viernes, 1 de junio de 2012

EL ABORTO LEGAL Y EL KU-KLUS-KLAN.





Ecclesia Digital.


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Escrito por Mons. Francisco Gil Hellín, Arzobispo de Burgos   
viernes, 01 de junio de 2012
Se resiste el teclado del ordenador a la hora de escribirlo: “14 millones de niños negros exterminados desde los sesenta”. Es una afirmación de Alveda C. King, sobrina del mítico Luther King, que ha añadido: “El aborto legal ha hecho en los EE.UU lo que el Ku-Klus-Klan no llegó ni a soñar que podría alcanzarlo”.
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No hay calificativos para juzgar este hecho. Porque catorce millones son más personas que las que viven en Madrid, Barcelona, Sevilla, Valencia, Málaga, Valladolid y Bilbao. Si a ello añadimos que en el mundo ya se han cometido más de mil millones de abortos desde aquella infausta fecha, de los que no pocos corresponden a Europa, no será difícil convenir que estamos ante la mayor matanza de toda la historia de la humanidad, con el agravante de la pasividad de una Europa que se llama a sí misma civilizada y culta.
Por eso, quienes se rebelan contra esta situación, merecen el apoyo incondicional de quienes estamos convencidos de que el aborto es un crimen abominable. Más aún, merecen que nos sumemos a su causa y no permitamos que la mentira siga enseñoreándose de la gente sencilla, a quienes están engañando quienes se mueven por planteamientos puramente económicos, de poder y de dominio.
Es una batalla que terminará ganándose, porque –como ha asegurado la sobrina de L. King en el recientemente clausurado Congreso Mundial de la Familia, celebrado la semana pasada en Madrid- “la cultura de la muerte se basa en las mismas mentiras que sustentaban la segregación y discriminación racial en los Estados Unidos”. Unas razones “que llevan a valorar unas vidas y despreciar otras. Entonces se sostenía la opresión y violencia racial, indicando que algunos eran menos humanos que otros en función del color de su piel, y ello justificaba la violencia de los linchamientos, apaleamientos, arrojo a los perros… de los que yo misma fui testigo”. Hoy son otros los discriminados, oprimidos y violentados, pero se apoyan “en la misma falsedad de que unos seres humanos son superiores a otros”.
Parte importante de la batalla de la cultura de la vida contra la cultura de la muerte es hacer visibles a las víctimas, es decir, hacer que la gente vea con los ojos –en televisión, videos, etc.- el horror del aborto. Porque los defensores de la cultura de la muerte están empeñados en que sus víctimas no sean visibles. Lo decía también Alveda King. “Hasta que no se lograron difundir las primeras fotos de violencia racial en los Estados Unidos y mostrar esa realidad, se negaba lo que estaba ocurriendo. El ver la realidad hizo a la gente reaccionar”. Ella misma señalaba que hoy siguen la misma táctica los defensores del aborto: “Se cierran en banda a que se muestren ecografías a la mujer embarazada antes de abortar. América no rechazará el aborto hasta que no lo vea”. Y quien dice América puede decirlo de Europa o de cualquier otro continente.
En el Congreso Mundial de la Familia celebrado en Madrid se ha tomado la iniciativa de hacer una recogida masiva de firmas en toda la Unión Europeacon el fin de formalizar una iniciativa legislativa popular contra las leyes abortistas vigentes en casi todos los países de la Unión. Tal iniciativa no merece sino elogios, apoyo y colaboración. Pero habría que completarla con la “cultura de hacer visible el aborto” a través de todos los medios legítimos. Lo agradecerán las próximas generaciones, como agradece la nuestra que se aboliera la discriminación racial en los Estados Unidos. Y estaremos apuntalando la existencia misma de Europa. Porque, o cambia la política natalista de la Unión o Europa perderá el peso e influencia que ha tenido en el mundo. Más aún, si no cambia esa política terminará siendo inviable el estado del bienestar, porque no habrá gente que lo genere y sostenga.     
                                                                                                 
                                                                                  (3 de junio de 2012)
    

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