Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,1-6):
En aquel tiempo, Jesús reunió a los Doce y les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades.
Luego los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles: «No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco llevéis túnica de repuesto. Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si alguien no os recibe, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.»
Ellos se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando el Evangelio y curando en todas partes.
II. Compartimos la Palabra
“El Señor, nuestro Dios, se ha compadecido de nosotros”
Esdras que sabe que Dios es Dios, el único digno de adoración y de rendición de toda la persona, “porque es nuestro Dios”, se dirige a Él conmovido, avergonzado por lo que ha hecho su pueblo, pero esperanzado y confiado. Le recuerda la historia de su pueblo, “desde los tiempos de nuestros padres hasta el día de hoy”. Después de la alianza sellada: “Vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios”, el pueblo ha sido infiel a la palabra dada. Dios, en un primer momento, le retiró su ayuda y sufrieron “la espada, el cautiverio, el saqueo y el oprobio”. Pero en realidad, Dios, pensando en el continuo pequeño resto fiel del pueblo, no dejó Él también de ser fiel a su palabra dada. Por eso, Esdras nos recuerda dos acciones portentosas de Dios en favor del pueblo: “nuestro Dios no nos abandonó en nuestra esclavitud… y nos dio ánimo para levantar el templo de nuestro Dios”.
“Los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar a los enfermos”
Jesús prepara a sus apóstoles para la tarea que les va a encomendar: continuar su misión. Poco a poco, les va instruyendo: “A vosotros os ha sido dado a conocer los misterios del reino de Dios” (Lc 8,10), y les hace saber que “no hay nada oculto que no deba manifestarse” (Lc 8,17). Ahora les da poder y autoridad no sólo para la proclamación del Reino sino para ayudar al ser humano en sus deficiencias, tanto físicas como mentales. Las recomendaciones que les hace, en esta ocasión, sobre comida, vestido, alojamiento…, se resumen en que nada debe distraerlos de su misión y que confíen plenamente en la providencia de Dios.
Fray Manuel Santos Sánchez Real Convento de Predicadores (Valencia)
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