Cortijo "San Antonio".
El viernes salíamos, como todos, a las tres de la tarde de Jerez de la Frontera. A esa hora el calor agobiaba más de la cuenta y hacía insufrible hasta el poder respirar normalmente. Los que padecemos de tensión baja estas altas temperaturas nos dejan flojos e inanimados.
A esa hora empezaba nuestro fin de semana, volver a nuestro pueblo donde desde hace unas semanas hemos instalado nuestra residencia porque así lo hemos querido y deseado.
Hetepheres siempre me decía que su ideal de vida era el vivir en un pueblo pequeño. Eso me lo decía desde que éramos novios y era yo, precisamente, quien se mostraba más escéptico a esa idea. Esa forma de pensar cambió radicalmente en cuanto conocí, hace ahora un año, a Villaluenga del Rosario. Entonces comprendí todo lo que hace años me repetía sin cesar mi querida mujer.
En el camino de ida, como ya es normal, bajaron algunos grados aunque esta vez no fueron lo suficientes y todo hacía prever que serían unos días de calor en mi pequeño y bonito pueblo.
Sobre las cuatro y media de la tarde llegamos a nuestro precioso pueblo blanco, más blanco si cabe porque los vecinos se afanan en adecentarlo y engalanarlo con este puro color. Como siempre nos acogió con los brazos abiertos, pareciera que nos estuviera esperando. aunque como es lógico y normal a esa hora determinada nadie estuviera en la calle. Se oía, eso sí, voces en la piscina municipal. Es lógico que muchos vecinos estuvieran allí porque el calor se sofoca con placenteros y relajantes baños en la piscina. El enclave es verdaderamente paradisiaco porque la misma se encuentra enclavada en medio de las montañas.
Cuando llegamos a casa empezamos a ordenar las cosas que habíamos traído, nos cambiamos de ropa y nos sentamos a ver un poco la tele. Hacía bastante calor fuera en el patio por lo que consideramos quedarnos dentro de la casa donde el frescor era permanente.
Así estuvimos hasta cerca de las seis y media, hora en la que empecé a actualizar el blog hasta eso de las siete que fue la hora que escogimos para ir a "La Covacha" a comprar dos o tres cositas que nos hacían falta. Hecho esto retorno a casa para sentarnos en nuestro patio. A esa hora, sobre las siete y media de la tarde, el sol estaba refulgente, brillaba por todos los lados haciendo caer sus fuertes rayos sobre todos nosotros aunque a mi casa no le afectaba. La pared del Caíllo sirve de parapeto y hace que el sol se sitúe por detrás de él. Es un mezcla curiosa; por un lado hace sol y por otro a nosotros nos toca una fresca sombra cuando empieza a caer la tarde.
Allí, con unos frutos secos que nos servían de aperitivo y una buena copa, terminaba de actualizar el blog así como leía con fruición la novela que tanto me está gustando. Me dije para mí que el libro sobre mi tema de investigación lo dejaría para la noche del sábado.
Sobre las nueve nos fuimos a dar un paseo por todo el pueblo. Nos gusta caminar pausadamente a esa hora por las calles de Villaluenga del Rosario, hablar con nuestra gente y observar los distintos colores que envuelven todo cuando el sol se ha despedido está próxima la anochecida.
Le dimos de comer a nuestros perros y gatos para luego andar charlando de mil cosas. El Pueblo queda a nuestra izquierda mientras vamos por la carretera desierta de cualquier coche a esas horas. Son muchos los vecinos que hacen este trayecto en medio de la tranquilidad y esta vez desde el calor que nos rodea.
Pasamos por el Mesón "Los Caños" y saludamos a un grupo de chicas entre las que estaban Almudena y Leti, que con su simpatía y ganas de bromas de siempre, nos devolvieron amable y alegremente el saludo.
Tengo que reconocer que el post "Desde Villaluenga" de la semana pasada ha sido el más visto de su historia y algo tendrán que ver Leti, Almudena, y como no Rubi y Carolina, en el éxito del mismo.
Pasamos por la Alameda donde saludamos a varios vecinos que jugaban con sus hijos y nietos en la céntrica plaza porque a esa hora si se podía estar plácidamente en la misma. Quisimos saludar a Fernando, pero no pudimos porque se encontraba en la cocina toda vez que habían varias mesas ocupadas y como el cansancio había hecho mella en nosotros, decidimos irnos para casa.
