sábado, 2 de junio de 2012

CUESTA ABAJO Y SIN FRENOS.


  • Sociedad | La Gaceta
     
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    Jubilados | Getty Images
    DESIERTO DEMOGRÁFICO

    Cuesta abajo y sin frenos

    02 JUN 2012 | ROSA CUERVA MONS
    La crisis económica, la precariedad laboral y la inestabilidad de las relaciones sentimentales son, al parecer, las causas principales de la caída en picado de la natalidad española.
  • La frase se repite hasta la saciedad: “No están las cosas como para tener niños”.¿Sí? Y ¿cómo seguir agarrados a ese argumento cuando se revela que en 1938, en plena Guerra Civil española y con una población un cuarenta por ciento menor, el número denacimientos en España era mayor -425.000 en 1938 frente a los 375.000 niños que nacieron en 2008- que en 2010? Nos hemos quedado sin excusa.
    Hace solo 36 años, la población menor de 21 años doblaba con holgura a la mayor de 60. Eso significaba que había más jóvenes accediendo al mercado laboral que mayores recibiendo pensiones. Eso ocasionó, entre otras cosas, que las mentes ilusionadas y brillantes de emprendedores de España y el resto del mundo dieran a luz empresas como Microsoft o Zara -Bill Gates tenía 20 años cuando empezó y Amancio Ortega, 36- y que las ansias de cambio político se reflejaran en las urnas al haber una proporción mayor de votantes jóvenes que mayores.
    Esos tiempos son solo un recuerdo.
    La realidad social actual -en España, Europa y la América más moderna- la protagonizan cabezas canas y pasos apoyados en un bastón. Nos hemos hecho viejos y, al contrario de lo que pronosticaban con angustia los seguidores de Malthus -la población aumentará exponencialmente y el mundo se quedará sin comida ni recursos para todos- la sociedad del XXI se enfrenta a un problema, igualmente demográfico, pero en sentido radicalmente contrario: la despoblación.
    Sin pensiones
    Al margen de la mala distribución de los recursos -que ocasiona, por ejemplo, la muerte en África de miles de niños desnutridos o enfermos de males que se habrían solucionado con una simple vacuna- la realidad es que ni la población crece tan rápido como se esperaba ni el futuro, al menos en Occidente, parece estar asegurado, dado que la tasa de fertilidad actual no llega a la necesaria
    cuota de sustitución: dos hijos por pareja.

    En cuanto a la política, los jóvenes que portan banderas del 15-M y que se reúnen en las asambleas de barrio, o aquellos que salen a la calle a defender una mayor protección de la vida humana, pueden olvidarse de grandes cambios... al menos en los próximos años: el grueso de los votantes - que al fin y al cabo manda en las urnas- será en 2050 de mayores de 60 años. Se votará lo que se lleva votando en las últimas décadas, a no ser que los jóvenes acierten a convencer a sus mayores.
    Y las pensiones: si en 1935 Estados Unidos calculó que había 52 trabajadores en activo -veinte en el caso de Europa- por cada jubilado, en la actualidad la relación es de dos -tres como mucho- trabajadores en activo para mantener a cada retirado. Una losa pesada sobre los hombros de una España, por ejemplo, en la que el cincuenta por ciento del gasto farmacéutico lo consumen los mayores de 75 años, según explica el experto en demografía Alejandro Macarrón.
    Dice Douglas Silva, directivo del C-Fam, centro experto en asuntos de familia, religión y sociedad, que “todos los europeos son Grecia”, puesto que, con su inversión de la pirámide poblacional -más mayores que jóvenes-, toda Europa está llamada a la quiebra del sistema.
    Y el mal se extiende: en todo el mundo la tasa de natalidad ha bajado de 5 puntos en los años sesenta a 2,7 puntos hoy. En Tailandia el treinta por ciento de las mujeres en edad fértil no tendrá hijos nunca y en Estados Unidos el número de solteros -y probablemente sin hijos- ha ascendido hasta alcanzar al 28 por ciento de la población.
    Ciudades inhumanas
    Si estas cifras le animan a correr a un banco para abrir un plan de pensiones... espere, que llega lo mejor. ¿Quién tiene la culpa de esta situación? Los mismos que la sufren. Los ciudadanos, en fila india y uno detrás de otro.
    Culpas indirectas: la revolución industrial y económica propició hace tiempo el éxodo rural.

    Los pueblos se vaciaron en aras de unas ciudades repletas de recién llegados que se encontraron, y así se ha mantenido la tendencia, con casas cada vez más caras -por demandadas- y cada vez más pequeñas -por escasas-. “Las ciudades actuales son inhumanas, no respetan las necesidades del ser humano ni están pensadas como organismos para la sociedad, sino como herramientas de especulación”, asegura el profesor Joel Kotkin, autor del libro sobre demografía América en 2050, que propugna la vuelta a las afueras, a esas casas amplias con jardín en las que los hijos podían dar más de cinco pasos sin chocar con una pared, y una apuesta por el teletrabajo, para que no sea
    necesario hacer decenas de kilómetros cada día.

    Casas pequeñas, horarios laborales imposibles y distancias kilométricas que convierten la crianza de los hijos en un reto inasumible. Es verdad, la vida pone difícil el papel de padre y madre. Pero ¿qué decir de las culpas directas? Aquí van: Casi la mitad de la población en edad fértil utiliza alguna forma de anticoncepción y el consumo de contraceptivos moverá, solo en 2015, la nada despreciable cifra de 17.000 millones de dólares. “Hay especies que se extinguen, pero, de seguir así, el ser humano se convertirá en la
    primera que ha financiado su propia extinción”, apunta con sarcasmo el analista de Howard Center, una institución especializada en demografía y familia, Donald Feder.

