viernes, 4 de agosto de 2017

VIGÉSIMO SÉPTIMA MARCHA FRANCISCANA DE TIERRA SANTA: UNA EXPERIENCIA DE RENACIMIENTO




Ochenta jóvenes se han reunido, en Galilea, para la vigésimo séptima marcha franciscana de Tierra Santa, bajo el lema: “Pertenecemos a su Iglesia”. El penúltimo día estaba programado un encuentro con el Custodio y una misa con la asistencia de varios párrocos franciscanos de las parroquias de Galilea.
“Queremos subrayar el hecho de que Cristo es la cabeza de la Iglesia, que es el cuerpo – explica el responsable de la marcha, fray Emad Kamel -. Los jóvenes buscan cosas materiales que, al fin y al cabo, en realidad les decepcionan; nos alejan de la verdad y nos hacen perder el tiempo”.
“La importancia de Jesús en nuestras vidas es una de las líneas directrices de la marcha – señala fray Emad -. La Iglesia, a la que pertenecemos, no es la de piedra o la de los paisajes de postal de Tierra Santa. La Iglesia es cada uno de nosotros, nosotros somos los miembros vivos de la Iglesia y del cuerpo de Jesús, cada uno de nosotros es la Iglesia. Si vivimos bien nuestra fe, influimos y orientamos positivamente a la Iglesia con una energía positiva y real. Llevamos la luz de Cristo a los demás y la palabra de Dios en la vida diaria. Por tanto, cada joven, hombre o mujer, en el plan de Dios, es importante para la Iglesia.” 
“La experiencia de la marcha en sí misma también ha sido muy importante – concluía después – porque las dificultades del camino se parecen a la marcha de nuestras vidas. Vivimos momentos más o menos difíciles y, para superarlos, necesitamos fuerza interior y mucha autodisciplina.”
Nimer, de veinte años, participa por tercera vez en la marcha y “cada vez me siento más cercano a Cristo a través de la oración, el cansancio del camino y los momentos fuertes. Para mí, no es suficiente participar una sola vez; cuanto más participo, más sed tengo. Y, cada vez, vengo con una intención especial y esta marcha es indispensable para llevar esta intención a mis oraciones”. La subida a pie del Tabor es un momento de experiencia espiritual fuerte para los participantes. “Esta etapa difícil es un momento en el que verdaderamente sentimos que, por una parte, caminamos diariamente con Dios y, por otra, experimentamos también que subimos hacia Él”.
Para Marian, de veinte años, es una historia totalmente distinta pero la experiencia espiritual no es menos fuerte: es la primera vez que participa en la marcha y “sinceramente, no sabía lo que era una marcha espiritual – afirma – aunque sabía que era con los franciscanos. La marcha me ha cambiado por completo, sobre todo el sacramento de la Reconciliación. No me esperaba poder caminar tanto con todo el peso que llevaba a la espalda. El mayor logro fue pasar una semana sin mi móvil. Es una marcha que nos ayuda a revisar nuestras prioridades y, para muchos de nosotros, nos permite descubrir quiénes somos y hacia dónde vamos, y saber hasta qué punto es importante el tiempo de nuestra vida diaria. Sencillamente, soy una persona renovada.”

“Mi padre, que era agricultor – explicaba el Custodio en su homilía – me decía que no se puede enderezar una planta ya madura, sino solo cuando es todavía joven. Vosotros sois jóvenes, vuestro papel el día de mañana, cuando volváis a casa, es hacer todo lo posible para permanecer cerca de Dios, porque muchos tratarán de disuadiros de vivir esta vida de sencillez – señalaba después -. Ahora habéis experimentado esta vida; depende de vosotros vivirla y hacer que se convierta en vuestro día a día, permaneciendo cerca de Dios y de su Palabra.”

Nizar Halloun

2017/08/04

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