Hace justamente un año tu hijo Miguel, al que
quiero con un verdadero hermano, me dio tan triste noticia. Recuerdo que por
aquel entonces yo no me encontraba muy bien porque mi enfermedad digestiva me
había provocado una severa crisis. Casi no podía con mi alma, pero tenía que
estar contigo, con tu familia, con la familia que conformamos los hermanos de
nuestra Hermandad de los Afligidos.
Siempre fuiste un hombre vitalista, jovial,
entusiasta, carismático, buen esposo, padre, abuelo, amigo, cristiano y
cofrade. Tu ejemplo te precedía a gran distancia y eran muchos los sitios donde te requerían para que
participaras ofreciendo ese granito de arena tan necesario.
Ir a tu casa en el populoso Barrio del Parque era
como adentrarse en un viejo almacén de una Hermandad porque tu rincón era el
sitio y lugar de un cofrade en esencia. Tus recuerdos, vivencias, consejos,
apoyo nunca me faltaron y, además, siempre pude contar contigo, con tu familia
y eso, en los tiempos que corren, es muy grande.
Tu capilla ardiente estaba impregnada de sabor
cofrade y la tristeza de mezclaba con aromas que solo puede traer los
recuerdos. Tu feretro estaba cubierto con la bandera de la Hermandad de
nuestros amores.
Recuerdo tu funeral en la Iglesia del Santo Cristo
que estaba abarrotado. Muchos cofrades, muchos representantes de la sociedad
isleña que tan bien representabas en vida, parte de la Corporación. Todavía se
me ponen la carne de gallina cuando a hombros de tus hijos fuiste llevado hasta
el Altar de Nuestros Amados Titulares.
¡Un año ya, Paco! ¡Cómo corre el tiempo! Aunque no
te lo puedas creer, me acuerdo todos los días de ti. Tú, que estás instalado en
la Gloria sabes que todos los días rezo por ti y por tu querida familia a la
que quiero como mía. Estos sentimientos deben ser lo más normal del mundo, toda
vez que los que conformamos y somos hermanos en la fe de Jesús somos familia:
Conformamos la Gran Hermandad de Cristo.
Ya tu alma reposa en aguas tranquilas porque estás
junto a Jesús de los Afligidos y Nuestra Madre de la Amargura, la Virgen María.
Cuando se tienen estos compañeros se sabe lo que es la plenitud. Tu muerte
supuso vivir eternamente junto al Padre y seguro que allí estarás organizando
algunas de tus cosas junto a otros buenos hermanos como Juan Macias, Arturo
Ortega, Juan Arteaga y tantos buenos cofrades de siempre que dejaron este valle
de lágrimas para alcanzar ese palco que tienen reservado en plena carrera
oficial del Cielo.
Puedes estar orgulloso, mi querido Paco, porque
sembraste bien porque tus hijos son fiel reflejo de todo lo que aprendieron de
ti.
Ahora que echo la mirada atrás, los recuerdos
brotan de mi mente y añoro esas Cuaresmas que te visitaba en tu casa de la
calle General Pujales para postularte.
Esta visita era obligada y querida por mi parte. Recuerdo que me hacías
entrar en tu rincón favorito, me dabas el donativo, y nos sentábamos a charlar
largo y tendido durante horas en las que rememorabas recuerdos, vivencias y
experiencias en torno a nuestra Hermandad de Los Estudiantes.
Siempre tuviste una palabra de ánimo, de apoyo, de
cariño. Siempre pude contar con tu sabio consejo, tu paternal amistad. Aún
recuerdo cuando fui a tu casa hace tres años cuando abandoné la Junta de
Gobierno. Gracias, Paco porque me ofreciste esos brazos abiertos, esos consejos que tanto necesitaba. El saber que podía
contar contigo siempre ha supuesto mucho para mí.
Sé que tu mujer, tus hijos, nueras, nietos,
familia te tienen permanentemente en sus corazones. Eres un ejemplo para sus
vidas. Has sido y eres un ejemplo para todos los que te queremos.
Lo siento, cuando hablo de D. Francisco Pérez
Barbudo no puedo hacerlo en pasado porque siempre está presente en mi corazón y
en mi vida.
Ruego a Nuestro Padre Jesús de los Afligidos y
María Santísima de la Amargura para que colmen de consuelo a tu familia, a tus
amigos y a todos los que conformamos la Hermandad de tus amores.
El Señor nos premió con tu presencia en este mundo
y nos enseñó que otra forma de vida más auténtica, más sana, más leal y más
plena se puede conseguir.
A la querida Familia de Paco Pérez Barbudo les
hago llegar, con estas palabras que he escrito de parte del corazón, un fuerte
abrazo y que Dios les bendiga siempre.
Jesús Rodríguez Arias
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