Los aires de cambio no los frenan ni las balas. Cerca de un millón de personas abarrotaron Caracas a pesar de los tres fallecidos a balazo limpio. Más bien la amenaza despierta el entusiasmo. Sólo queda una semana para las elecciones y el cambio se respira.
Hace calor en la capital venezolana, pero hace más calor entre la multitud que aclama a Capriles como a un verdadero salvador. El candidato opositor se deja querer. Pero advierte frente al mesianismo. Venezuela ya ha tenido bastante con 14 años de 'Mesías rojo'. “No soy Mesías; soy creyente”, bocea el candidato opositor Henrique Capriles. Las masas le aclaman más todavía. ¿Por qué? Capriles personaliza el cambio, la esperanza. Y les devuelve el protagonismo. “Voy a votar por Uds, el pueblo necesita ayuda. Son Uds. los protagonistas de la historia”. Caracas arde. “Vayan a votar, a ganar, a celebrar y a construir la patria”, concluye. Apoteosis final a ritmo caribeño.
¿Promete 'la tierra que mana leche y miel'? No. Las promesas de Capriles son bien sencillas: fin de las subvenciones bolivarianas, subida del salario mínimo y esfuerzo para crecer, crear empleo y salir de la miseria. Fin a los 259.000 millones de bolívares regalados para “preservar el Planeta y la especie humana”, financiar televisiones públicas o investigar fuera de Venezuela. Fin al cierre arbitrario de medios de comunicación. Fin a las promesas permanentemente incumplidas. ¿La diferencia entre Capriles y Chaves? “Unos se creen el corazón de la patria; yo llevo la patria en el corazón”, concluye Capriles. Ya sólo queda que el régimen acepte el resultado electoral sin pucherazos ni 'guerras civiles' preanunciadas por el 'Gorila'.
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