El pasado 5 de julio de 2013, el Papa Francisco autorizó a la Congregación para las Causas de los Santos a que promulgara el decreto por el que se reconocen las "virtudes heroicas" de la Madre María Carmen Rendiles, a quien a partir de ese momento se le otorgó el título de "venerable". Una oleada de inmensa emoción ha recorrido a la Iglesia venezolana, pues se trata de una religiosa muy popular entre el pueblo.
La “Madre Carmen”, como se le conoce popularmente en Venezuela, fue la fundadora de la congregación de las Hermanas Siervas de Jesús. Su nombre de pila fue Carmen Elena Rendiles Martínez, y nació el 11 de agosto de 1903 en Caracas.
Según Reporte Católico Laico, Madre Carmen muere en “olor de santidad” en el año de 1977 como superiora general, “cargo al que fue electa una y otra vez por las hermanas de la congregación. Su santidad fue callada, no del tipo de milagros sino del tipo de santidad como la de Santa Teresita de Jesús”.
Para hablar de las repercusiones que el anuncio ha tenido en Venezuela y de la importancia histórica que este proceso lleva consigo, Aleteia ha entrevistado a monseñor Baltazar Enrique Porras Cardozo, arzobispo de Mérida y uno de los que mejor conocen la trayectoria de Madre Carmen.
¿Qué significa, para el momento tan complejo que está pasando Venezuela, la declaración de Venerable que ha concedido el Papa?
Una de las características de nuestra cultura es tener complejo de inferioridad. Se piensa y se cree que alrededor nuestro no florece fácilmente la virtud. La declaración de Venerable, camino de santidad y hacia los altares, de una persona cercana en el tiempo y en el espacio es una bocanada de aire fresco y una invitación a ver la virtud en los demás y, por qué no, también en cada uno de nosotros.
Es, pues, una gracia que invita a ser discípulo y misionero de la fe que llevamos en el corazón.
¿Ve usted posible y, más aún, necesaria la beatificación de la Madre para levantar el fervor religioso en Venezuela?
Cada beatificación es una gracia y un ejemplo. No se trata de un acto ajeno a la vida de la Iglesia y al fervor religioso. Al contrario, las beatificaciones no son un show para mostrar las grandezas de una persona, sino la constatación de que la comunión de los santos, el seguimiento de Jesús, es un testimonio de lo que aquí y ahora debemos llevar adelante.
Es un llamado a cada creyente a acercarse más a Dios a través de la Iglesia y del servicio a los hermanos.
¿Qué virtudes son propias de la Venerable a lo largo de su vida secular y religiosa y de su encuentro con Cristo en los demás?
Las limitaciones físicas no son nunca excusa para el bien y la virtud (Madre Carmen nació sin el brazo izquierdo).
Las dificultades que exigen discernimiento para tomar decisiones importantes y trascendentes en la vida tanto personal como comunitaria exigen consulta, oración y atención al Espíritu.
La dedicación a la oración contemplativa con espíritu sereno y confiado, son algunos de los rasgos más sobresalientes, a mi modo de ver, de la vida de Madre Carmen.
Históricamente, ¿qué valoración le ha dado el pueblo venezolano a estos procesos de santidad? ¿Usted conoce algunos ejemplos de personas --religiosas o laicas-- que merezcan subir a los altares?
La verdad es que en el imaginario religioso-católico venezolano, el que algún paisano pudiera ser elevado a los altares, no formaba parte de nuestra cultura. Eso quedaba para “los extranjeros”, para otros… Hemos sido de “memoria corta”. Cuando alguien muere se alaban sus virtudes y se dicen cosas muy bellas, pero, después, todo queda en el olvido… y se pierde la memoria.
Desde que comenzó la causa de José Gregorio Hernández, y luego de la Madre María de San José, se ha visto que es posible y conveniente iniciar otras causas. Se están dando pasos, aunque lentos.
Y es conveniente que existan modelos, y los hay de ejemplos de vida cristiana en el mundo laico. Hace años, en la editorial Trípode de Caracas, hubo una colección de modelos de vida cristiana venezolanos. Hay que acrecentarla…
Para la juventud venezolana, ¿qué virtudes encuentra usted en Madre Carmen que puedan ser asimiladas por los jóvenes de la actualidad?
Si hacemos un símil con el misterio de la encarnación, hay que presentar, en primer lugar, las virtudes humanas y el servicio a los demás, como primer eslabón para construir una vida cristiana de santidad.
La cultura actual secularizada no admite que usemos los mismos símiles con los que se nos presentaban antes los modelos de santidad. Dependerá mucho de cómo se trasmita el mensaje de su vida. Pienso que lo señalado en la pregunta tres es buen punto de partida para hacer atractiva a la juventud la figura de Madre Carmen.
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