jueves, 26 de septiembre de 2013

HAY UNA CONTINUIDAD ABSOLUTAMENTE CLARA ENTRE BENEDICTO XVI Y FRANCISCO.

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Así lo cree monseñor Ricardo Blázquez que no ve ruptura "en esta relación de amigos y hermanos". "Es una continuación profunda en la transmisión y vivencia de la fe" aunque cada pontífice, dice, "imprima su propio sello".
 
Esta tarde el arzobispo de Valladolid, monseñor Ricardo Blázquez presenta en la Universidad Pontificia de Comillas el libro "Del Vaticano a la nueva evangelización", con el que celebra los 25 años de su ordenación episcopal. Para el vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española "la nueva evangelización sí empezó en el Vaticano hace 50 años".

"El Papa Juan Pablo II dijo en algunas ocasiones que el Concilio Vaticano II fue como la puesta en marcha de una gigantesca evangelización en nuestra época. Ya la bula de convocatoria del concilio por parte de Juan XXIII también decía lo mismo con otros términos. En los primeros párrafos de esa bula escribió 'la humanidad ha llegado a una encrucijada decisiva de su historia en la que a la Iglesia le aguardan tareas de una inmensa envergadura y a lo que la Iglesia se le pide hoy es que infunda en las venas de la humanidad la savia vivificante del Evangelio'. La intención misionera y evangelizadora es absolutamente nítida en el Concilio Vaticano II".

Monseñor Ricardo Blázquez mira hacia atrás para repasar los últimos años. "Viví el Concilio siendo seminarista en Ávila y ya respiramos una atmósfera de teología, espiritualidad y de horizonte conciliar. Siempre he pensado dentro de esa perspectiva ya conciliar y nunca he tenido que hacer ninguna reconversión de carácter teológico. El post-concilio ha tenido varias fases de recepción: tuvo una primera en que los mandatos de reforma el papa Pablo VI los llevó a cabo con una fidelidad admirable y, al mismo tiempo, quedaron desbordados por otro tipo de iniciativas a veces dispersas y a veces que no correspondían con el horizonte que el Concilio nos abría".

"El pontificado de Juan Pablo II fue de clarificación, de asentamiento y de escritos extraordinarios. El pontificado de Benedicto XVI fue una ayuda insustituible preciosísima con novedades absolutamente insospechadas hace no muchos decenios y al mismo tiempo con confusiones en cuestiones básicas. Ahora nos encontramos en el comienzo del pontificado del Papa Francisco. Cada Papa ha impreso su sello en este itinerario post-conciliar". 

¿Hay un cambio dentro de la continuidad entre ambos pontífices? "Veo la continuidad absolutamente clara no solo por la relación de amigos y de hermanos del Papa Benedicto XVI y del Papa Francisco aunque es evidente que cada Papa va a imprimir su propio sello. Benedicto XVI seguro que ha pensado ¡pero qué bien hice ante Dios la decisión que tomé! No veamos rupturas, es una continuación profunda en la transmisión y la vivencia de la fe, en la tradición apostólica, en la renovación de la Iglesia al filo de los acontecimientos en nuestro mundo".

"Es evidente que la continuidad no es mecánica, no quiere decir inercia. La continuidad quiere decir horizontes nuevos, impulsos nuevos y que duda cabe que el Papa Francisco ha atraído la atención no solo de la Iglesia católica sino de la humanidad entera. Los gestos en palabras y en obras que ha ido haciendo ha ayudado a la humanidad a percibir que se encuentra ante un líder de carácter moral precisamente en el tiempo en el que escasean líderes con capacidad de orientación a la humanidad. La humanidad ha visto en el Papa Francisco alguien que le puede ayudar muy eficazmente en esta coyuntura en la que estamos inmersos".

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