domingo, 29 de septiembre de 2013

DIRECCIÓN ÚNICA; POR ENRIQUE GARCÍA-MÁIQUEZ.

Diario de Cádiz


DE POCO UN TODO

Dirección única

ENRIQUE / GARCÍA / MÁIQUEZ / | ACTUALIZADO 29.09.2013 - 01:00
EN la izquierda han sido excepcionales -en los dos sentidos- las voces que se escandalizaron de la legalización del aborto. El cineasta Pasolini y el filósofo Norberto Bobbio son los izquierdistas de más prestigio que usaron palabras durísimas contra el aborto y contra la izquierda que incomprensiblemente se desentendía de la bandera de la defensa de la vida inocente; pero los españoles no debemos olvidar tampoco los casos ejemplares del teniente de alcalde de Paradas, Joaquín Manuel Montero, o de la senadora Mercedes Aroz, que sacrificaron sus posiciones en el PSOE. Y poco más. Por supuesto, la trayectoria del PP no es mejor, y da más vergüenza, incluso, por lo que conlleva de cobardías y de engaños a sus votantes; pero en lo que aquí interesa, al menos hay más diversidad entre sus filas. En la izquierda impera un pensamiento uniforme, en éste, que para mí es un tema crucial, una piedra de toque, y en todos los asuntos. 

En la práctica, es una cuestión teórica. La izquierda ha asumido el dogma del progreso inevitable, de modo que una vez que identifica -de forma aproximativa y brumosa- cualquier posición como avanzada, allí que se abalanzan a una, sin más cuestiones. Para entender la posición del PSOE-PSC y de IU ante los nacionalismos hay que partir de aquí. En el subconsciente de la izquierda la unidad nacional se ha identificado con lo facha. En consecuencia, sienten el magnetismo irresistible de los encantos de los nacionalismos. 

Se admira mucho siempre el éxito de comunicación y propaganda del progresismo, pero el de los nacionalismos es mayor, pues ha engullido en su pensamiento premoderno y anti igualitario a la izquierda, internacionalista en sus orígenes ideológicos, estatal en su orígenes hegelianos y centralista en sus orígenes jacobinos. El nacionalismo ha sabido aprovecharse de las querencias ciegas de la izquierda, y la ha desnaturalizado. 

Un mínimo análisis intelectual la obligaría a oponerse a los nacionalistas con muchísima más energía que la derecha, pero la izquierda anda en bucle: tiene que seguir la dirección única del progreso y el progreso es la senda por la que ella va. A los que se salen de ese carril circular, sin salida, véase UPyD o Ciutadans, los tildan automáticamente de derechistas. Y a la pequeña y testimonial resistencia interna, la motejan de "la vieja guardia". Para el progresista puro no cabe descalificativo más castrante.

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