    Cada día se practican en el mundo 115.000 abortos y esto suma 42 millones de niños abortados cada año -más del doble que soldados murieron en la Segunda Guerra Mundial, considerada el conflicto más sangriento de la historia de la humanidad-. “No solo estamos perdiendo a 42 millones de personas. También a sus hijos, nietos y otros descendientes. En una palabra: estamos abortando el futuro”, vuelve a señalar Feder.
    Más culpas: el ser humano ha dado la espalda a la religión. Cada vez son menos los que se definen como creyentes o consideran que sus vidas tienen cierto sentido trascendente. De ahí al individualismo radical hay un paso, el que tarda en dar el hombre hasta convencerse de que la gratificación y el placer personal -bienes materiales, viajes, comodidades...- son meta y fin en sí
    mismos. Y eso produce tristeza y la tristeza lleva a decir aquello de “mejor no traer niños a un mundo como este”. ¿Exageración? Las cifras -aburridas pero certeras- señalan una relación directa entre fe o práctica religiosa y natalidad.

    El sur de Estados Unidos, conocido como “el cinturón de la Biblia”, tiene una tasa de natalidad muy superior a la de Nueva York o San Francisco, donde se dice que hay más perros que niños.
    ¿Por qué? Porque las grandes ciudades concentran como ningún otro lugar los frutos de varias revoluciones: la sesentayochista, la sexual, la homosexual... Hay más cohabitación, más divorcios, más parejas del mismo sexo, más abortos, más solteros, más dinero, más prisas, más enfermedades, más tristeza... menos niños. “Y también más Ferraris, sí, pero estos no llorarán en tu funeral” (de nuevo Feder y su sarcasmo).
    Los viejos no van a la guerra
    Si Thomas Malthus levantara la cabeza... se enfadaría mucho con sus seguidores por haber hecho tan mal los cálculos. Porque, a juicio de Joel Kotkin, ese error, el de cálculo, ha sido el más grande de Naciones Unidas: “Las proyecciones son incorrectas porque no han tenido en cuenta que gran
    parte de la población fértil no tendrá hijos. Ni nietos, ni bisnietos... se ha errado en el cálculo”.

    Predicción frente a proyección: si hay menos hijos, la segunda generación será más pequeña, no más grande, y así... hasta el invierno poblacional. Hubo quien -agentes políticos, sobre todo- pensó que las sociedades envejecidas serían un regalo porque contribuirían a la estabilidad geopolítica -“los viejos no van a la guerra”-, al cuidado del medio ambiente y al empoderamiento de la mujer -liberada del yugo de la maternidad-. También se equivocaron.
    Los frutos del control de población solo traen desorden económico, malestar social y, al no ser un proceso paralelo en el tiempo, debilitan a unas regiones -las viejas- frente a otras -las jóvenes que todavía pueden hacer la guerra-.
    Todas estas conclusiones son fruto de una ponencia, “El invierno demográfico. ¿Cómo hemos llegado a donde estamos?”, celebrada el 25 de mayo en Madrid, en el VI Congreso Mundial de las Familias.
    Los ponentes -Alejandro Macarrón (Otto & Company), Donald Feder (Howard Center), Douglas A. Sylva (C-FAM) y Joel Kotkin (Champan University), presididos por John Mueller (Ethics and Public Policy Center)- saben que la situación mundial está a un paso de la tragedia, y sin embargo
    sonríen. ¿Por qué?

    Porque afirman que el ser humano está hecho para la vida en pareja y la descendencia y porque creen que hay una solución: “reencontrar la esencia de la felicidad, que es la fe, la familia y la vida”. Lejos de tacharlas de ignorantes, locas o fanáticas religiosas, reconocen el poder de las grandes familias: “Tenemos que agradecer, proteger y ayudar a las familias numerosas. Ellas son nuestra mejor, y quizá la única oportunidad para escapar al suicidio demográfico”. Aunque no tengan Ferraris...
    APOYO: Familias del mundo
    Durante tres días, Madrid se convirtió en la capital familiar del mundo. Más de 3.000 congresistas disfrutaron de los 125 ponentes que desfilaron por el escenario del Palacio de Congresos, en la VI edición del Congreso Mundial de las Familias. 150 periodistas acreditados, 49 medios extranjeros, 45 stands en la Feria de las Familias, más de 300 voluntarios y una sensación en el aire. La que expresó el director del congreso, Ignacio Arsuaga, durante el primer día de encuentro: “Estamos construyendo una red social para promover la cultura de la vida y la dignidad de la persona. Los lobbies tendrán que luchar contra un muro de contención que no va a permitir ni un ataque más contra la dignidad del no nacido, las familias y la libertad de conciencia. La movilización social se ha puesto en marcha y es imparable”. El cardenal Ennio Antonelli lo pidió al final de su ponencia: “Familias del mundo, ¡uníos!”, y parece que le han hecho caso.

    APOYO 2: Números cantan
    -En España nacieron más niños (425.000) en plena Guerra Civil que en 2008 (375.000).

    -En 2050 más del 40 por ciento de los votantes españoles tendrá más de 60 años.
    -El 50 por ciento del gasto farmacéutico español se destina a mayores de 75 años.
    -Cada año mueren 42 millones de niños por aborto provocado. Más del doble que los soldados muertos en la Segunda Guerra Mundial.
    -El número de solteros de Estados Unidos ha aumentado hasta alcanzar el 28 por ciento de la población.
    -El 30 por ciento de las mujeres tailandesas en edad fértil no tendrá hijos nunca.
    -En 2015 se gastarán 17.000 millones de dólares en anticoncepción.

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