viernes, 6 de septiembre de 2013

¿Y TÚ QUE SEMBLANTE TIENES?

Soy de esos que observando aprendo, medito y pienso. Precisamente de esas ensoñaciones hechas al calor de una mesa y una buena lectura o caminando por cualquier sitio o lugar puedo escribir este post. 

Hoy me quiero detener en un gesto totalmente involuntario que dice mucho, más bien nos abre al interior de cada ser sin llegar a su más recóndita intimidad aunque se pueda vislumbrar algo de la misma. 

Me estoy refiriendo al semblante de cada uno. Sólo hay que fijarse un poco, prestar algo de tu tiempo en observar a los demás y podrás percibir su estado de ánimos, su carácter, su forma de ser e incluso de sentir en determinados momentos. 

Los hay que llevan el semblante cariacontecido, triste, ausente, meditabundo, iracundo, malévolo, serio, locuaz, alegre, esperanzado, distraído, atento, pesaroso, cansado, exultante, cercano, distante, cálido, acogedor, frío, desalentador, abstraído, firme, manejable... 

Aunque para llevar este estudio de la observación de nuestros congéneres tiene que ir acompañado del lenguaje de los ojos. Un mirada puede decir más que unas simples palabras. Ocurre que cuando nos encontramos con alguien y nos dice que todo le va bien, si su mirada dice lo contrario algo no marcha como debiera. 

Los hay que intentan agradar y ser afables, pero por la mirada podemos intuir si es cierto ese comportamiento o es producto de determinada farsa y así todos los ejemplos que queramos poner. 

Las personas no somos más  que libros abiertos que intentan esconder a toda costa sus sentimientos porque creemos que ocultando lo que podemos sentir estamos resguardando nuestra intimidad. Somos celosos, a veces oscuros y parcos, a la hora de mantener alejados a todos de nuestros verdaderos sentimientos y en muchas ocasiones nos encerramos tanto que no permitimos entrar a nadie. 

En una Sociedad en la que todos vamos por un lado, que se está perdiendo la comunicación personal, el trato afable y directo, donde los amigos, las tertulias, los comentarios se hacen por medio de este espacio virtual que es internet, donde no ves con quien estás comunicándote, no le ves la cara ni los ojos que tienen su particular vocabulario, no puedes sentir el calor de un abrazo o la mirada de comprensión y complicidad en momentos de angustia o de alegría, donde escribimos lo que queremos que no tiene por qué corresponderse con lo que sentimos. En un mundo cada vez más alejado de las personas porque está absorto en otros intereses o somos nosotros los que nos demos a conocer o nos iremos convirtiendo, paso a paso, en solitarios ermitaños rodeado de ingente cantidad de seres que habitan junto a nosotros aunque no con nosotros. 

No podemos permitir que el individualismo invada nuestra vida hasta hacerse con ella. Soy de los que piensan y necesitan tener su espacio íntimo para la oración, la meditación, para escribir aunque este es parte de un todo que es la vida la cual necesita a los demás para que sea verdaderamente fructífera. No a todos le puedes hacer el regalo de abrirle tu alma, tu corazón porque para atesorar estos nobles sentimientos no todos están preparados y pueden causar un irreparable daño. Debes ser tú el que sepas en quien debes confiar. 

Cuando te encuentres en la calle, en el campo, en la playa, en cualquier lugar, observa, fíjate en los semblantes de los demás y si lo haces con detenimiento podrás descubrir muchas cosas que luego te servirán para ayudar de forma efectiva al prójimo, al que tenemos a nuestro lado y nunca le echamos cuenta. 

Ahora, ¿Y tú que semblante tienes? 

Recibe un fuerte abrazo y que Dios te bendiga. 

Jesús Rodríguez Arias

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