Lectura del santo evangelio según san Mateo 14,13-21:
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan, el Bautista, se marchó de allí en barca, a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Al desembarcar, vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos.Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle: «Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer.»
Jesús les replicó: «No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer.»
Ellos le replicaron: «Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces.»
Les dijo: «Traédmelos.»
Mandó a la gente que se recostara en la hierba y, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.
II. Compartimos la Palabra
“Yo sólo no puedo cargar con todo este pueblo”
El desierto es considerado como lugar de purificación y encuentro con el Señor.
En el Sinaí, el pueblo selló la Alianza con Dios, alianza continuamente era incumplida por los israelitas; ante cualquier adversidad olvidaban los beneficios recibidos de Dios, y se alzaban contra Dios y contra Moisés.
Hoy leemos el descontento del pueblo, harto de comer siempre el maná, añora las cebollas y ajos de Egipto, clamando contra los que le conducen a la libertad. Olvidan todo lo que Dios ha hecho, gracias a ello habían proclamado su liberación, aclamando al Señor “que los había sacado con mano fuerte y poderosa”.
Moisés se siente sin fuerzas para seguir conduciendo a este pueblo que camina hacia la libertad, olvidando los sufrimientos de la esclavitud y reclamando lo que había dejado en Egipto. Moisés pide ayuda a Dios: “Ya no tengo fuerzas para cargar con todo el pueblo, más vale morir que pasar estas penas”.
¿No se repite la historia? Cuantas veces olvidamos los beneficios de Dios y clamamos por los bienes efímeros, poniendo nuestro corazón en ellos.
Depositemos nuestra confianza en Dios; pidamos por nuestros pastores, que a pesar de su buena voluntad, no siempre son aceptados y se sienten débiles para seguir conduciendo a su pueblo.
Hna. María Pilar Garrúes El Cid Misionera Dominica del Rosario
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