La celebración de la Solemnidad de la Transfiguración de Jesús tuvo lugar aquí, en el Monte Tabor. Una fiesta iniciada ya en la vigilia, cuando los cristianos se reunieron con sus familias.
Naim ha venido con su familia para celebrar la Transfiguración de Jesús y también el nacimiento de su hija. Nos explica que hace siete años se encontraba aquí con su mujer embarazada cuando fue necesario bajarla del monte para que diera a luz. Estar aquí, nos dice, es también oportunidad de rezar por la paz en todo el mundo.
Ver a tanta gente acampar nos recuerda lo que Pedro dijo a Jesús: “Señor, es hermoso estar aquí. Si quieres, haré tres tiendas: Una para ti, una para Moisés y una para Elías” (Mt 17,4).
Durante la noche el movimiento continúa… muchos peregrinos suben a la Montaña Sagrada a pie.
¡Se ha hecho de día! La misa solemne es presidida por el Custodio de Tierra Santa, Padre Francesco Patton.
En su homilía, el Padre Zaher Abboud, que ofrece su servicio pastoral en Galilea, nos explica cómo el hombre no ha sido creado para la oscuridad, la enfermedad o el cansancio… Continúa después subrayando que necesitamos caminar con Dios, abrir nuestros ojos para ver la belleza de este mundo. Estar en el Tabor nos ayuda a contemplar lo maravillosa que es la creación y el rostro de Dios.
P. FRANCESCO PATTON, ofm
Custodio de Tierra Santa
La celebración de esta solemnidad es muy bonita, porque es la celebración en la que Jesús se nos manifiesta con el rostro luminoso, aquí en el monte. Por tanto venir a celebrar la fiesta de la Transfiguración aquí al Tabor significa poder atraer un poco de la luz que brilla en el rostro de Jesús. Necesitamos llevar en el corazón esta luz porque también nosotros como los Apóstoles debemos afrontar los momentos de oscuridad… la hora de la Pasión. Y por tanto si llevamos en el corazón los momentos luminosos en los que hemos hecho experiencia del encuentro con Jesús podemos también afrontar las pruebas, las dificultades.
P. Vincenzo Lolli
Agustino
“Es una bellísima solemnidad no tanto por el aspecto exterior sino sobre todo por lo que el rostro transfigurado de Cristo nos enseña… Nos enseña el Paraíso, nos enseña la belleza, lo que Dios nos quiere dar como vida, belleza, gloria y esplendor.”
RABAB ZAIBOUN
Cristiana local
“Cada año, con motivo de la Fiesta de la Montaña, como la llamamos los cristianos locales, venimos a Jesús y por Jesús, como los discípulos. Estar aquí nos permite entender que necesitamos distanciarnos de las cosas materiales, mirar al cielo, porque las cosas terrenales a menudo nos separan de Jesús. Jesús no eligió esta montaña por casualidad para su transfiguración. Es difícil venir hasta aquí. Pero lo dijo él mismo: “Quien quiera seguirme que se niegue a sí mismo, tome la cruz y me siga” (Mt 16,24).
Al final de la misa los presentes se dirigieron en procesión a la capilla que recuerda el lugar en el que Jesús dijo a sus apóstoles: “No le contéis a nadie esta visión, hasta que el Hijo del Hombre haya resucitado de entre los muertos” (Mt 17,9).
Ahora es el momento de descender de la montaña, volver a la realidad, transfigurada, por el amor de Dios.
P. FRANCESCO PATTON, ofm
Custodio de Tierra Santa
“Querríamos quedarnos aquí también nosotros, pero al final Jesús nos dice que hay que descender del monte y hay que volver a la vida de todos los días, pero volver a la vida de todos los días llevando en el corazón el rostro luminoso de Jesús y su palabra.”
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