He visto las imágenes denunciadas por «El País» en las que aparecen cuatro presumibles soldados españoles dando una paliza a un presunto prisionero iraquí. Sinceramente, no doy crédito a esas imágenes. Hace bien el Ministerio de Defensa en abrir una investigación, pero dudo mucho de su eficacia. Esa escena ha podido ser grabada en Iraq o en Guadalix de la Sierra. Del prisionero iraqui sólo se aprecia un ropaje negro,y los soldados, en el caso de que lo sean, se me antojan irreconocibles. Además, que la fuente de la noticia es «El País», un periódico que se equivoca mucho últimamente. Y no lo escribo en plan de crítica, pero cuando un medio de comunicación tiene que estar más pendiente de sus deudas que de sus informaciones, este tipo de inconvenientes pueden surgir por la desmoralización o falta de rigor de sus responsables.
La actuación de los componentes de nuestras Fuerzas Armadas enviados a misiones en el exterior, ha sido siempre ejemplar e impecable. Por donde han pasado, además de vidas y sangre, han dejado un recuerdo de humanidad, trabajo, sacrificio y justicia difícilmente superables. De ser auténtico el vídeo, todos nos sentiríamos humillados, pero en nada se parece esa grabación a otras protagonizadas por soldados de otras naciones occidentales en las que los agresores y los agredidos son perfectamente reconocibles. Como era de esperar, los antimilitaristas de siempre –siempre que los militares no sean de Cuba, Venezuela o Corea del Norte–, se han rasgado las vestiduras y piden toda suerte de responsabilidades a quienes nada tienen que ver con aquella guerra. Exigen la presencia inmediata en el Congreso del ministro Morenés, que a ciencia cierta, sabe de ese vídeo lo mismo que quien escribe, es decir, nada de nada. No es patriotismo vano ni lugar común ni tópico al uso. Un soldado español no se comporta de esa manera jamás, y menos aún, con un prisionero indefenso. Quebraría los esquemas y la escala de valores que han llevado a nuestras Fuerzas Armadas a ser una de las instituciones más queridas, respetadas y admiradas por la ciudadanía.
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