¡Buenos días sábado! Hoy hace un día, verdaderamente, reluciente. Buen preámbulo para celebrar el día que el Señor nos envía su Espíritu. Hoy podemos dedicarlo a mil cosas y todas estarán por bien hechas siempre y cuando se hagan para algún beneficio: Salud, amistad, familia, ayudar a otros. Hoy, sábado, los malos sentimientos, los malos presagios con los que nos atacan durante la semana, deberíamos guardarlos en el cuarto de las escobas. El sábado es la antesala al Día del Señor y si además reluce el sol de esta manera, lo acompaña estas templadas temperaturas que anuncian el verano, deberíamos dejar el mal ánimo y enfrascarnos en disfrutarlo de la mejor manera posible aunque nuestra situación no sea tan buena.
No podemos estar permanentemente molestos, cansados, tristes, angustiados, preocupados, enfadados porque con ese estado de ánimo lo que pasa es que nuestra salud se debilite hasta cota insospechadas y, por defecto, las de las personas que están a nuestro lado.
Vamos a intentar ser felices, aunque sea durante unas horas, vamos a intentar no pensar en los malos augurios económicos y laborales, vamos a tratar de no caer en un pesimismo endémico que no puede hacer nada bueno.
Con este estado le estamos poniendo al Maligno en bandeja nuestras vidas. Todos los cristianos, los seguidores de Cristo, somos hombres y mujeres alegres porque por más que se tuerza el camino siempre tendremos a nuestro lado quien es el verdadero y único CAMINO, VERDAD Y VIDA.
No lo digo más, hay que disfrutar de este día y ver las cosas buenas, por pequeñas que sean, que nos suceden a diario.
Buenos días, Jesús, y que Él nos lo permita y sepamos agradecérselo.
ResponderEliminarHoy he escrito un comentario a la Eucaristía de ayer, que me agradaría que leyeras, y comprobaras si me dejo algo importante por decir de lo que tan sencillamente nos dijo nuestro obispo.
Gracias.