miércoles, 9 de agosto de 2017

PLASENCIA ACOGE LA XXXVII ASAMBLEA GENERAL DE LA JUVENTUD ESTUDIANTE CATÓLICA



Un milagro y signo del Espíritu que renueva a la Iglesia joven mucho más allá de los pesimismos y los miedos
El seminario diocesano de Plasencia ha reunido, del 2 al 7 de agosto, a un centenar de militantes procedentes de Badajoz, Cáceres, Madrid, Salamanca, Sevilla, Granada, Bilbao, Palencia, Valladolid, Plasencia y París, junto a animadores y consiliarios de la Juventud Estudiante Católica (movimiento de Acción Católica Especializada que pretende llevar el Evangelio a los centros educativos, al mundo estudiantil y a nuestro mundo) para celebrar su XXXVII Asamblea General.
El lema del encuentro –JEC: Iglesia en las aulas– ha reflejado, en la voz del sacerdote José Moreno Losada, acompañante y antiguo consiliario de JEC, «el espíritu de lo que allí se ha movido estos días». Cada uno de los presentes «ha escudriñado la realidad del joven estudiante y su ambiente», tanto a nivel de instituto como de universidad, «preguntándose por la realidad, sus límites y posibilidades», para «crecer humanamente y avanzar en la construcción del Reino en esos lugares tan propios». Acompañados por numerosos expertos, señala Moreno, «les han iluminado en temas de actualidad, en el juzgar evangélico y, así mismo, han diseñado las líneas de orientación para el próximo trienio».
L@s post-millenials y el Espíritu
Equipo antiguo y nuevo de JEC, junto a Lolo Matos, consiliario general
Durante estos días de comunidad viva y creyente, han orientado sus conferencias en torno a tres cuestiones fundamentales con respecto al joven y a la universidad actual, de la mano de Trinidad Ruiz, militante de Profesionales Cristianos y profesora de Botánica en la Universidad de Extremadura. De esta manera, se han asomado a la Universidad de l@s post-milenials, como expone Moreno –también profesor universitario–, «en un mundo hiperconectado, con unas velocidades de cambios vertiginosos y con una economía basada en intangibles, descubriendo que el reto es apasionante y novedoso». No vale lo pasado, reconoce, «y nos toca el reto de vivir en novedad y evangelizar la realidad tal cual es, aceptándola y viviendo dentro de ella». Porque es ahí, «en esa realidad nueva y compleja», donde «se han planteando la vocación y misión de la JEC, especialmente en la realidad de la pastoral estudiantil, de los institutos y las universidades, analizando tanto la perspectiva jurídico-eclesiástica –qué son en la Iglesia– como la bíblica y cristológica –en el espíritu de lo creativo–».
Para esta dimensión han contado con Raquel Pérez, de la subcomisión de Pastoral Universitaria de la Conferencia Episcopal, y con Roberto Vidal, presidente de Profesionales Cristianos de Bilbao. De cara al actuar, han profundizado en el proyecto evangelizador del movimiento en el contexto actual. Los de instituto han contado con la ayuda de animadores expertos como Luis Monrobel y José Ortiz, ambos de la diócesis de Mérida-Badajoz.
Un Evangelio encarnado y comprometido
En la apertura de la asamblea, presidida por monseñor José Luis Retama, el obispo de Plasencia manifestaba que «es significativo» que casi un centenar de jóvenes estudiantes, en pleno agosto, con el calor que allí se palpaba, se reunieran «para profundizar, pensar, decidir y optar por el Evangelio encarnado y comprometido en la realidad estudiantil». El obispo veía un signo de jóvenes del Reino que «muestran la Iglesia que queremos y necesitamos, encarnada, misionera y en salida, con la alegría del Evangelio y comprometida en un amor sincero y compasivo».
Y así fue, como reconoce José Moreno: «Lo que hemos vivido en estos días sólo se puede comprender desde la acción de un Espíritu vivo que se mueve a gusto en el corazón de los jóvenes que se abren a procesos de vida y de comunión, ofreciendo el éxito para vivir en la entrega y cediendo en la seguridades para vivir el riesgo de lo creativo y lo novedoso en la propia historia y en el encuentro con los demás».
Eduardo, Maitane y, en medio, Jesús de Nazaret
Y latiendo a corazón abierto, haciendo verdad este milagro y signo del Espíritu que renueva a la Iglesia mucho más allá de los pesimismos y los miedos, Eduardo y Maitane: nuevos presidente y tesorera de JEC. La gracia de la renovación de responsabilidades en un movimiento es un termómetro más de cómo Dios confunde a los fuertes con su debilidad amada. Álvaro Mota y Carmen Ledesma ya han culminado, como presidente y tesorera respectivamente, sus tres años de servicio a este movimiento en una entrega sin límites, «totalmente dedicados en alma y cuerpo a la evangelización de los jóvenes, como verdaderos apóstoles en camino y en salida», tal y como afirma el equipo permanente.
Eduardo Martín y Maitane Campos
Así, tras un largo discernimiento de espíritu y vida, es el momento de Eduardo Martín, natural de Plasencia y estudiante en Salamanca, y de Maitane Campos, de Bilbao. La santurtziarra de 24 años, responsable de EGIA-JEC de la diócesis de Bilbao, partirá en septiembre a Madrid para ponerse al servicio del movimiento y coordinarlo a nivel estatal. Una nueva etapa que dice comenzar «con muchas ganas y optimismo». La JEC, confiesa, «es necesaria en la vida de la juventud, tenemos que trabajar activamente en la comunidad y en las aulas, de la mano de la Iglesia y junto al personal docente», todos a una, «para llevar el Evangelio a nuestros lugares de estudio» y, de esta manera, «contribuir a la construcción del Reino de Dios».
En el corazón de la Iglesia
Maitane, a punto de finalizar la carrera de Química, lleva 11 años en la pastoral juvenil, como militante en el movimiento y con experiencia en acompañamiento a grupos de postcomunión. «Siempre ha estado muy concienciada con el medio ambiente, las decisiones políticas, el consumo, las diferencias norte-sur o la igualdad de género» y, por ello, «sabemos que su nueva encomienda es una apuesta necesaria y con garantías», declaran militantes de Bizkaia. Eduardo, responsable de JEC Salamanca y nuevo presidente nacional, acaba de concluir sus estudios de Economía en la Universidad de Salamanca. Martín comenzó a formar parte del movimiento en la etapa de secundaria y, en los últimos años, ha vivido la fe en su ambiente universitario en Salamanca y en las parroquias de Fátima y Nuestra Señora de Lourdes donde tiene su sede el movimiento. «Durante estos años», confiesa, «he vivido la fe de una manera íntegra, intentando normalizar la imagen de la Iglesia en la realidad que vivimos en las facultades»; algo que no es fácil, reconoce, «pero sí esperanzador» pues «ven en ti a alguien que se compromete y vive por los demás, tal y como vivió Jesús». En el ejemplo de Jesús de Nazaret siente la responsabilidad de «ser esa “Iglesia en salida” que pide el Papa Francisco».
Dos vidas llenas de juventud y de gracia que, en la fragilidad de sus historias, han aceptado el reto con valentía, generosidad y fe, ofreciendo su corazón ante el altar de Dios para entregarse –sin límites y sin descanso– al corazón de la Iglesia.
Carlos González García

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