Allí nos volvimos a instalar en nuestro patio, en torno a una buena conversación, mejor lectura. Pasaron las horas y decidimos entrar dentro de la casa porque ya el hambre acuciaba nuestros estómagos. Cenamos, vimos un poco la tele y nos acostamos a eso de las once y cuarto de la noche. Serían las doce menos cuarto, hora que miré por ultima vez el reloj, cuando el sueño logro entornar mis ojos al descanso y la tranquilidad.
Dormí ocho horas del tirón. A las ocho menos cuarto de la mañana del sábado me desperté, cuando me despierto rara vez me suelo volver a quedar dormido, y me levanté sin hacer ruido para no despertar a Hetepheres que si dormía plácidamente. Me puse en el salón, frente a la limpia y fría chimenea, e hice mi rato de oración personal. Me encanta rezar mirando la ventana. Diviso los tejados, el campanario de la Iglesia y al fondo el agreste paisaje de las montañas que nos rodean por todos los lados. Rezar mirando a la inmensidad llegas a penetrar dentro lo que es verdaderamente sublime. Después de orar me puse a escribir mi meditación de todos los días para publicarlo, más tarde en mi blog reflexionesdesdeeltren.blogspot.com y así pasé una hora sin darme apenas cuenta de que las manillas del reloj pasaba cuando yo lo creían detenido. A esa hora se despertó Hetepheres.
Me dije que no actualizaría "SED VALIENTES" hasta media mañana, cuando volviéramos de la caminata que queríamos hacer. Nos duchamos, vestimos y nos dispusimos ir a desayunar pronto porque queríamos salir a dar la caminata lo más pronto posible para que no nos cogiera el calor en toda su intensidad. Como a esa hora no estaba abierto el Casino lo hicimos en "La Posada".
Después nos encaminamos para el coche que nos llevaría hasta el puerto de "Las Viñas". La verdad es que podríamos haber hecho el trayecto caminando, pero nos queríamos quitar esa pronunciada subida que nos debilitara, por el calor que ya hacía, y no nos dejara hacer la ruta que teníamos prefijada.
Empezamos a caminar a las diez y cuarto de la mañana y lo hicimos por un sendero de frondosos árboles que nos cobijaban del calor, con vistas que imponían por su belleza, en un camino curvo y poco dificultoso. La ida todo es cuesta abajo con lo cual cuando vamos de vuelta y ya cansados es más difícil porque todo el trayecto es de una suave y prominente subida.
Nuestra intención era llegar hasta el cortijo "San Antonio". Lo vimos, de lejos, un día de invierno y queríamos volver. Así lo hicimos aunque tuvimos la inmensa suerte que uno de sus dueños estaba allí con el cual estuvimos charlando largo rato. Durante los minutos de conversación con Ángel nos contó como en la casa vivieron sus abuelos y padres aunque ahora, por carecer de todo, no servía como domicilio sino como lugar de estancia familiar durante el día. Es impresionante ver y estar en esa casa rodeada por montaña, grandes arboledas. Estando allí te encuentras en medio de lo que siempre llamo la inmensa Obra Creadora de Dios.
Estuvimos en la casa, la fotografiamos con permiso de su dueño, nos aconsejó una nueva ruta para hacer más adelante cuando el calor no sofoque tanto y nos presentó a su querido padre. La casa data de 1917, cercana al siglo sigue en pie y con plena vida.
El camino de vuelta fue peor que el de ida porque el calor se había hecho presente con total crudeza y dureza, el aire casi era imperceptible y nuestro cansancio, agravado por las condiciones climáticas, nos atenazaba y cansaba más de la cuenta.
Como ya dije el regreso todo era un continuo subir cuesta, algunas veces muy empinadas, las menos, y otras más fáciles, cosa que hizo que nuestros cuerpos se empaparan en sudor y tuviéramos que estar reponiendo fuerzas bebiendo continuamente de las isotónicas que llevábamos.
