Hace justamente un año que desaparecí del "panorama" pues había encontrado mi sitio en el "mapa" y eso que para mí fue un hecho muy normal para muchos fue como transgredir normas y modos que no eran aceptables por el único hecho de que ellos no han llegado a ese peldaño de la escalera de la vida donde cada uno sabe que ha encontrando por fin el rellano que da acceso a la puerta de tu casa que es, en definitiva, tu propia vida y como quieres, tienes que vivirla.
Tenemos que ser consecuentes que todos tenemos nuestro lugar, nuestro sitio, que muchos se llevarán buscando y no la encontrarán, eso verdaderamente lleva a la frustración, y otros si lo han encontrado y lo difícil puede ser el aceptar que ese sitio es Tú Sitio.
Todos hemos podido aspirar a ocupar puestos relevantes en nuestra vida profesional, personal, social. Todos queremos estar bien considerados, albergar la admiración de nuestros congéneres, ser bien mirados por esa sociedad donde te mueves. En esa "progresión" empeñamos gran parte de nuestras vidas y lo peor es que cuando nos miramos a nuestros respectivos interiores vemos, con absoluta desesperación, que no, no somos para nada felices, que esa "pantalla" en la cual vivimos y nos hemos instalados no es para nada nuestro lugar, nuestro sitio, nuestra verdadera vida. Aún así obviamos todo y seguimos con paso renqueante en la falsedad donde nos hemos instalados. Nos autoengañamos y a la larga salimos perdiendo.
Ocupamos nuestro tiempo en cosas importantes aunque no trascendentes. Nos llena de orgullo que cuenten con nosotros para no sé que proyecto, para no sé que cargo, para no sé que nueva responsabilidad. Ansiamos recibir esa llamada en la cual nos propongan tal o cual cosa que hace que nuestra estima social se eleve varios niveles. Anhelamos estar bien considerados, dar "nuestras" ideas, plasmar nuestros proyectos, ser importantes, mejor dicho imprescindibles.
Y así van pasando los años, mintiéndonos a nosotros y en consecuencia a los demás. Cuando nos engañamos a nosotros mismos sucede que con esa mentira engañas también a los demás. Y la rueda del tiempo sigue pasando y comprobamos que no somos para nada felices.
Pero llega un momento, cada uno tiene su día y su hora, que Dios nos dice con voz clara y audible: ¿A dónde crees que vas? ¿Eres feliz engañándote a ti y a los demás? ¿Te crees tan necesario y tan imprescindible y una sola ráfaga de viento es capaz de hacerte caer? ¿Qué crees que estás haciendo?
Es verdaderamente difícil contestar a estas cuestiones desde la soledad y desde el interior de cada uno. Es desgarrarte de todas las mentiras que has construido en tu vida y quedarte en la desnudez de alma y cuerpo ante el Señor. Contestar a estas preguntas, de verdad, sin artilugios, excusas o parapetos innecesarios es un claro ejemplo de valentía y de coherencia de vida en la vida.
Aunque como no somos tan valientes ni tan perfectos necesitamos de indicadores que nos pongan en el camino de nuestro sitio verdadero, de nuestro lugar en el mundo y para eso Dios utiliza sus "mañas" haciéndonos ver las ingratitudes y la mentira donde estábamos metidos, éramos partes de las mismas de forma consciente, en tiempo y forma real o por el único medio donde se nos descabalgan de esos poderosos caballos donde estamos posados: La enfermedad. No hay nada mejor para que veamos nuestra propia pequeñez, nuestras limitadas fuerzas, nuestro orgullo y soberbia que la enfermedad. Estar enfermos, por muy nimios que sean nuestros males, nos resaltan la realidad de lo que verdaderamente somos.
