miércoles, 26 de abril de 2017

MONS. ZORNOZA: CARTA PASTORAL EN EL CENTENARIO DE LAS APARICIONES DE FÁTIMA


CARTA PASTORAL EN EL CENTENARIO DE LAS APARICIONES DE FATIMA

 
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Queridos hermanos, fieles diocesanos:

Celebraremos el 13 de mayo de 2017 el primer centenario de las apariciones de la Virgen de Fátima. Allí se apareció a tres pastorcillos rodeada de signos portentosos y grandes milagros.  Quiso Dios proteger a su pueblo con la visita de la Virgen María que ofrecía consuelo y protección para el mundo afligido, y mostrar el camino de recuperación de la paz a través de la intercesión sencilla de la oración, del rosario y de la penitencia.
El santuario de Fátima, en Portugal,  ha sido y sigue siendo un lugar de revitalización de la fe, como lo demuestra la continua afluencia de peregrinos –también de nuestra diócesis—que con constante periodicidad la visitan, y el fervor con que se acoge su imagen allí donde tiene culto. También la Imagen de la Virgen Peregrina se ha acercado a las ciudades, pueblos y parroquias, una a una, reconfortando con su presencia a los fieles, concediendo grandes gracias y estimulando la santidad.
El acontecimiento de Fátima ha supuesto un acompañamiento de la Virgen, nuestra Madre Santísima, al pueblo cristiano, a la Iglesia entera, y un fuerte replanteamiento de muchas posturas agnósticas y descreídas en las que había hecho mella el ateísmo práctico o el llamado “científico”. Su presencia ha sido un gran consuelo para caminar superando las mayores tentaciones. Espero que también ahora, en este centenario, acudir a María sea una fuente de renovación de la fe y cauce de numerosas gracias.
La presencia de esta amorosa Madre, acogedora de todos y protectora de los más débiles y desgarrados, asequible a cualquiera con fe, ha calado fuertemente en esta sociedad huérfana, desolada primero por guerras y divisiones, y después por la dictadura del relativismo que intenta anular la presencia de los padres, y desfigura a la familia hasta anularla de hecho y hacerla desconocida para muchos que ya no conocerán lo que supone la paternidad, la maternidad ni la fraternidad, y que con grandes dificultades podrán hallar en el amor la plenitud de su vida.
Con motivo del Centenario de las Apariciones el Santo Padre el Papa Francisco acudirá a visitar el santuario de la Virgen como peregrino para participar en el centenario de las apariciones los próximos 12 y 13 de mayo y a presidir este acontecimiento que ha marcado el siglo veinte. Alli canonizará a Francisco y Jacinta Marto, los hermanos pastores que presenciaron junto con su prima Lucía las apariciones de la Virgen María. Esta noticia era muy deseada entre los devotos de Fátima. Ha llegado, pues, la esperada canonización de ambos pastores, quienes junto a la fallecida hermana Lucía, hoy en proceso de beatificación, fueron protagonistas en 1917 de los sucesos. Yo mismo asistiré para participar en esta celebración con una peregrinación diocesana de jóvenes, anunciada por la Delegación de Pastoral Juvenil a la que se unirán otros grupos parroquiales, además de particulares. Es esta una alegría más que se suma a las celebraciones del centenario y que revalida aún más la actualidad de su mensaje.
Las apariciones de la Virgen en Fátima a los tres niños pastorcitos, que tuvieron lugar entre 1916 y 1917, fueron preparadas por tres apariciones de un Ángel que dispuso a los niños para recibir a la Virgen más tarde. Los tres niños portugueses que habían sido testigos de las apariciones de la Virgen, quien les reveló los llamados tres secretos de Fátima, que divulgó Lucía, quien falleció en 2005. El primer secreto era la muerte prematura de dos de los niños, y el segundo versaba sobre el final de la Primera Guerra Mundial, el inicio de la Segunda y el fin del comunismo. La tercera parte, la que más especulaciones desató, se conoció el 26 de junio de 2000, tras el viaje de Juan Pablo II a Fátima el 13 de mayo de 2000, para beatificar a Jacinta y Francisco. Se predecía el asesinato de un "obispo vestido de blanco" mientras atravesaba una gran ciudad, en lo que la Iglesia considera una profecía del atentado sufrido por Juan Pablo II en 1981, cuando fue tiroteado por el terrorista turco Ali Agca.
