Una persona falleció y otras dos resultaron heridas a causa del ataque terrorista a una iglesia católica de Wajir, una pequeña ciudad situada al norte de Kenia cerca de la frontera con Somalia, este miércoles, mientras el país está en duelo por la masacre del centro comercial Westgate de Nairobi.
Los atacantes lanzaron dos granadas a la iglesia y dispararon a la policía antes de huir. Esta zona ya había sufrido ataques similares atribuidos siempre al movimiento islamista somalí Al Shabaab, recordó L’Osservatore Romano.
Para el diario vaticano, “el ataque en Wajir parece confirmar una marcada desviación fundamentalista del grupo somalí, que a pesar de su islamismo radical, se había caracterizado sobre todo en el pasado por el nacionalismo”.
Sólo ocho horas después del atentado contra la iglesia, dos policías murieron y tres resultaron heridos en otro ataque terrorista contra una comisaría de policía en Mandera, otra población cercana a la frontera de Kenia con Somalia.
El líder de Al Shabaab ha destacado que el ataque al centro comercial de Nairobi, en el que unas setenta personas fallecieron, fue una advertencia a Occidente y a Kenia para “dejar Somalia o habrá más sangre”.
El grupo permaneció en el Westgate cuatro días con decenas de rehenes hasta que las fuerzas especiales de Kenia pudieron recuperar el control del centro comercial y retirar los explosivos diseminados por los terroristas, informó la agencia Fides.
Los kenianos han reaccionado ante la tragedia uniéndose más allá de etnias y creencias religiosas. Testigos en Nairobi recogidos por la revista Mundo Negro han destacado la gran cantidad de donaciones de sangre y las colectas para compensar a las víctimas.
“El atentado es un intento de crear una ruptura entre los musulmanes y los otros grupos religiosos en Kenia –declaró el senador de Mombasa Hassan Omar-, pero nosotros queremos decir a los terroristas que somos más inteligentes que ellos, que conocemos sus intenciones y que no seremos derrotados”.
Testimonios de los supervivientes afirman que los atacantes eligieron en parte a sus víctimas por su afiliación religiosa, salvando a algunos que recitaron la profesión de fe musulmana, aunque entre las víctimas se cuentan también personas de credo islámico.
En Twitter ha circulado con fuerza el hastag #weareone, que se traduce como “Somos uno”: miles de kenianos y extranjeros han escrito mensajes de condolencias, ánimos y unidad.
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