¡Sí Señor, ya están aquí!
Llevo semanas contando los días, cual Romeo con Julieta, para que mi ilusión se plasmara en realidad. Llevo contados cada minuto del día, con impaciente ánimo veía lo que acontecía cada jornada y más nervios entraban en mi estómago. Muchas veces me decía: ¡Ni que fueras a una petición de mano! ¡Qué barbaridad si es que tenía que llegar este glorioso momento!
A final de la semana pasada ya mi sentimientos iban floreciendo hasta alcanzar la fuerza de un caudaloso río, mi estado nervioso se acrecentaba según pasaban las horas del domingo que hacía que unos “relucientes” días llenaran el calendario por la emociones intensas que me tocaba vivir en primera persona.
Pero claro está, esta experiencia de vida tiene que tener su, lógica, preparación. A ello me he puesto. He pensado y repensado que hacer y que atuendo llevar para no desentonar con el ambiente y he empezado con la ardua tarea de preparar hasta el ínfimo detalle que nadie vería menos él, la perfección absoluta, el hombre dedicado a los demás y sin nada suyo, el Ghandi de España. ¡Y olé!
Rebusqué, arduamente, en el ropero de casa para buscar una camisa muy vieja que todavía puebla por allí. De cuadros grandes en tonos rojizos, ¡Muy propio me dije! Y con alguna que otra mancha tal y como corresponde. Eso sí, algo ajustada porque la tengo hace veinte años y el cuerpo no es el mismo a los veinte que a los cuarenta. Necesariamente me tendría que desabrochar la botonadura y dejar los cuatro pelos del pecho a la vista del “populacho”. ¡No importaba tales sacrificios por ser para que era!
Pasé después a buscar un pantalón vaquero algo roto, no lo encontré porque mi mujer ya se ocupó de tirarlo en su día, con lo cual seleccioné unos pantalones cortos “multibolsillos” que son muy “progres”. Un gorro de paja sudado y unas zapatillas de deporte sucias y llenas de manchas de pinturas hicieron el resto hasta completar el, necesario, vestuario para la ocasión.
Cómo soy muy estudioso me he aprendido al dedillo toda la “parafrasería” propia, las proclamas necesarias para no quedar en ridículo ante tan “ilustre” compañía.
Me he dicho, tengo ya el “ajuar” completo: Uniformidad, vocabulario. Ahora quedaba educar la voz para que las frases a emitir tuvieran la entonación correcta. ¡Ya está casi todo! Pero no, faltaba un complemento que no podía dejar en el olvido.
Sin pensarlo dos veces he cogido la tela de la cortinita del cuarto de baño, que tienen como dibujo vivos colores rectilíneos, y la he amarrado a un palo que tenemos para mover la pintura. Me he dicho satisfecho: ¡Ya está todo preparado para el gran día!
Y el gran día es hoy. ¡No os podéis imaginar cuanta emoción anida en mi alma!. Hoy me incorporaré a la “Marcha Obrera” que dirige ese ser humano “excepcional”, el gran pacificador de la tierra; Juan Manuel Sánchez Gordillo.
He salido vestido de esta guisa de casa, los vecinos me han mirado con muestras de extrañeza y malestar, y me he montado en mi coche con dirección a El Puerto de Santa María para esperar allí a mis compañeros jornaleros, aunque yo como Willy Toledo solo haya visto las remolachas cuando estaban ya en el plato, para encaminarnos a donde nos dirijan nuestros amados líderes. ¡Parecemos un secta siguiendo al líder espiritual de la misma!
Me he dicho: Voy a ir a una entidad bancaria y me voy a poner en la puerta a esperar que pase por las centrícas calles los “compañeros-ciudadanos marxistas-comunistas”.
Son cerca de las tres de la tarde, mi estado de ánimo se van encrespando porque me temo lo peor. Por aquí no pasa nada ni nadie, no veo a las Fuerzas Policiales que dicen que acordonan los sitios por donde pasa la “marabunta obrera” y ya algún que otro jubilado me ha echado unos céntimos creyendo que era un indigente, otros me han dedicado comentarios malsonantes y han hecho muecas ridículas cuando pasaban por mi lado. ¡El capitalismo lo tiene impregnado todo!
Cabizbajo vuelvo para mi casa, la marcha de Juan Manuel no ha llegado a estas tierras o han cogido por otro sitio. Cuando pongo la radio me entero que ya han entrado en Cádiz tras pasar el día de ayer por tierras portuenses, con escándalo incluído, y hacer noche en Puerto Real.
¡Miserable de mi con tantos preparativos no me he informado bien de las fechas! Ahora ya es muy tarde, tengo más calor que una lagartija en un patio de Córdoba en pleno mes de julio y estoy de la camisa, el pantalón, las zapatillas, el gorrito y el trapo de colorines que porto hasta la mismisima coronilla. ¡Qué sacrificado es ser un proletario de los de Gordillo”.
Cuando llego al remanso de paz de mi casa, tras tomas una larga y fría ducha, vestirme como Dios manda y colgar la cortinita me pregunto: ¿En que trabajan esta gente que acompaña a Sánchez Gordillo? Espero que no vivan de subvenciones. Leo y me entero de la verdad del Alcalde de Marinaleda y su fiel escudero Cañamero y digo para mí: “Fulanito eres un idiota, ¡Te han engañado como un miserable siendo otros los verdaderos miserables!
A estas horas ya el “circo Gordillo” habrá realizado sus famosas representaciones a las cuales se habrá adjuntado algún que otro “espontáneo” para protestar de esta manera tan peculiar, indignante y, en muchas ocasiones, delictiva contra un sistema con el que no están de acuerdo unos señores que defienden las ideas políticas de grandes dictaduras donde tienen apresada las libertades y los derechos fundamentales de todos sus conciudadanos: Cuba, China, Corea del Norte..., unos señores que son amigos y admiradores, fieles admiradores, de los presos etarras que no olvidemos son una banda de asesinos asquerosos que han cercenado la vida de muchos inocentes y han destrozado a familias enteras.
¿Este es el sistema político que dicen defender? ¿Estos son los amigos de estos “salvapatrias-asaltafincas”? Con semejantes representantes políticos y quienes le apoyan vamos apañados. ¡Dios nos coja confesados! Porque si no...
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