Patricia Navas González
Siete embriones de dos parejas que se sometieron a tratamientos de fecundación in vitro se quemaron en un laboratorio de embrología uruguayo a causa de un error de manipulación por el que la temperatura para su crioconservación bajó demasiado.
Los padres de cuatro de ellos descubrieron que los embriones habían sido desechados cuando los pidieron para realizar una nueva inseminación, informó este jueves El Observador.
Tras casi diez años reclamando judicialmente ser resarcidos por esta situación, la Justicia ha responsabilizado a la mutualista Asociación Española, que deberá indemnizarles.
Ha sido a través de una sentencia histórica del Tribunal de Apelaciones Civil de 5º turno, integrado por los jueces Beatriz Fiorentino, Luis María Simon y María Esther Gradin, que afirma que los embriones “merecen respeto” y no deben ser manipulados ni desechados “por tener latente el derecho de convertirse en persona humana”.
La sentencia reconoce que el embrión “tiene un status propio, nunca idéntico al de las cosas o bienes, y como tal merece respeto”.
El fallo señala que “ello implica que no pueda ser voluntariamente destruido, desechado, utilizado para otros fines que no sean el de su propia culminación como ser humano y menos aún manipulación, ni utilización con fines de investigación y experimentación”.
“Aun cuando se sostuviera que no tienen la calidad de personas, tienen derecho a desarrollarse para convertirse en tales, por lo que su manipulación debe ser respetuosa de tal derecho”, añade la sentencia.
La aseguradora ha sido condenada a indemnizar por daño moral con 500.000 dólares a una de las parejas (que no pudo tener un hijo tras el tratamiento) y con 220.000 a la otra (que tuvo mellizos tras la fecundación in vitro), y a devolverles el costo del tratamiento realizado en el Servicio de Esterilidad y Fecundidad y de la medicación (fijado en 7.000 dólares más los intereses generados desde 2004).
De 16 embriones a dos mellizos
En el procedimiento de fecundación in vitro realizado a ambas parejas fueron generados 16 embriones. Tres embriones fueron descartados durante el proceso por el laboratorio de embrología, señaló la sentencia.
A cada mujer se le transfirieron al útero tres embriones. Una tuvo mellizos, la otra no logró quedar embarazada. Los siete embriones sobrantes fueron congelados, tres de la primera pareja y cuatro de la segunda.
Pasado un tiempo, la pareja que no pudo tener hijos, volvió a pedir los embriones para practicar una nueva inseminación y fue ahí cuando descubrió que no estaban.
Los embriones conservados habían sido desechados por un error de manipulación por el cual la temperatura estaba más baja de lo que debía y se quemaron.
Según consta en la sentencia, “nada se les ha explicado de manera seria, como el prejuicio causado ameritara que hiciera”.
Sólo se les comunicó la noticia por teléfono y sin mayores explicaciones.
“Se les informó de manera ligera, desaprensiva e irresponsable y nada se ha hecho hasta ahora para repara en algo el daño inflingido”, cuestionó el fallo.
El tribunal concluyó que la falta de información suficiente privó a las parejas de decidir no realizar el procedimiento ya que aseguraron que no fueron informados de los riesgos del procedimiento de crioconservación.
Riesgos para los “sobrantes”
En Uruguay, los embriones congelados son custodiados por períodos de un año prorrogables y pueden ser utilizados en una nueva fertilización.
Las parejas que deseen no utilizarlos pueden donarlos o pedir que se destruyan pero este no había sido el caso.
La sentencia indica que ambas parejas no fueron informadas de los riesgos de la técnica de crioconservación a la que se somete a los embriones.
El proyecto de ley de técnicas de reproducción asistida que está a estudio del Parlamento uruguayo determina que sólo podrán transferirse al útero “dos embriones por ciclo”.
Agrega que “los embriones viables restantes no transferidos deberán preservarse a los efectos de ser transferidos en un ciclo posterior” y establece que los gametos y embriones no implantados, se conservarán por el lapso que determine la reglamentación, teniendo en cuenta la viabilidad y la posibilidad de generar un embarazo.
A juicio de la especialista en bioética y master en dirección de empresas de salud Cecilia Hackembruch, el proyecto “pone en duda la seguridad del embrión”, “desconoce que se trata de vidas humanas”, y plantea opciones de conservación o descarte por su “viabilidad”.
Más allá de Uruguay
Para Teresa García-Noblejas, secretaria general de Profesionales por la Ética, “las afirmaciones de la sentencia sobre el estatus del embrión humano son aplicables a todos los países”.
Lamentablemente, en España (tercer país europeo donde más tratamientos de reproducción asistida se hacen al año) la legislación permite desechar embriones y seleccionarlos en función de sus características genéticas.
No existe ninguna estadística oficial sobre el número de embriones congelados y los centros de reproducción asistida no tienen obligación de proporcionar sus datos.
“La destrucción de 170 embriones congelados en el Hospital La Paz de Madrid hace unos meses la hemos conocido porque se trataba de un centro público –explica García-Noblejas-; no existe control alguno sobre este tema, es tabú pero genera enormes beneficios a las clínicas”.
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