A María José Navarro; por Alfonso Ussía
Estoy contigo y de tu lado. Y sabes que soy más madridista que el césped primitivo del Estadio Bernabéu, que en un principio se llamó el campo de Chamartín. Yo también quedé perplejo cuando leí en portada que en «La Razón» todos somos madridistas. Me distancio de ti y de tu talento sólo en un detalle. Yo no soy antiatlético, porque como madrileño, el Atlético de Madrid cuenta con mis subalternas simpatías. Ventajas del otoño frente a la primavera. De niño, y de no tan niño, formé parte del público del Metropolitano, calle Reina Victoria hacia el oeste, y cuando no me tocaba una columna de las que impedían la visión en la tribuna, me pasmaba con el espectáculo de la Gradona cuando tu «Aleti» metía un gol. Mi primer partido en el Bernabéu fue de dulce. Jugaban Juanito Alonso, Oliva, Navarro, Lesmes, Muñoz, y en la delantera, un jovencísimo Di Stéfano, Molowny y Gento. Siempre tuve la certeza de que el Real Madrid y yo mantendríamos unas relaciones maravillosas durante toda la vida, y a punto estuve –menos mal para el Real Madrid y para mí–, de ser su Presidente en 1991. Tú, mi querida y admirada María José, llegaste de Albacete y te hiciste del Atlético, y mucho te lo aplaudo. Te sobra razón. La portada no sólo era partidista y exagerada, sino que faltaba a la verdad.
En «La Razón» hay más colchonerío que wiquingada. El Presidente, Mauricio Casals, barcelonés de pro, no es del «Barça». Una mañana me confesó que el club de fútbol de su alma era el «Joventut» de Badalona. Cuando le apunté que el «Joventut» era de baloncesto, cambió el rumbo de la charla. No le interesa el fútbol. Otra cosa es Joaquín Parera, «culé» violento, del que nada me extrañaría su pertenencia a los «boixos nois». Santiago Barreno jamás se ha manifestado, si bien, por su bonhomía, no es difícil de encajar en el madridismo. La sección de Deportes de «La Razón» es tan atlética, o más, que tú. Julián Redondo se pone todos los años a las órdenes del entrenador de turno del «Aleti» por si son necesarios sus servicios. Y los Ors llevan al Atlético en la sangre. Julián García Candau no es madridista ni por asomo, y el director de nuestro periódico, Francisco Marhuenda, es un hincha reconocido del Hércules de Alicante. No me lo preguntes a mí. Pregúntaselo a él. Cuando tuve el honor de que el gran don Alfredo –Di Stéfano, no Rubalcaba–, recibiera en «La Razón» el premio que lleva mi nombre, nuestro formidable dibujante Borja Montoro publicó una viñeta en la que decía, más o menos, que los únicos madridistas que estuvimos en aquella inolvidable reu-nión éramos Florentino Pérez, don Alfredo, Borja Montoro y quien esto firma. De ahí que entienda el nivel de indignación que te ha obligado a protestar públicamente por la portada de «La Razón» en la que el periódico, institucionalmente, se declaraba unánimemente merengue. Y conociendo tu carácter y temperamento, supe desde un principio que la ibas a armar gorda.
Pero estoy contigo, porque el mazazo para ti y tu sensibilidad ha tenido que ser en exceso contundente. María José, india del alma, colchonera pura, tienes asegurada la comprensión de este madridista. Y estoy seguro de que Tomás Guasch, nuestro gran amigo y genial periodista deportivo, también lamenta el mal rato que estás pasando. No obstante, creo conveniente recordarte que el Real Madrid tiene en España millones de seguidores, y a esos millones, muchos de ellos lectores de nuestro periódico, la portada les encantó. Te deseo lo mejor en la final española contra el Athletic de Bilbao. Al ser de un torneo europeo, se pueden llevar Banderas de España, y yo voy a animar al equipo cuya afición muestre mayor número de nuestras Banderas. Es decir, que iré con el Atlético, al que quiero como tú nos aborreces.
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