Cuando ya quedaba menos de un cuarto de trayecto para llegar al coche, el calor era tan insoportable y el esfuerzo que hacíamos nos producía tanto desgaste que si no hubiera sido porque llevábamos barritas que nos proporcionaron energía y nos mantenían a raya para que nuestros cuerpos no se vinieran abajo. Cada parada era para beber, descansar algo, secarnos el sudor de la chorreante cara, para luego seguir. Fueron 12 kilómetros en condiciones extremas por el calor que reinaba a esa hora del mediodía. A la una menos cuarto de la tarde llegamos al ansiado coche totalmente empapados y con los cuerpos que mantenían las fuerzas a duras penas.
Cuando llegamos al Pueblo, cosa de tres minutos mal contados, y aparcamos por la zona de la Plaza de Toros nos encontramos con Fernando, que es Interventor en Ubrique, con el cual estuvimos charlando un rato junto a su novia y su suegro. Quedamos en vernos más tarde por el Casino.
Llegar a casa y meterme en la ducha para que el agua fría, helada, penetrara por todos los poros de mi piel que ardía de calor. Os puedo decir que el agua estaba bastante fría y que al contacto con el cuerpo se notaba templada.
La reconfortante ducha dio lugar a sentarme en el salón, mientras Hetepheres entraba en el baño, y me dispuse a comer unos frutos secos así como degustar un oloroso seco que me supo a gloria porque hizo que mi cuerpo, casi carente de tensión arterial, volviera a coger vida. Así estuve largo rato hasta que ya repuesto del todo me dispuse a leer junto a mi mujer que degustaba una fría coca cola.
Sobre las tres de la tarde nos encaminamos al Casino para almorzar. Allí en la Alameda, al frescor de la sombra de los árboles, almorzamos opíparamente. Una buena ensalada y unos pimientos fritos para Hetepheres y un picadillo de tomates con caballa y un plato combinado con dos huevos, dos filetes de cerdo con sus patatas y un soberano chorizo que solo suelo comer en mi querido pueblo. Otro refresco de cola y dos buenas copas de oloroso hicieron el resto. Mientras almorzábamos nos acompañaban Fernando así como Juande que se unió más tarde e iniciamos una de nuestras buenas tertulias. Así no pasa el tiempo sino que se detiene.
A las cinco de la tarde volvimos para nuestro hogar, yo más concretamente para la cama pues me disponía a dormir una buena y reparadora siesta, que nos hiciera descansar del calor que predominaba.
A eso de las seis me desperté bastante más repuesto que cuando me acosté y me puse a actualizar el blog, poco después salimos al patio para leer un rato y esperar a las ocho de la tarde que era la hora en la cual estaba fijada la Santa Misa, en horario de verano, en Villaluenga.
Faltaban diez minutos para que comenzara cuando bajamos para asistir a la misma. En la puerta nos encontramos con nuestro querido y buen amigo, el Sacerdote Antonio Luis Sánchez al cual conocemos desde que era seminarista. Es amigo de la familia hace muchos años y tuvimos el inmenso honor de asistir a su Ordenación Sacerdotal. Mi suegra Conchi lo quiere mucho y él le corresponde de corazón.
Antes de entrar estuvimos hablando y entre bromas hizo alusión a las publicaciones que realizo en facebook así como en el blog y nos hicimos una foto para el recuerdo y que ilustra también este post.
La Iglesia no presentaba la asistencia de todos las Misas dominicales, aunque estaban las habituales. La Misa fue muy intensa y el Padre D. Antonio Luis pronunció una homilía de las que llegan al corazón y a la cabeza por igual. Sus palabras nos hicieron meditar y reflexionar profundamente. Nosotros la vivimos en la Capilla Sacramental frente al Sagrario donde está depositado Cristo que es Presencia Viva que da la Vida al hombre y justamente encima de Él, Su Bendita Madre la Virgen del Rosario que es la Patrona de Villaluenga y de nuestros corazones anhelantes de Ella.
Nos despedimos con un fuerte abrazo y esperando verlo en más ocasiones. Luego saludamos a las buenas y queridas amigas nuestras que estaban a la puerta de la Iglesia para dirigirnos a nuestra casa.
Tengo que decir que esa noche tenía intención de ir un rato al Casino, pero el cansancio producido por la caminata en medio de ese sol abrasador hizo que estuviera más cansado de lo normal por lo cual me dispuse a pasar esas horas a solas en mi patio dedicado en cuerpo y alma a mi tema de investigación y con una buena copa de vermut casero que hace una bodega que nosotros conocemos en Jerez y que es una auténtica delicia. Para mí se ha convertido en la bebida del verano y de los fines de semana pues a lo largo de la semana no pruebo ni gota de alcohol. Hay que cuidar mi maltrecho estómago.
