No es una historia, es un testimonio lo que recoge “Il Giornale”. Un testimonio de total abandono en las manos del Padre, de Papá. Habla Laura Galletti, “la pobre alegre” que desde 2001 no maneja dinero ni pide caridad a nadie. Si bien vive con gran serenidad y “disciplina”.
Si la encuentras andando por la Plaza San Pedro difícilmente la puedes distinguir de los muchos sin techo que buscan refugio por los alrededores: “La degradación es fruto de los comportamientos del ser humano. Si no sigues reglas te degradas. Yo no vivo en la degradación porque no estoy degradada”. Puede parecer una afirmación dura, pero revela una relación íntima con Dios, que ella con obstinación llama “Papá”. Obstinación que funciona, el Señor no la deja nunca en dificultades, como ella cuenta a propósito de su viaje en Tierra Santa, donde por el camino encontraba constantemente bolsas de comida intacta.
Hoy “vive” en Florencia y si le preguntas como hace: “He encontrado dos cajitas de arroz a la griega selladas, en la Calle de los Siervos de María. Papá no se olvida nunca de mí”. Por la tarde. ¿Y por la mañana? “Un turista extranjero esperando en la fila me ha dado una bolsa blanca con dentro un dulce de arroz. Después volvió a la fila, sonriéndome”. En 13 años, una señora que hoy tiene 54 años y que vive por la calle habrá tenido alguna enfermedad, ¿no? No. “Yo le digo a Papá: tú me has hecho y tú me debes cuidar. No me enfermo desde hace años”. Una serenidad y un abandono tal que pone en dificultades incluso a algún religioso. “En Jerusalén me hospedó un fraile. Me acogió una semana y me mandó fuera luego porque mi estilo de vida lo angustiaba”.
El camino es peligroso para todos, pero no para ella. “El mal tiene poder sólo si se lo damos. Vivo con Él que ya ha vencido al mal. La mañana después de la elección, el Papa Francisco fue a rezar a la basílica de Santa María la Mayor. Estaba allí yo también, pero encontré las puertas cerradas. El Pastor dentro y las ovejas fuera ¿Qué bonito, no? Supe por una religiosa que el Pontífice se quejó ‘Es por su seguridad, Santidad’, le explicaron. Pero él contestó: ‘no estoy indefenso’. Lo digo yo también: no estoy indefensa”. Y si le preguntas que piensa del dinero responde así: “Libre se es en el ser, no en el hacer. Y cuando se está en el ser, el dinero, que es uno de los instrumentos del hacer, pierde valor”.
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