Hace un año que Dios me hizo descubrir un nuevo modo de vivir, una nueva vida apasionante porque es la mía, hace un año que encontré mi sitio y lugar en la misma. Después de estar metido en todos los "fregados", ostentar muchas responsabilidades, estar muy solicitado pude comprobar que el puesto que Dios me ha situado en la vida es todo lo contrario a lo que estaba haciendo. Comprobé en primera persona, y ante la intimidad desgarradora que es examinar tu propia vida ante Jesús en el Sagrario, que mi lugar no estaba donde yo creía que estaba sino en otro más lejano a la vista de todos. El Señor me dio a entender que para ser un mejor Testigo Suyo tendría que abajarme hasta casi desaparecer y poder trabajar por Su Reino desde esa "atalaya del olvido voluntario" donde me hallo instalado. Muchos son inducidos a ese "olvido" y no pueden ser felices porque no es su sitio ni lugar, pero los que estamos instalados en el "olvido voluntario" podemos servir a Dios de la mejor manera porque sólo Él, nadie más que Él es el verdadero protagonista de la historia de nuestras vidas, de la verdadera Vida.
Ahora puedo decir que soy FELIZ sirviendo al Señor por medio de este apostolado que es el de evangelizar en internet, este carisma que es el de bloguero católico y también pudiendo colaborar mediante artículos de opinión con diversos medios de comunicación, verdaderos medios de comunicación, que son SAN FERNANDO COFRADE e INFORMACIÓN así como otras publicaciones en las que puedo colaborar y orgulloso de poderlo hacer.
Con esto no quiero decir que haya disminuido mi cariño por otros apostolados y carismas a los que pertenezco y siempre perteneceré. El hombre de fe es la sucesión de vivencias, lugares y apostolados donde ha estado y todos forman parte de sus vidas. Para mí los apostolados cofrade, propagandista y de los Caballeros Hospitalarios serán parte de mi vida y enriquecen mi cotidiana vida de fe y le dan sentido pleno.
Cómo hace unos días escribí, me reitero en esa idea, Dios me ha dado dos talentos: El de la escritura y la palabra. En ellas baso mi apostolado y mi particular evangelización. Pero el Padre que es Bueno, Misericordioso y Justo no sólo me ha dado la forma de desarrollar mi apostolado sino las personas que van me van acompañar en este viaje que se llama vida y que no es otra que mi mujer, Hetepheres, mi familia, la de sangre y la que no fluye la misma por nuestras venas pero si en todo lo demás, y un lugar, un magnífico lugar donde se expande mi corazón, mi alma se nutre a diario, donde me siento querido y a la vez quiero: ¡Villaluenga del Rosario!
En este pequeño pueblo, que parece estar mecido entre dos montañas, he encontrado mi sitio, mi lugar donde vivir y cuando Dios así lo quiera morir. Un Pueblo que no es más grande que una barriada de de una ciudad, pero que gana a todos por su forma de ser, de estar, de sentir, de ofrecer a todos lo que es la verdadera hospitalidad. Donde las raíces no se han perdido, se mantienen, donde encuentras lo que es la verdadera pureza, como diría mi hermano José Carlos, y terminas enamorándote para siempre.
Mi historia con Villaluenga del Rosario es la historia de un idilio mutuo que se engrandece por cada día que pasa.
Estar rodeado de tan buena gente, observar a diario lo que es la verdadera inmensidad de la Obra Creadora de Dios, que no llegas a percibir hasta que la compruebas con tus propios ojos, rezar ante Jesús Sacramentado en el absoluto silencio e intimidad es lo que hace que en los días que puedo estar aquí, Dios quiera que pudiera venirme a vivir para siempre en este maravilloso lugar, pueda escribir lo que transmite mi corazón porque se encuentra ensanchado ante tanta hermosura, tanta integridad, tanta pureza.
Y después de todo lo que he expuesto hoy así como lo escrito y dicho durante todo este tiempo podéis preguntaros, ¿Como he llegado a ser Feliz?
Recibid, todos mis queridos hermanos, un fuerte abrazo y que Dios os bendiga.
Jesús Rodríguez Arias
Lo que a ti te haga feliz nos lo hará a tus amigo. Un fraternal abrazo
ResponderEliminar