Hoy se habla mucho del amor; no siempre del verdadero amor. Es que el mundo solamente se salvará con amor y no con odio.
Pero, eso sí, hay que amar a todos sin excepción; aun a los propios enemigos, como nos manda Cristo en el evangelio.
Hay que amar sin desfallecimientos ni descansos. Lo mismo en las buenas que en las malas; en la primavera que en verano; a la persona que nos resulta simpática y a la que nos es antipática; a la que nos hace bien, como a la que nos persigue.
Hay que amar a todos sin excepción.
Se han estrenado muchos métodos para arreglar el mundo, y el mundo sigue desarreglado; ¿no será porque no se ha probado el método del amor? Las familias, las personas, ¿no serían más felices sin en ellas reinara el amor en lugar de la incomprensión?
Hay una sola bomba que al estallar no destruye, sino que construye: Es la bomba del Amor.
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