El candidato a vicepresidente promete crear doce millones de puestos de trabajo y recortar el déficit para que la economía crezca
TAMPA- El congresista Paul Ryan, de 42 años, supo en cuanto puso ayer el primer pie en el escenario que los estadounidenses sólo querían escuchar cómo iba a frenar el gasto público, disminuir el tamaño del Gobierno central y cambiar las prioridades federales. Este joven político de Wisconsin personifica la filosofía republicana: menos impuestos y menos gobierno. Ayer, con su discurso de nominación a la candidatura de vicepresidente en Tampa, tuvo la tarea de presentarse a los estadounidenses y demostrar que es algo más que el hombre del Congreso que ha escrito el «Plan de prosperidad» que fija las bases para la reducción fiscal.
Ryan anunció que tiene su partido tiene un plan «para crear una clase media más fuerte con el objetivo de generar 12 millones de puestos de trabajo nuevos durante la próxima legislatura». Añadió que «después de cuatro años de dar vueltas, América necesita dar una vuelta, y el hombre para ese trabajo es Mitt Romney». Ryan dijo que será un trabajo arduo: «Nosotros nos pondremos al frente, no estaremos cuatro años echando la culpa a los demás, asumiremos nuestras responsabilidades, no intentaremos sustituir nuestros principios fundacionales. Hay trabajo por delante que será duro». Desde el escenario se dirigió a activistas, jóvenes republicanos, votantes indecisos y fieles conservadores.
El presidente de FreedomWorks y uno de los creadores del movimiento ea Party, Matt Kibbe, reconoció a LA RAZÓN que «no es perfecto, pero sí es la persona adecuada para hablar en nuestro lenguaje y también para poder dirigirse a una audiencia más amplia. Es atractivo en el sentido de su visión sobre los presupuestos y también porque ha tomado decisiones difíciles en cuanto a la política fiscal. Su distrito es de clase trabajadora muy demócrata». Ryan representa la alternativa conservadora a las políticas económicas actuales por lo que dentro de las bases republicanas le ven preparado para la lucha por los llamados votantes de «cuello azul» (término utilizado en EE UU que viene de los monos de las fábricas). Ayer el ya candidato oficial a la vicepresiencia también vendió a la audencia su propia trayectoria como la gran historia del sueño americano. Joven hecho a sí mismo, de familia católica y exitoso.
La vecina de Wisconsin Candee Arndt explicó a este diario que «estoy deseando que la gente conozca al congresista Paul Ryan. Ha hecho un trabajo increíble en este estado». Para la señora Arndt los asuntos más importantes de campaña son la economía y anular el «ObamaCare» (como los republicanos llaman de forma despectiva a la reforma sanitaria). No importa la procedencia de los votantes. Todos coinciden en la gravedad de la situación económica. Amy Carnivale, de 41 años, indicó que «no me creo las cosas que dicen sobre Romney. Es muy cercano. Creo que cuando la gente le conozca, cambiará de opinión. Voy a votar por él porque he visto lo que hizo en Massachusetts, y allí dio la vuelta al déficit». Doug Allien, de 71 años de Texas, opina igual que esta republicana de Massachusetts, pese a que no cumple con el perfil del conservador medio. Es afroamericano, ingeniero con un doctorado, pero rechaza las políticas de Obama y su uso de las minorías. «Sólo hay que mirar su historial político en la creación de trabajo para darse cuenta de que no respalda a la gente», indicó sorprendido de que para los demás la cuestión no sea tan obvia. Ayer, además de Ryan, también intervinieron en la ronda de discursos el ex candidato republicano de 2008, el senador John McCain; la ex jefa de la Diplomacia de George W. Bush, Condoleezza Rie; la gobernadora de Nuevo México, Susana Martínez, y el ex gobernador de Arkansas y contendiente en las primarias de 2008, Mike Huckabee.
Hoy, último día de la convención, dará su discurso Mitt Romney, que será presentado por el senador de Florida Marco Rubio, estrella ascendente del Partido Republicano, cuyo nombre estuvo en las listas para ocupar el puesto de Ryan. Los dos representan a una nueva generación del partido dispuesto a renovarlo como en 1992 hicieron sus rivales Clinton y Al Gore.
EL LADO MENOS CONOCIDO DEL «NÚMERO DOS»
l Romántico. El más joven de cuatro hermanos le pidió a su mujer que se casase con él en el lago St. Germain de Wisconsin.
l Consorte con pedegrí. Su mujer lobbista y explosiva, de nombre Janna, pertenece a una de las familias demócratas más importantes de Estados Unidos.
l Religioso. Este católico perdió a su padre, de origen irlandés, a los 16 años.
l Hecho a sí mismo. Antes de ir a la universidad trabajó en el McDonald’s haciendo hamburguesas.
l Apasionado cazador. Va a ser portada de la revista «Deer and Deer Hunting» (Canzando Venado y venado), en la que se describe como un cazador incansable.
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