Esta semana ha terminado antes, en cuanto a obligaciones laborales, y hemos podido adelantar un día nuestra venida a nuestro querido y bendito pueblo.
Llegamos por las cálidas y coquetas calles de Villaluenga del Rosario el pasado jueves a eso de las cuatro de la tarde. Hacía calor aunque un dulce frescor hacía pensar que el tiempo estaba cambiando y que el inminente otoño estaba llamando a la puerta.
Seguimos la liturgia preestablecida hasta que a las siete de la tarde nos dispusimos a dar una vuelta por La Glorieta hasta el final y volver por abajo hasta el pueblo al cual seguimos bordeando. Llegamos hasta la entrada viniendo por Benaocaz y mientras lo hacíamos nos encontramos con Paco que acababa de dar de comer a su ganado de cabras, ovejas y con el que charlamos un rato. A la entrada se encontraba sentada nuestra querida amiga Toni que esperaba a Charo para dar su tradicional caminata. El cielo poco a poco se iba apagando. Nos acompañó un rato caminando junto a nosotros y hablando distendidamente de nuestras cosas hasta que nos encontramos con Charo Oliva.
Poco duró nuestra conversación pues la noche se hacía se presente. Toni y Charo se fueron a dar su paseo y nosotros nos encaminamos con dirección a nuestra casa y mientras lo hacíamos nos encontrábamos con Juande con el cual estuvimos hasta cerca de medianoche en una interesante conversación de muchos temas.
El viernes amaneció sobre las ocho y media para nosotros, tiempo para ducharnos, tomar un café en casa, leer un poco e irnos sobre las diez, que habíamos quedado con Juande, para desayunar en Ana Mari un buen café junto a sus tradicionales y exquisitas tortas de masa. El viernes es una auténtica tradición el tomar este desayuno en este lugar donde destaca la gastronomía casera por excelencia.
Estuvimos toda la mañana haciendo gestiones en Ubrique y llegamos sobre las dos de la tarde a casa justo a tiempo para irnos a almorzar cerca de Grazalema.
Sobre las cinco de la tarde volvimos a nuestro hogar y a nuestro pueblo con dos intenciones muy diferentes: Hetepheres ver el programa de la Primera, "entre todos" y yo dormir una buena y plácida siesta. Tengo que reconocer que en mi querido pueblo me restablezco de mis padecimientos y de mi falta de descanso. Necesitaría estar aquí unos días más para recobrar la energía perdida en el fragor de la batalla diaria.
Por la tarde-noche volvimos a darnos otra buena caminata por La Glorieta aunque esta vez nos acompañaba Juande así como Snoopy, un encantador bodeguero, cuyos dueños se lo dejaron a Hetepheres que iba con él a las mil maravillas. En el transcurrir del camino nos encontramos con Juan Rosa y su preciosa perrita "Diana" así como con muchos vecinos.
A la vuelta dejamos a Snoopy en su casa, nos fuimos por el camino que bordea al "Caíllo" hasta salir por el Calvario y desembocamos en la Avenida de los Arbolitos. Ya de vuelta a casa saludamos a Teresa, madre de Berna y Almudena, y nos invitó a entrar un rato en su casa, cosa que hicimos con sumo gusto. Charlamos hasta un poco antes de las nueve y media de la noche hora que decidimos coger para casa pasando antes por el Casino que estaba cerrado y no pudimos saludar a Fernando como era nuestra intención.
Fue llegar a casa y ponerme a actualizar el blog hasta cerca de las diez y media de la noche que cenamos. Nos acostamos muy temprano, sobre las once y media, para dormir profundamente hasta las ocho de la mañana del sábado.
El primer día del fin de semana amanecía frío, nublado que hacía prever un buen día para hacer una buena ruta de senderismo. Desayunamos en "La Posada" junto a Charo Oliva y después cogimos los bártulos para hacer nuestra particular caminata de cerca de tres horas y más de 15 km de recorrido. A la vuelta, en el Puerto de las Viñas, nos recogía Mateo y nos traía hasta casa cosa que le agradecimos sinceramente pues el cansancio y el calor estaba haciendo mella en nosotros.
Después de este "paseo" nos metimos en casa y poco salimos ya. Nos duchamos, tomamos un breve aperitivo y nos dejamos seducir por una buena lectura. Así hasta las tres y media que almorzamos. Fuimos testigos de la ilusión de que Madrid fuera elegida como sede de las Olimpiadas de 2020. Después me acosté un rato para dormir la siesta mientras Hetepheres veía una película.
Me despertaron las campanas de la Iglesia a las cinco y media de la tarde anunciando Misa, se había adelantado dos horas del horario previsto, así que nos arreglamos y sobre las seis nos dirigimos para celebrar la Eucaristía.
Será por la hora o por lo que sea que en el Templo sólo estábamos los fieles de siempre. La Virgen del Rosario en un lateral estaba entronizada en su Paso.
Tras la celebración de la Santa Misa el Párroco nos informaba que mañana lunes o el martes iba a empezar las obras de restauración de los techos de la Sacristía que se encontraban en muy malas condiciones. Nos pedía a todos los feligreses que diéramos un donativo para sufragar estas importantes y necesarias obras.
Desde aquí, desde "SED VALIENTES" quiero hacer un llamamiento a todo mi querido Pueblo para que cada uno, dentro de sus posibilidades, aporten lo que puedan para que entre todos podamos sufragar estas necesarias obras. La Iglesia es de todos y esta es la Casa de Jesús y Su Madre la Virgen del Rosario. ¡Por Ella, por nosotros, ayudemos a nuestra Iglesia!
Poco después de terminar la Santa Misa nos dirigimos a casa y ya no volvimos a salir. El tiempo se tornaba bastante fresco y se estaba muy bien entre las paredes de nuestro hogar.
A eso de las nueve y media nos visitaba un buen querido amigo, Pepe Sellez acompañado con su perrita y estuvo un buen rato hablando con nosotros en el patio. Hablar con Pepe es hacerlo con la sabiduría de un pueblo porque con personas como él siempre se aprende.
Después de esta agradable visita nos metimos en casa y cenamos mientras veíamos una serie en televisión.
Nos acostamos sobre las once de la noche y hasta la medianoche estuvimos leyendo en la cama que es también un auténtico placer.
Más de nueve horas durmiendo de un tirón. ¡Así se duerme en mi pueblo! Nos levantamos con el tiempo justo de ducharnos y prepararnos para irnos a desayunar al Casino cosa que hicimos en agradable charla junto a Juande hasta cerca del mediodía.
Después nos dimos otra buena vuelta hasta más de la una y media. Cerca de seis kilómetros solamente interrumpidos por el saludo amable y buena conversación con nuestros queridos convecinos.
Hace cerca de dos horas que hemos llegado a casa, hemos tomado un aperitivo, hemos leído, charlado, reído y ahora, dentro de pocos minutos, almorzaremos viendo la televisión.
Hoy toca el volver, el reencontrarse con nuestras respectivas rutinas, obligaciones. Con las prisas, horarios, trenes... Y con estos pensamientos estaré una semana deseoso y anhelante de que pronto llegará el viernes y de nuevo volveremos a reencontrarnos con nuestro Pueblo, con nuestras gentes, con nuestro lugar en el mundo donde verdaderamente somos felices.
Jesús Rodríguez Arias
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