráfico de riñones también se añade el de hígado y córnea , y en muchos hospitales se ha introducido la prueba de ADN .
Kalai, que está ubicado al norte de Dhaka, en el distrito de Jotpurhat, al igual que muchos otros pueblos de Bangladesh, a primera vista parece una zona rural idílica, sin embargo, muchos de sus habitantes se han visto obligados a recurrir a la venta de órganos para pagar los préstamos de microcrédito contraídos. En el corazón de Kalai se ven arrozales verdes rodeados de polvo de los caminos vecinos, donde los niños juegan desnudos, aferrándose a pequeñas cañas de bambú que sostienen la choza improvisada en la que viven. Al igual que millones de bengalíes habitantes de las zonas rurales, crecen con una una vida llena de privaciones. Con la esperanza de aliviar su estado de pobreza, muchos contraen deudas con los acreedores de micro-crédito, sólo que luego se encuentran en una situación aún más complicada cuando no son capaces de pagar el préstamo.La idea de la venta de órganos no es nueva y los pobres de todo el sur de Asia han recurrido a ella durante años. Lo que es menos conocido es que mucha gente lo hace por miedo a no ser capaz de pagar a los acreedores. En un principio, se crearon estos institutos de crédito para ayudar a las personas a salir de la pobreza, fomentando su espíritu empresarial y la emancipación de las mujeres, ofreciendo pequeños préstamos a los que no eran capaces de conseguir los de los bancos tradicionales.
Kalai, que está ubicado al norte de Dhaka, en el distrito de Jotpurhat, al igual que muchos otros pueblos de Bangladesh, a primera vista parece una zona rural idílica, sin embargo, muchos de sus habitantes se han visto obligados a recurrir a la venta de órganos para pagar los préstamos de microcrédito contraídos. En el corazón de Kalai se ven arrozales verdes rodeados de polvo de los caminos vecinos, donde los niños juegan desnudos, aferrándose a pequeñas cañas de bambú que sostienen la choza improvisada en la que viven. Al igual que millones de bengalíes habitantes de las zonas rurales, crecen con una una vida llena de privaciones. Con la esperanza de aliviar su estado de pobreza, muchos contraen deudas con los acreedores de micro-crédito, sólo que luego se encuentran en una situación aún más complicada cuando no son capaces de pagar el préstamo.La idea de la venta de órganos no es nueva y los pobres de todo el sur de Asia han recurrido a ella durante años. Lo que es menos conocido es que mucha gente lo hace por miedo a no ser capaz de pagar a los acreedores. En un principio, se crearon estos institutos de crédito para ayudar a las personas a salir de la pobreza, fomentando su espíritu empresarial y la emancipación de las mujeres, ofreciendo pequeños préstamos a los que no eran capaces de conseguir los de los bancos tradicionales.
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