martes, 11 de abril de 2017

LUNES SANTO CÁDIZ: PLENO EN UNA GRAN JORNADA

Diario de Cádiz

Imagen lateral del Crucificado de Vera Cruz, el luto y el silencio al Lunes Santo gaditano.Aire que eleva el aroma del incienso al cielo de Cádiz. El viento no abandona la ciudad ni su Semana Santa y ayer, Lunes Santo, se repitieron los pasos con sus velas apagadas, así como las de las filas de penitentes. Una estación de penitencia con la ilusión de siempre, pero con menos luz que nunca. A diferencia del domingo, el aire fue a menos a medida que la tarde gaditana se apagaba, aunque con el consiguiente bajón de temperatura; nada que ver con el calor reinante cuando salían las tres primeras hermandades del día.
Empieza en la Viña y acaba en San Francisco. El Lunes Santo tiene un itinerario sentimental muy especial, con tres rincones del Cádiz histórico que anuncian la llegada del segundo día de la Semana Santa. Cuatro corporaciones que desde tres templos muestran lo distinto y parecido que puede ser una devoción; cuatro corporaciones que tienen un encanto muy diferente. 'Que ni el viento la toque…', como decía el poema, que ayer de nuevo deslució los cortejos aunque en menor medida que al Domingo de Ramos.
Lunes Santo es lunes de Palma, Misericordia y Penas. Lunes Santo de un barrio, la Viña, que desde por la mañana agolpaba sillas cerca de las puertas del templo de los viñeros. Lunes Santo de estrenos en el paso del Crucificado, cuyo brillo sigue creciendo. Lunes Santo de Nazareno blanco, de calma tras la tempestad y de meritoria salida de la hermandad seráfica, con un cortejo muy amplio y una normalidad que ha llegado tras ser elegido nuevo hermano mayor Manuel Mota.
Lunes Santo carmelitano con el Prendimiento manteniendo vivo el único sabor de cofradía de penitencia que sigue latente en el Mentidero. Este año abre y cierra las puertas del templo por primera y última vez. Nueva cara para el frontal del paso del Señor. Cofradía cuyo aire ayer fue distinto al de otros años. Quizás por el luto como consecuencia de la reciente pérdida de Alfonso Berraquero, el imaginero que tallara a Jesús en su Prendimiento.
Y Lunes Santo de silencio, luto y sueño a los pies de la Vera-Cruz. El Crucificado que duerme sobre un monte dorado y el respeto de un pueblo que le venera. El Crucificado de la Soledad que está llamado a cerrar esta jornada. Y el recuerdo a José Luis Salido y Ramón Estíbaliz, franciscanos fallecidos este año.
El molesto viento de levante no quiso ser menos y el Lunes Santo siguió afectando a la ciudad con rachas que, en algunos casos, eran significativas. Candelabros y candeleros hicieron bueno aquello de 'más vale palio apagado que palio mojado', aunque la falta de luz cuando cayó la noche dejaba una imagen triste de los pasos. Sin embargo, no hay viento que apague la devoción viñera por su archicofradía, como se pudo ver en desde su salida y en muchos puntos del recorrido. Un cesto de sensaciones y sentimientos bajo una temperatura elevada que provocó que las dos primeras horas de recorrido se hicieran duras para los penitentes y los cargadores.
Especial la entrada del Cristo de la Misericordia en la plaza de las Flores a los sones de Cristo del Amor, con un Manuel Ruiz Gené, el capataz, aún emocionado por una responsabilidad tan grande y profunda como dirigir al Rey de la Viña. Y no menos espectacular fue la llegada de la Virgen de las Penas a Compañía, con las marchas Virgen de la Estrella y El Cachorro, Saeta Sevillana.
Curioso que en el primero de los pasos de la archicofradía se utilizara el denominado doble paso entre la esquina del mítico bar La Marina y la calle Compañía, recorriendo ese tramo con rapidez y enorme elegancia. El reloj cofradiero manda y el Crucificado trataba de llegar a su hora a la Catedral.
La jornada avanzaba con el Amor bajando la calle San Francisco y el Prendimiento haciendo de enlace con las dos hermandades del convento, ya que Vera-Cruz a esa hora preparaba su salida. El Lunes tomaba forma con Esperanza y Patrocinio con cortes similares de marchas, y el caminar siempre esperado y vitoreado del paso de María Santísima de las Penas, que llenaba Libertad y la plaza de las Flores.
La segunda jornada de la Semana Mayor gaditana dejó momentos que enriquecen aquellos valores que sólo estos días aprecian más personas al ser visibles en la vía pública. Cuando el cortejo del Nazareno del Amor alcanzaba la plaza de San Juan de Dios, un amplio grupo de residentes del Geriátrico de Gerón (San Juan de Dios) esperaba en sus sillas el paso de los Titulares. Detalle enorme de la hermandad, como no podía ser menos, al mecer los pasos y emoción ante el Nazareno blanco mientras Polillas interpretaba Cristo de los Gitanos. Cuando el palio verde de la Esperanza se reencontró con los abuelos, Hermanos Costaleros elevó la emoción a un grado superior. Varios hermanos regalaron a los ancianos estampas de las imágenes.
Con el Nazareno del Amor cerca de la calle Pelota, las dos primeras hermandades del día cumplían con los horarios establecidos en una jornada cuyo único punto problemático -por denominarlo de alguna manera- es la llegada de La Palma por el 'túnel' de Compañía.
Prendimiento cruzaba Santiago a su hora para superar el primero de sus pasos la estrecha salida a Candelaria, ensayada durante la Cuaresma por la altura del canasto. Patrocinio lo hizo sonando poco después Mi Amargura y Macarena.
El Lunes Santo dejó el sabor de Vera-Cruz. La hermandad que pone el contrapunto al Lunes Santo desde la Reliquia del Santo Lignum Crucis a las túnicas de ruán, pasando por la obra de arte de Antonio Martín en el primero de sus pasos y de los bordados de 'Gitanilla del Carmelo' en el segundo. Día de regreso a la estación de penitencia tras la dolorosa suspensión del año pasado como consecuencia de la inclemencia meteorológica. No cabía un alfiler en la calle San Francisco mientras el cortejo -digno de admirar de inicio a fin- representaba el equilibrio perfecto de lo que debe ser una corporación de penitencia en la calle. Mucho aporta a ello el sello único por la interpretación de la chiclanera banda del maestro Enrique Montero, tras la Soledad. También invita al silencio y a la meditación la música de capilla justo detrás de la cruz de guía, que nada más aparecer indica que lo que está por llegar es muy distinto a todo lo anterior; ni mejor ni peor, simplemente diferente. Lástima la cercanía de la banda de la Virgen del Patrocinio, que involuntariamente 'apaga' sus motetes.
Vera-Cruz, un conjunto melódico para los ojos que supone el broche anhelado en la oscuridad de San Francisco, ya en la madrugada del Martes Santo. Otra jornada más u otro día menos para seguir disfrutando o despertar del sueño de la Semana Santa

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