Hetepheres instalada frente a la televisión viendo su serie favorita y yo en el patio disfrutando de mi investigación y de la copa, disfrutando del silencio en soledad, del Caíllo que luchaba por no perderse en la oscuridad de la noche y de algunas voces perdidas así como de los ladridos de los perros a lo lejos se escuchaban. El cansancio se volvió en placer: Placer por la lectura de documentos muy interesantes y por vivir a nuestra manera que es la que, en definitiva, nos gusta.
A las once de la noche entré en casa y cenamos viendo un poco la tele. Echaban un documental muy interesante que nos tuvo en vela hasta más de las doce de la madrugada. Nos acostamos y Hetepheres se durmió enseguida presa del cansancio del día y yo me quedé leyendo hasta más de la una y cuarto que poco a poco me entró el sueño.
Hoy domingo ha amanecido muy temprano, a las siete y media, he dormido del tirón aunque pocas horas. Nos levantamos y nos fuimos directamente al patio que a esa hora se podía disfrutar plenamente. Mientras Hetepheres se duchaba yo hacía mi oración diaria y que tanto necesito para después actualizar el blog. Entre una cosa y otra se nos hizo las diez de la mañana que fue la hora que nos marchamos a desayunar al Casino. Allí bajo los árboles de la Alameda nos tomamos una buena rebanada de pan de campo con un extraordinario café doble que hizo que el cuerpo cogiera el tono necesario. Y con un buen desayuno todo se complementó con una buena charla con Fernando y Juande que se sentaron con nosotros.
Cuando finalicé de desayunar me dirigí a "Quesos Oliva" pues había quedado con Charo que iría a visitarla porque varios amigos me habían encargado el formidable queso que ella hace con sus propias manos. Mientras me los pesaba y preparaba mantuvimos una amena charla sobre todo lo que nos interesa.
Después nos marchamos para casa para dejar los quesos, que pesaban bastante, y nos fuimos a ver a Berna que, como siempre, estaba al pie del cañón en su puesto de trabajo en el Hotel "La Posada". Su trato cordial y distinguido con todos los clientes, sean quienes sean, hacen del él un auténtico referente profesional de la cadena TUGASA.
En las instalaciones del bar del hotel se estaba de maravilla pues estaba conectado el aire acondicionado pues el calor ya envolvía todos los rincones de las calles y casas del pueblo. Estuvimos charlando largo rato del acontecimiento que se va celebrar el próximo sábado: "El toro de cuerda". Fiesta de raigambre y mucha tradición en Villaluenga del Rosario.
El próximo sábado es un día que hay que estar en Villaluenga porque se va a celebrar un día muy importante. Son muchas las personas las que se dedican a lo largo del año a cuidar todos los detalles con verdadero esmero y minuciosidad para que todo salga a pedir de boca. Son los Socios de la Asociación del Toro de Cuerda de Villaluenga del Rosario a los que quiero testimoniar mi felicitación y mi admiración personal por todo cuanto hacéis para que las tradiciones de nuestro querido pueblo no desaparezcan.
El sábado 10 de agosto os quiero a todos en Villaluenga del Rosario disfrutando del "Toro de Cuerda", disfrutando y gozando de un pueblo único así como de sus casas, calles, gentes, de sus restaurantes y bares, de sus quesos, de todo...
El próximo sábado es un día grande en Villaluenga del Rosario y hay que estar allí para vivirlo.
Nosotros, si Dios así lo quiere, allí estaremos disfrutando de las cosas, actos, tradiciones que son importantes para nuestro pueblo.
Si queremos a Villaluenga tenemos que estar allí.
Quedan cinco días para que mi cuerpo vuelva a estar en mi querido pueblo. Sí, he dicho solamente el cuerpo porque mi corazón se queda allí porque el pueblo y su buena gente lo han conquistado para toda la eternidad.
Recibid mis queridos amigos un fuerte abrazo,
Jesús Rodríguez Arias
El Padre Antonio Luis Sánchez con Hetepheres y conmigo en la puerta de la Iglesia de San Miguel de Villaluenga del Rosario


No hay comentarios:
Publicar un comentario