domingo, 24 de marzo de 2013

ESTE AÑO MI LUNES SANTO ES UNA MEZCLA DE "AMARGURA Y PENITENCIA".


Con este serían veintiocho años sin interrupción, pero no ha podido ser.

Aunque, como he escrito, para mí el Lunes Santo es un día radiante aunque diluvie, este año será totalmente diferente. Me ha ocurrido una circunstancia que sólo podía atisbar desde esas angustiosas pesadillas que algunas veces nos rondan la cabeza.

Sí, mis queridos hermanos, este año siento en mi interior amargura, que me oprime el alma y destroza todo cuanto va cogiendo a su paso. Amargura y Lunes Santo van cogidos de la mano.

Desde hace veintiocho años siempre me he revestido con mi túnica blanca y mi antifaz rojo. He acompañado al Señor de los Afligidos y Su Madre de la Amargura desde muchas posiciones: Con cirio, portando el Senatus, el Libro de Reglas, el Bacalao, en Presidencia, como diputado de Penitencia así llevando sobre mis hombros, cada vez más cansados y doloridos, la cruz. Tengo que decir que desde todos los puestos que he ocupado en el Cortejo donde más he disfrutado, con diferencia, ha sido llevando una cruz porque ha supuesto un sacrificio en lo físico y un regocijo espiritual muy grande. Allí, en medio del Cortejo, en una fila de penitentes que llevan el peso de sus promesas, sus cargas, sus pecados y lo hacen con la alegría de saberse hijos de un Padre que es Misericordioso y que siempre está abierto para ayudarnos.

Mis padecimientos en la espalda con las contracturas en el trapecio y cervicales hacían imposible que volviera a portar una cruz. Cómo Dios es inmenso me hizo un último regalo y pude portarla en la Vía Dolorosa, en Jerusalén, haciendo el Vía Crucis justamente en la Estación donde Jesús se encuentra con Su Madre. Este gesto y lo que sucedió allí, en Tierra Santa, hizo que me cambiara la vida para siempre. Hoy en día soy un cristiano, un católico muy distinto del que se fue allá por finales de Junio a peregrinar por los Santos Lugares donde vivió, predicó, padeció, sufrió, murió y ascendió a los Cielos Jesús de Nazaret.

Ya había comentado hace tiempo con el Mayordomo de mi querida Hermandad, Domingo Muñoz Benzo, mi intención de dejar la cruz y coger de nuevo, como en el principio, un cirio en el lugar que por antigüedad me correspondiera. Así quedamos.

Lo que no me podía imaginar fue lo que, finalmente, me ha pasado. ¡El hombre propone y Dios dispone! Un recrudecimiento de mi enfermedad digestiva ha hecho que durante más de un mes estuviera muy tocado, todavía lo estoy,  y en las circunstancias que  he padecido y que persisten, aunque con menor intensidad, he tenido que tomar una decisión dura, demasiado dura, para todo buen cofrade: Este año no puedo revestirme con mi túnica.

La peor de las pesadillas se han cumplido. No puedo salir en el Cortejo, como todos los Lunes Santos de mi vida, porque no me encuentro lo suficientemente bien para hacerlo. La consecuencias de la crisis digestiva así como el tratamiento que estoy tomando hacen que esté algo más cansado de lo habitual con lo que no es recomendable el revestirme con la túnica.

Solamente la salud, cuando te das cuenta de que no estás todo lo bien que deberías, es la que te hace tomar las decisiones con la cabeza dejando el corazón aparte. Solamente la salud me ha apartado de ser un nazareno más, como todos los años, en la Salida Penitencial de mi Hermandad de los  Afligidos.

Os podéis imaginar como estoy sobrellevando esta situación. Tristeza y amargura por cada hora que pasa. Hoy he estado en la Iglesia del Cristo y he visto a mis Titulares extraordinariamente bellos entronizados en su Paso de Misterio. Mañana será un día muy especial porque viviré la Santa Misa preparatoria de la Salida Penitencial de otra forma, no sé cómo, pero sé que será distinta.

Por la tarde estaré en la Iglesia y saldré con mis benditos Titulares hasta que el cuerpo aguante, que le pido a Dios que sea el itinerario íntegro, en la Penitencia. Iré detrás de ellos cuando siempre lo he hecho delante. No podré refugiar mi rostro en un antifaz y mantener ese anonimato tan necesario para hacer una penitencia desde lo escondido de mi corazón. Lo haré entre los hermanos y devotos que van detrás de Ellos.

Rezar será mi objetivo primigenio durante todo el tiempo que dura la Salida Penitencial por las calles de La Isla. ¡Hay tanto que rezar y nos hace tanto bien!

Aunque en estos instantes siento esa amargura en mi corazón por no poder revestirme este año con mi túnica que será mi sudario cuando mi alma abandone este cuerpo mortal, siento también un gran consuelo y esperanza por poder acompañar a Jesús y María este nuevo Lunes Santo.  No puedo entender un día así sin estar al lado de mis Titulares así como de mis hermanos y hermanas que acompañan año tras años al Señor de los Afligidos y Su Madre de la Amargura.

¿Qué queréis que os diga? Que a pesar de las vicisitudes, de los pesares, de la penitencia vivida y  por vivir ante la Salida Penitencial de mi Hermandad, estoy deseando de que llegue mañana, Lunes Santo, para gustar y gozar como siempre, aunque este año no será igual, de mi Hermandad que ha sido mi camino de apostolado como cristiano y como cofrade.

Os puedo decir que por mucho que  haya recorrido, que por otras Realidades Eclesiales que conforman mi vida, que por mi labor dentro de la Santa Madre Iglesia, siempre seré y estoy orgulloso de ser COFRADE.

Recibid un fuerte abrazo y que Dios os bendiga.

Jesús Rodríguez Arias



Nota: Mañana no sé a qué hora podré actualizar “SED VALIENTES” porque desde que salgo de casa a las seis y media de la mañana hasta la hora de la vuelta, ya que salgo con mi Hermandad, no podré poner ningún contenido. No os preocupéis porque, al menos, incluiré el Evangelio del día y más importante que eso dudo que pueda haber otra cosa. ¡La Palabra de Dios es siempre la Palabra de Dios!

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