A partir del 13 de mayo la Virgen se les apareció seis veces. Su mensaje, comprensible y sencillo, pide nuestra colaboración para la conversión de los pecadores a través de la oración y penitencia. Pertenece, pues, al núcleo propio más íntimo del evangelio y de la predicación de Jesús, que ha hecho suyo la Iglesia de todos los tiempos. Este mensaje tan simple de comprender entonces y hoy está cargado de trascendencia para que el curso de la historia siga los caminos de Dios y se aparte de la destrucción fruto del pecado. Sin duda la historia de los pueblos en el pasado siglo y en el nuestro están llenos de terribles males y de persecuciones a los cristianos. Pero Dios, siguiendo su estilo habitual,  escogió a unos niños pobres de un lugar desconocido y apartado para confiar la transmisión de esta invitación que promete grandes frutos y bienes para la paz del mundo.  Dios sigue contando ahora con los humildes medios de la oración, el sacrificio y la penitencia y el rezo del Santo Rosario, y con la colaboración de los sencillos, para librar al mundo de los males actuales.
Invito a toda la Diócesis de Cádiz y Ceuta a recibir a la Virgen peregrina de Fátima con este motivo a lo largo de este año, y hasta el 13 de mayo de 2018 en todas las parroquias, colegios, asociaciones o instituciones que lo soliciten. De este modo tendremos la oportunidad de renovar nuestra fe junto a la Madre intercesora y colaborar para que la redención del mundo que Cristo nos ha traído llegue a todos. La presencia de nuestra Madre, la Virgen de Fátima, nos moverá a escuchar su mensaje de parte de Dios y a encontrar sustento y consuelo. Estoy convencido de que hará un inmenso bien a las familias, jóvenes y niños, novios, matrimonios, sacerdotes y consagrados, que acudan a venerarla. No hay que olvidar que el objetivo de este centenario es, en primer lugar, la renovación de nuestra devoción a la Virgen Santísima, y reconocer –con motivo del mensaje de Fátima—  nuestra necesidad de conversión, siempre unido a la necesidad de oración y penitencia que acompaña el seguimiento de Cristo, con la necesaria reparación por nuestros pecados y por los pecados del mundo.  Es, además, una oportunidad inmejorable para asentar la devoción del Santo Rosario, que hace tantísimo bien a todos y consigue tantas gracias.
Para recibir la visita de la Virgen Peregrina de modo que pueda estar en las parroquias, conventos, colegios y otros templos donde se solicite,  hay que dirigirse a los Vicarios Episcopales de cada zona (el P. Lázaro Albar para la Bahía de Cádiz y la Janda, el P. Juan José Marina para el Campo de Gibraltar, y el P. Juan José Mateos para Ceuta) en coordinación con la Vicaría de Pastoral. Encomiendo así mismo a los arciprestes de cada lugar  que se encarguen de coordinar a los respectivos párrocos interesados para disponer las fechas y los preparativos de modo que este esfuerzo pueda dar su mejor fruto.
Peregrinación diocesana a Fátima. Será de gran ayuda peregrinar unidos como diócesis al Santuario de Fátima en Portugal pues, sin duda, es una oportunidad de gracia especial. Conocer el lugar de las apariciones y repasar allí la historia contemporánea a la luz de las promesas de la Virgen es un modo impresionante de hacer nuestros los mensajes de Nuestra Madre y abundar en los deseos de conversión y de amor que allí se proclaman. Os animo, por tanto, a sumaros como grupo parroquial o asociación a esta peregrinación, o bien como particulares. La fecha programada es del 13 al 15 de abril de 2018, como veréis con mas detalle en los programas (La Vicaría de Pastoral lo anunciará con suficiente antelación para inscribirse). Allí nos espera María para hablarnos al corazón y entusiasmarnos con su tierna acogida.
Hermanos: Unámonos todos en este empeño y pidamos al Señor que nos conceda los frutos espirituales que requiere la nueva evangelización de nuestra diócesis.
Recibid todos mi afecto y bendición


+ Rafael, Obispo de Cádiz y Ceuta
En Cádiz, a uno de mayo de 2017

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